Santander, 12 de noviembre de 2.018
En el año 2.000, el hoy denostado Kevin
Spacey protagonizó junto a Helen Hunt y el joven Haley Joel Osment
-protagonista de “El sexto sentido” (1.999)-, “Cadena de favores”, una película
dirigida por Mimi Leder.
Trevor McKinney (Haley Joel Osment) vive
solo con su madre (Helen Hunt), una joven alcohólica multiempleada en Las
Vegas. Tiene once años y está a punto de cruzar el tambaleante puente que le
separa de la envidiable élite de la escuela superior...
Eugene Simonet (Kevin
Spacey) es su nuevo profesor de Estudios Sociales. Pretende ayudarles a él y a
sus compañeros a conocer un poco mejor la realidad del mundo que les espera al
otro lado de la puerta cuando salgan del instituto. Ellos aún no son capaces de
pensar de manera global, pero él les propone comenzar a hacerlo ya mismo,
dándole la vuelta a todo aquello que no les guste, y les pide que, a lo largo
del curso, desarrollen y pongan en marcha una idea que haga del mundo un lugar
mejor. El reino de las posibilidades está dentro de sus cabezas: de ellos
depende que lo consigan o no…
Trevor propone
organizar una cadena de favores. Él ayudará a tres personas a hacer algo
importante que no puedan hacer por sí mismas; cada una de ellas hará lo mismo
con tres personas más, y así sucesivamente. Su idea requiere interactuar con
las personas que nos rodean y creer ciegamente en la bondad del ser humano;
puede parecer un tanto utópica, pero también lo es creer en un mundo perfecto,
y no por ello dejamos de hacerlo.
Todos podemos, si
queremos, convertirnos en héroes anónimos y amar un poco más a las personas que
tenemos a nuestro alrededor, cuidándolas, protegiéndolas y ayudándolas… ¡Solo
tenemos que hacerlo!
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