Santander, 13 de abril de 2.021
“Billy Elliot” es la adaptación cinematográfica
estrenada en el año 2.000 de la obra teatral homónima escrita Lee Hall. Su director,
Stephen Daldry, obtuvo ese año el Oscar al mejor director, y el propio Lee Hall
se hizo con el premio al mejor guion original.
Ubicada en el condado de Durham, al nordeste de Inglaterra,
durante la huelga minera que tuvo lugar entre los años 1.984 y 1.985, la
película cuenta las vicisitudes por las que atraviesa un niño de clase obrera
al que le apasiona la danza...
A los chicos les gusta el fútbol, el boxeo o la lucha,
pero Billy Elliot (Jamie Bell) lo que quiere es bailar. Cuando lo hace, se siente
bien: “Al principio estoy agarrotado, pero, cuando empiezo a moverme, me
olvido de todo. Es como si desapareciera y todo mi cuerpo cambiara -como si tuviera
fuego dentro-, y me veo volando como un pájaro. ¡Siento como electricidad!”. Su
padre no le comprende; su madre sí lo hubiera hecho, pero está muerta…
Querido Billy,
Ahora te pareceré un recuerdo lejano, lo cual creo que
es buena señal. Habrá pasado mucho tiempo y yo no te habré visto crecer, ni
llorar, ni reír, ni gritar… Y no habré podido regañarte, pero, por favor, debes
saber que he estado a tu lado, contigo en todo momento, y que siempre lo estaré.
Estoy orgullasa de haberte conocido; orgullosa de que hayas sido mío. No dejes
de ser tú mismo. Siempre te querré.
Mamá
La señorita Wilkinson (Julie Walters) piensa que es lo
bastante bueno como para intentar ingresar en la escuela del Royal Ballet,
aunque eso suponga mucho esfuerzo: “no les interesa si sabes mucho ballet; eso
te lo enseñan ellos. Lo más importante es cómo te mueves y si sabes expresarte”.
Ella está dispuesta a ayudarle a preparar las pruebas
de ingreso en privado. No hace falta que nadie sepa lo que está haciendo. Solo
hace falta que él quiera hacerlo…
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