Santander, 7 de enero de 2.016
En 1.964 Walt Disney consiguió trasladar a las pantallas de cine las aventuras protagonizadas por Mary Poppins contenidas en una serie de libros firmados por la australiana P. L. Travers y cumplir así la promesa hecha a sus hijas veinte años antes.
La película es un musical que funde acción real y secuencias animadas dirigido por Robert Stevenson, protagonizado por Julie Andrews y ganador de cinco premios Óscar: mejor actriz (Julie Andrews), mejor montaje, mejor banda sonora, mejor canción original y mejores efectos especiales.
Londres, 1910.
El mundo de las finanzas marcha mejor que nunca: el dinero circula, las cuentas de crédito suben y la libra esterlina es la admiración del mundo.
El viento del este y la niebla gris anuncian que viene lo que ha de venir...
Chim chim-in-ey, chim chim-in-ey, chim chim cher-ee,
la suerte, la suerte detrás de mí.
Chim chim-in-ey, chim chim-in-ey, chim chim cher-oo,
la suerte tendrá si mi mano le doy....
La cámara se topa con Bert (Dick Van Dyke), un simpático artista callejero con vocación de deshonillador que nos conduce hasta el número 17 de la Calle del Cerezo.
Allí vive el honorable señor George W. Banks (David Tomlinson), un estricto banquero orgulloso de su masculinidad y severo señor de su casa.
Su esposa, la señora Banks, es una entusiasta mujer florero con espíritu sufragista y sus hijos, Jane y Michael, dos revoltosos pequeñuelos que echan de menos a sus padres. Necesitan una niñera firme, respetable, sensata y disciplinada que reúna las condiciones de un buen general: autoridad, dotes de mando, energía y disciplina, que les enseñe a obedecer sin replicar pero ellos prefieren a alguien sin berruga que no gruña jamás y sepa cantar, que tenga las mejillas sonrosodas y sea muy alegre y confiada, que sepa hacer un buen pastel y silbar también, que a pasear les lleve y recino nunca les dé.
Impulsada por el viento y caída desde el cielo llega Mary Poppins (Julie Andrews), una guapa, resuelta y decidida joven casi perfecta en todo que trae un maletín sin fondo en su mano izquierda y un singular paraguas negro en la derecha.
Ella les llevará a sitios que nadie podría imaginar y les enseñará que las cosas no son siempre lo que parecen y que con un poco de azúcar pasan mejor las pildoras que la vida nos da...
Que alegre ilusión es ir con Mary,
que bueno es ir con Mary a pasear:
ella me hace a mí soñar.
Cuando llueve y hay que resguardarse,
Mary puede al sol llamar.
Explicar mil maravillas sabe
y sabe hacer hablar hasta una flor.
La alegría se siente en torna a ella:
todo lo ilumina con su luz
y las flores junto a ella lucen más.
Aunque las circunstancias sean adversas,
ella a mí me hace reir:
las penas vuelve agradables.
Se pasan bien las horas junto a ella:
no hay una mujer como ella
¡chicas así no hay dos!
Si a Mary veo llegar sé que seré feliz
y mi corazón hace pim, pom, pam.
¡Oh, que glorioso es un día con Mary!
Con ella participarán en una carrera de caballos, limpiarán las chimeneas de Londres y bailarán sobre sus tejados. Nunca da explicaciones pero se quedará con ellos hasta que cambie el viento. Entonces se irá y ya nada volverá a ser igual.
Ni siquiera le dirán adiós, pero otros niños le estarán esperando en algún lugar...
Con un poco de azúcar
esa píldora que os dan pasará mejor.
Si hay un poco de azúcar,
esa píldora que os dan satisfechos tomaréis.
Que gran gozo da ver como la cometa se va y se va:
hay que procurar soltar el cordel...
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