Santander, 17 de julio de 2.019
En 1.939, Hollywood estrenó un musical protagonizado
por Judy Garland inspirado en la novela “El maravilloso mundo de Oz”, de L.
Frank Baum que ganó el Oscar a la mejor canción original (“Over the rainbow”) y
a la mejor banda sonora, y que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un
icono de la cultura popular: “El mago de Oz”.
Su mundo es gris, pero Dorothy sueña con
un lugar apartado, al que sea imposible llegar en barco o en tren, en el que
nadie pueda hacerles daño ni a ella ni a su perrito Totó; un lugar situado más
allá del arcoiris, en el que los sueños se hagan realidad y las penas se disuelvan
como caramelos…
Somewhere, over
the rainbow,
way up high,
the dreams
that you dream of
really do come
true.
Entonces, un impresionante tornado arrasa
la granja de sus tíos y ella se ve arrastrada hasta un maravilloso mundo
coloreado en technicolor. Su casa aterriza sobre la malvada Bruja del Este, liberando
a los simpáticos habitantes de Pequeñilandia de su horrenda tiranía. Representantes
de las cofradías de la canción de cuna y de las piruletas se acercan a saludar y
dar las gracias a la jovencita que, al caer de una lejana estrella llamada
Kansas ha dejado hecha una piltrafa a la pérfida hechicera.
Hoy es el día
de la independencia.
Bailad, cantad
y reid sin fín:
¡murió la
bruja del este al fin!
El alcalde de la ciudad de Muchkin,
situada en el país de Oz, le da la bienvenida y Glinda, el Hada del Norte, le
entrega los chapines de rubíes que calzaba la malvada Bruja del Este, pero su
hermana, la Bruja del Oeste, le amenaza con atentar contra su felicidad y la de
su perro.
Dorothy debe regresar a Kansas lo antes
posible, pero solo el mago de Oz puede explicarle cómo hacerlo. Vive en la ciudad
Esmeralda; está muy lejos, pero, si empieza por el principio y sigue el camino
de baldosas amarillas, no se perderá.
Sigue el camino
de baldosas amarillas.
Sigue, sigue
el camino de baldosas amarillas,
Síguelo.
Sigue el
camino de baldosas amarillas.
Nos vamos a
ver al mago,
al maravilloso
Mago de Oz.
Dicen que es
el mejor, si es que existe alguno…
Si existe un mago,
el Mago de Oz es uno de ellos
porque hace
cosas maravillosas.
Nos vamos a
ver al mago,
al maravilloso
Mago de Oz.
En un cruce de caminos, se topa con un simpático e indeciso
espantapájaros sin miedo a las brujas que decide acompañar-le a ver al Mago de Oz
para pedirle un cerebro que le ayude a pensar:
Si tuviera cerebro
las horas dejaría pasar,
y con las
flores y la lluvia podría charlar.
La cabeza me rascaría
de tantas ideas que tendría:
resolvería todas
las adivinanzas
y sería tan
listo como Lincoln
Podría decir
por qué los océanos
cerca de la orilla
están,
y pensar cosas
que nunca antes pensé.
Lugeo me
sentaría y pensaría todavía más…
No sería un
don nadie,
con mi cabeza
llena de aire.
Si tuviera un
cerebro, la vida sería sorprendente:
¡podría bailar
alegremente!
Poco después, ambos se encuentran con un
oxidado hombre de hojalata que se une a ellos para pedirle al Mago de Oz un
corazón…
Si tuviera un
corazón
podría presumir
de ser más humano.
Sería tierno,
amable y muy sentimental;
amigo de los
gorriones
y también de
los niños gruñones.
Si tuviera un
corazón,
lo cerraría con
una cremallera
y permanecería
siempre joven y alegre.
¡Sentiría
emoción, celos y mucha devoción!
Juntos, atraviesan un bosque repleto de
animales salvajes y son sorprendidos por un león cobarde que se une a la
singular compañía para pedirle al mago un poco de valor.
Es muy triste
nacer para ser un gallina,
sin energía ni
vigor.
Me temo que no
hay duda:
¡soy un león
de risa!
Ojalá tuviera
valor…
Al llegar a la ciudad Esmeralda se
encuentran con la desagradable sorpresa de que el mago no quiere recibirles.
Las lágrimas de Dorothy conmueven al ujier
del palacio, que les abre las puertas de sus dependencias, pero el poderoso Mago
de Oz resulta ser un fantoche que les exige que le entreguen la escoba mágica
de la Bruja del Oeste antes de concederles sus deseos.
La singular compañía demuestra poseer
mucho valor, una gran inteligencia y un gran corazón, pero después de derrotar
a la malvada bruja descubre que el Mago de Oz es en realidad un impostor: un buen
hombre, pero un mal mago que tan solo es capaz de entregar un diploma al espantapájaros,
una medalla al león y un buen consejo al hombre de hojalata.
Después, se embarca en un azoroso viaje hacia
la estratosfera que habrá de conducirle de vuelta a Kansas y dictamina que,
hasta el momento de su regreso, si es que llega, sea el espantapájaros, en
virtud de su inteligencia, quien gobierne Oz, ayudado por el magnánimo hombre de
hojalata y por el valeroso león.
La pequeña Dorothy se queda en tierra
porque no quiere abandonar a su perrito Totó, pero el Hada del Norte premia su
bondad mostrándole el camino de regreso a casa y, cerrando los ojos, por tres
veces golpea entre sí sus chapines colorados para regresar junto a sus amados
tíos.
“Un corazón no
se juzga por lo mucho que ama, sino por lo mucho que le quieren sus semejantes.”
Muchísimas gracias por un post tan ilustrativo e interesante. Llegué a él, buscando imágenes para un artículo que estoy escribiendo para una asignatura, de Estética y Teoría del Arte. Por supuesto referenciaré adecuadamente según normas APA, lo que extraiga de este blog.
ResponderEliminarNo estaría mal leer ese artículo...
Eliminar¡Gracias!