jueves, 18 de agosto de 2016

ANTONIO Y CLEOPATRA: una tragedia hiperbólica...

Santander, 18 de agosto de 2.016


A Principios del siglo XVII William Shakespeare escribió "Antonio y Cleopatra", un tragedia hiperbólica con abundantes y rápidos cambios de escenario que ridiculiza la figura de la reina de Egipto: en el verdor de sus años, cuando su juicio era tierno y fría su sangre, amó a César, pero ahora...


Marco Antonio retoza en el lecho de Tolomeo, pesca, bebe y consume las luces de la noche en fiestas, pero siente que su ociosidad no hace sino incubar mil desgracias: ¡debe abandonar Egipto! 
Por todos es sabido que quien rige solo es deseado hasta llegar y que quien decae, aunque nunca antes hubiera gozado de estima, es querido porque falta. En Roma, poderosos, los odiados son amados y amenazan la estabilidad del triunvirato instalándose en el ánimo de aquellos que aún no han medrado. Marco Antonio, nunca harto de placeres, que como soldado vale el doble que sus dos socios en el gobierno -Lépido y Octavio-, ha de abandonar el dulce regazo de la vida alejandrina. Cleopatra exigirá su presencia a su lado, pero el debe partir...

El temor que infunden sus enemigos unirá sus diferencias con Octavio, pues ya habrá tiempo para disputas cuando no tengan qué hacer. Mientras tanto, como muestra de amistad perpetua, Marco Antonio tomará a Octavia -la hermana de su adversario en el poder-, por esposa, consciente de que el mundo y sus altos cometidos le alejarán a menudo de su pecho. No se atendrá a las reglas que rigen el mundo y jamás dejará del todo a Cleopatra, pues ni la edad la marchita, ni la costumbre agota su infinita variedad...

Octavio y Lépido volvieron a enfrentarse con el heredero de Pompeyo. Los dos triunviros le derrotaron pero el primero, lejos de compartir el triunfo con su socio, le acusó de traición, le arrestó y le condenó: "Oh mundo, te quedan solo dos mandíbulas y aunque les eches todo tu alimento, ambas acabarán mordiéndose entre sí".
Los compunjidos suspiros de Octavia avivaron el fuego de su hermano, que no hacía justicia a Marco Antonio pues hablaba de él de mala gana y tan solo le prodigaba elogios fríos y pobres. Asociados en las más altas empresas, sus astros adversos partieron en dos su igualdad: una guerra entre ambos sería como el mundo abierto en dos, pero el conflicto era inevitable...

Aun cuando el gris se mezclaba con su pelo castaño, su cerebro todavía nutría sus fibras y sentía que podía medirse con los jovenes. Pese a que su marinería no era buena y sus barcos eran pesados, Marco Antonio se citó con Octavio en Accio. Al cabo de unas horas todo lo tenía perdido: la nave almirante de Egipto huía llevando atadas a su timón las fibras de su corazón y él, cual pato encelado, volaba tras su amada abandonando el fragor de la batalla.
Avergonzado por haber utrajado su honra, aquél que jugó con la mitad del mundo haciendo y deshaciendo fortunas a su antojo rogó a su adversario que le permitiese permanecer en Egipto y conservar la corona de los Tolomeo para sus hijos, pero Octavio, enojado, hizo oídos sordos a sus súplicas, dispuesto solo a pactar con la reina Cleopatra si ésta expulsaba de sus tierras a su amigo deshonrado o allí mismo le quitaba la vida.

Marco Antonio se sintió traicionado por la crúel hechicera cuyos ojos traían y llevaban sus ejércitos. Enredado en su juego hasta el fondo de su ruina, había entrado en guerra por ella, pero Cleopatra, dispuesta a postrarse ante Octavio, le había entregado el triunfo a su enemigo.
Ante su furia incurable, ella se encerró en su mausoleo, haciéndole creer que se había quitado la vida. Él, convertido en novio de la muerte, corrió tras ella, hacia un lecho de amor perpetuo: la misma mano que escribió el honor de sus hazañas, con el arrojo de su pecho, le partió el corazón.
Solo entonces Cleopatra salió a su encuentro. Él estampó en sus labios el último de un millar de besos y ella vistió sus mejores galas, escuchó la llamada de su amado y permitió que el aspid del Nilo que tomando el pecho adormeció a la nodriza deshiciese con sus colmillos el inextricable nudo de la vida...

No hay comentarios:

Publicar un comentario