Mogro, 8 de junio de 2.014
Castellanos, sabed que vuestro rey Enrique, queridísimo hermano mío, murió pocos días ha en la ciudad de Madrid.
Yo, Isabel, he sido reconocida por las autoridades y ciudadanos de Segovia como su Reina y Señora, natural, legítima y universal heredera. Por la presente os ordeno: alzad pendones por mí y reconocedme así como vuestra Reina y Señora natural. Regidores y señores, venid desde todos los rincones de mi reino a Segovia y juradme obediencia como vuestra única soberana.
Tras la muerta del rey Enrique IV una junta debía haber decidido quien era su sucesora pero Isabel sabía que, si hubiese esperado, Castilla habría entrado en crisis ante la ausencia de poder.
Yo, Isabel, he sido reconocida por las autoridades y ciudadanos de Segovia como su Reina y Señora, natural, legítima y universal heredera. Por la presente os ordeno: alzad pendones por mí y reconocedme así como vuestra Reina y Señora natural. Regidores y señores, venid desde todos los rincones de mi reino a Segovia y juradme obediencia como vuestra única soberana.
Yo, la reina.
Tras la muerta del rey Enrique IV una junta debía haber decidido quien era su sucesora pero Isabel sabía que, si hubiese esperado, Castilla habría entrado en crisis ante la ausencia de poder.
Los Mendoza reprocharon a Isabel que no guardase las formas y le recordaron que habría quien le acusesase de haberse hecho con la corona de una forma injusta; ella no dudaba de su palabra pero les hizo ver que si era cierto que iba a ser elegida reina en esa junta, coronándose no había hecho nada más que evitarles a todos ellos perder el tiempo.
Aragón y Castilla se necesitan mutuamente: unos para defenderse de los franceses y otros para hacer frente a los partidarios de Juana. Sin embargo, Isabel no esperó a Fernando para proclamarse reina: actúa como si ella sola se bastase para gobernar...
El 15 de enero de 1.475, con el fin de demostrarle a su esposo su buena voluntad y su máximo respeto, la reina Isabel firmó la Concordia de Segovia y le concedió ciertos beneficios de los que ella nunca podría disponer en Aragón: podrá imponer justicia en tierra de Castilla, aunque siempre que la reina no esté conforme con su sentencia podrá corregirla, recibirá el trato de rey, aunque la propiedad del reino le corresponda a ella, las monedas y los sellos lucirán los nombres de ambos dos siendo el del rey el primero y quedando las armas de la reina delante, ella tendrá potestad para elegir en Castilla los gobernadores y los cargos que gestionarán su reino y para recabar los impuestos que ella sola administrará pero todo acto de poder será en nombre de ambos y el sello que lo rubrique será uno sólo.
El amor pudo más que el orgullo: ambos aprenderán a convivir cada uno con la grandeza del otro.
Aragón y Castilla se necesitan mutuamente: unos para defenderse de los franceses y otros para hacer frente a los partidarios de Juana. Sin embargo, Isabel no esperó a Fernando para proclamarse reina: actúa como si ella sola se bastase para gobernar...
Isabel sabe que les esperan tiempos difíciles y que no será fácil eludir una guerra: si quiere un trono tendrá que pelear por él. Negociará con quien haga falta para evitar que más hombres mueran en el campo de batalla, pero no será débil y, si sus adversarios quieren guerra, la tendrán, porque todos en el reino tienen que tener algo muy claro: ella es la reina de Castilla y sólo Dios podrá apartarla de su trono.
El arzobispo Carrillo y Don Diego Pacheco, Marques de Villena, apoyan la causa de doña Juana de Avis y juntos le piden al rey Alfonso V de Portugal apoyó militar para defender los derechos de la infanta Juana (Carmen Sánchez).
Portugal es un reino que mira al océano pero al que, de repente, se le abren las puertas de Castilla: ésta nunca dejará que sea un extranjero quien corone a su reina pero lo hará si el rey Alfonso toma por esposa a su sobrina ya que, en ese caso, su incursión no será la de un extranjero sino la de un rey que reclama el trono para su esposa, la legítima heredera...
Fueron sus consejeros quienes guiaron la mano de la muchacha cuando ésta se autoproclamó reina de Castilla y acusó a su tía Isabel de ser una usurpadora pero fue ella quien, al separarse de su madre por última vez, le prometió cumplir con sus obligaciones como legítima heredera del rey de Castilla.
¡La guerra está servida!
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