Potes, 28-30 de julio de 2.017
Madrugamos, revisamos nuestras mochilas y
nos desplazamos hasta San Vicente de la Barquera. Pasamos por el albergue para
peregrinos, sellamos nuestras credenciales y nos acercamos a la Iglesia de
Santa María de los Ángeles, que se alza orgullosa frente a los Picos de Europa,
dominando toda la villa. ¡Aquí comienza todo!
Dejamos atrás las marismas de San Vicente
y nos dirigimos hacia el sur, caminando sobre un asfalto muy poco transitado.
Cruzamos la autovía para llegar a La Acebosa y, desde ahí, subir el alto de la
Rejoya y buscar el Hortigal.
En dicha localidad se encuentra la
bifurcación de la antigua ruta lebaniega con el Camino del Norte; nosotros ignoramos
el desvío y nos decantamos por el nuevo itinerario propuesto por el Gobierno de
Cantabria en 2.014 para dar a conocer algunos lugares de singular belleza de
nuestra geografía a costa de recorrer solo unos pocos kilómetros más.
El camino pasa junto a la Torre de Estrada,
un pequeño rincón que rezuma encanto medieval. El conjunto, rodeado por una
pequeña muralla defensiva, consta de una torre de planta cuadrada que se eleva
hacia el cielo aprovechando el desnivel del terreno cuyo origen se remonta al
siglo VIII -aunque fue reconstruida en el siglo XII- y de una pequeña capilla
del siglo XIII dedicada a San Bartolomé.
Poco después llegamos a Serdio y la
curiosiad nos empuja hasta las puertas de su albergue. A estas horas del día ya
está vacío: huele a ‘tigre’ pero está bastante limpio… Continuamos la marcha y apenas un
kilómetro después abandonamos definitivamente el Camino del Norte.
Una pista nos conduce hasta Muñorrodero,
una pequeña localidad encajada entre el río y la carretera. Aquí arranca un
cómodo sendero de singular belleza que a lo largo de catorce kilómetros
coquetea con las cantarinas aguas del Nansa: la Senda Fluvial del Nansa.
Caminamos por la margen derecha del río,
entre hayas y encinas, pasamos junto a un puñado de refugios para pescadores, y
llegamos a la central hidráulica de Trascudía.
El terreno se vuelve más abrupto. Abandonamos
momentáneamente el sendero y ascendemos al Mirador del Poeta desde donde
tenemos ocasión de disfrutar de unas vistas excepcionales.
Volvemos sobre nuestros pasos. Regresamos
al camino y, al llegar a la localidad de Camijanes, cruzamos el río y abandonamos
la senda, cuyo recorrido aún se prolonga siete kilómetros más.
El camino pica hacia arriba. Nos acercamos
a Cabanzón y nos detenemos a charlar con un simpático agricultor de la zona. Nos
comenta que ser capaces de hablar con él sin perder el resuello es síntoma de
que no nos va a costar llegar a nuestro destino. “Ya habéis pasado lo peor”, dice. Sabemos que miente, pero hacemos
como que no y le creemos...
Desde Cabanzón, el asfalto desciende
directamente hasta Cades, aunque nosotros preferimos tomar un camino alternativo
señalizado junto a la carretera para pasar frente a las ruinas de la Iglesia de
San Pedro. Sus orígenes se remontan al siglo XIII y, pese a que su tejado se ha
derrumbado y la vegetación se ha adueñado de su interior, aún conserva una
graciosa espadaña con dos troneras rematadas con sendos arcos de medio punto.
Pese a habernos desviado, no tardamos en llegar
a nuestro destino. Hacemos un alto junto al albergue para peregrinos de Cades y
buscamos un sitio donde comer. Una vecina del pueblo nos recomienda el hotel
Casona del Nansa y para allá que nos vamos. Está cerca, pero no tanto, y entre
idas y venidas sumamos un kilómetro más a nuestro plácido paseo. Nos quitamos
las mochilas y reponemos fuerzas degustando un sabroso cocido lebaniego: ¡el
menú del peregrino!
Cades es el punto final de los veintiocho
kilómetros y medio propuestos por el Gobierno de Cantabria para la primera
etapa del Camino. Pero nosotros, antes de convertirnos en peregrinos, quisimos
asegurarnos un buen colchón en el que descansar y, dado que no sabíamos lo
demandados que iban a estar los albergues en esta época del año, reservamos una
litera en Lafuente -el único lugar en el que admitían reservas-, así que la
jornada aún no ha terminado: esta noche dormiremos cómodos, pero lo haremos a
costa de diez kilómetros más…
Con el estómago lleno, recogemos las
mochilas y echamos a andar de nuevo. Pasamos frente a las puertas de la
Ferrería de Cades -rehabilitado conjunto del siglo XVIII que incluye, además de
la propia ferrería, dos molinos harineros y una panera-, y avanzamos por una
carretera de montaña muy poco transitada.
Durante un trecho caminamos junto al río
Nansa. La carretera pica para arriba y llegamos a un mirador desde el que contemplamos
el Embalse de Palombera, situado en una zona de agreste belleza, rodeado de
escarpados farallones calizos y en cuyas orillas se localizan dos interesantes
cavidades con muestras de arte rupestre paleolítico: las cuevas del Chufín y
Micolón.
Nos despedimos del Nansa para dejarnos
acompañar por uno de sus afluentes: el río Tanea (o Lamasón). Atravesamos Venta
de Fresnedo y llegamos al cruce de Quitanilla. Frente a nosotros, en un alto,
se alza la iglesia de Sobrelapeña.
Tres largos kilómetros nos separan aún de
Lafuente…
Alcanzamos las primeras casas del pueblo y
llegamos a la iglesia románica de Santa Juliana, un sencillo edificio de una
sola nave con ábside semicircular cuyos orígenes se remontan a finales del
siglo XII.
Pasamos de largo y nos dirigimos al barrio
de Los Pumares, donde se encuentra el albergue que buscamos, un edifcio de dos
plantos regentado por un joven polaco de pocas palabras.
Nos descalzamos y accedemos al interior del
albergue. Escogemos cama, nos damos una ducha y atendiendo a las
recomendaciones de otros peregrinos nos desplazamos hasta un lavadero situado
en las proximidades para mojarnos los pies. El agua está muy fría -tanto, que duele-,
pero poco a poco parece que nos habituamos y al final la experiencia resulta
hasta placentera.
La cena -un potaje de lentejas con verduras-, se sirve a las ocho. Todavía es
pronto así que buscamos el bar del pueblo y pedimos un par de cervezas bien
frías. Como quien no quiere nos hemos metido entre pecho y espalda cuarenta
kilómetros de caminata: ¡esto hay que celebrarlo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario