Santander, 13 de agosto de 2.017
El Festival Internacional de Santander viste sus mejores galas para acoger en el Palacio de Festivales al Malandain Ballet Biarritz. Los miembros de la Orquesta Sinfónica de Bilbao ocupan el foso de la Sala Argenta y dirigidos por Josep Caballé Domenech interpretan una selección de piezas de Tchaikovsky para que los miembros de la compañía francesa representen la coreografía compuesta por Thierry Malandain: "La Bella y la Bestia".
La belleza está en el interior...
La música brilla con luz propia, eclipsando a unos bailarines correctos que ejecutan a la perfección una sencilla coreografía: hermosa pero fría. La brillante escenografía propuesta nos permite, merced a unas simples telas negras, cambiar de escenario varias veces y ser testigos del poder del amor...
Bella encarna el alma del ser humano mientras que la Bestia representa su fuerza vital y sus instintos más primitivos. Los movimientos de ella son elegantes, fluidos y tiernos; los de él violentos, desafiantes e impetuosos...
Solo después de exteriorizar su ternura y conquistar el amor de la joven, logrará el monstruo liberarse de sus formas animales y del velo de su fealdad, pues la bondad del alma prevalece siempre por encima de la belleza.
Mi cultura, mi genética, es la de la danza clásica y sin complejos. Es algo inherente a mí, porque si bien reconozco que algunos de sus códigos artísticos y sociales son de otro tiempo, al igual que el ADN presente en todas las células vivas, transmitido de generación en generación, mi danza incluye ciertas informaciaones necesarias para el funcionamiento y desarrollo de la compañía como ser vivo. La información incluida en el ADN puede cambiar con el paso del tiempo, lo que da como resultado la diversidad de las especies y la evolución, y por eso mi danza es germen de variaciones: clásica para unos, contemporánea para otros, hereditariamente neoclásica... Yo simplemente intento encontrar la danza que realmente amo, una danza que no solo deja la huella del placer, sino que busca reconciliarse con lo sagrado como respuesta a la dificultad de ser.
La música brilla con luz propia, eclipsando a unos bailarines correctos que ejecutan a la perfección una sencilla coreografía: hermosa pero fría. La brillante escenografía propuesta nos permite, merced a unas simples telas negras, cambiar de escenario varias veces y ser testigos del poder del amor...
Bella encarna el alma del ser humano mientras que la Bestia representa su fuerza vital y sus instintos más primitivos. Los movimientos de ella son elegantes, fluidos y tiernos; los de él violentos, desafiantes e impetuosos...
Mi cultura, mi genética, es la de la danza clásica y sin complejos. Es algo inherente a mí, porque si bien reconozco que algunos de sus códigos artísticos y sociales son de otro tiempo, al igual que el ADN presente en todas las células vivas, transmitido de generación en generación, mi danza incluye ciertas informaciaones necesarias para el funcionamiento y desarrollo de la compañía como ser vivo. La información incluida en el ADN puede cambiar con el paso del tiempo, lo que da como resultado la diversidad de las especies y la evolución, y por eso mi danza es germen de variaciones: clásica para unos, contemporánea para otros, hereditariamente neoclásica... Yo simplemente intento encontrar la danza que realmente amo, una danza que no solo deja la huella del placer, sino que busca reconciliarse con lo sagrado como respuesta a la dificultad de ser.
(Thierry Malandain)
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