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lunes, 14 de junio de 2021

EL AMOR PERJUDICA SERIAMENTE LA SALUD: menos mal que el tiempo lo cura casi todo

 Santander, 8 de junio de 2.021

“El amor perjudica seriamente la salud” es una comedia romántica escrita y dirigida por Manuel Gómez Pereira en 1.996 con un reparto fabuloso encabezado por Ana Belén, Juanjo Puigcorbé, Penélope Cruz y Gabino Diego, que constituye una feliz alegoría de la transición, desde la visita de los Beattles a nuestro país, en 1.965, hasta los años noventa, pasando por el nacimiento del príncipe Fe-lipe, la llegada del hombre a la Luna, la muerte del generalísimo o el asesinato de Lennon…


Cine español con aroma a alta comedia americana.


Santi y Diana (Gabino Diego y Penélope Cruz) se conocieron en blanco y negro. Él era uno de los botones del hotel en el que se alojaron los Beattles durante su visita a Madrid. Ella, una grupi, pija y caprichosa, que estaba dispuesta a lo que fuera con tal de conseguir un recuerdo de John Lennon.



Él, de cerca, tenía los ojos bonitos; ella siempre tuvo las manos frías…

 

Tres años después, cuando volvieron a verse, el color había inundado las pantallas de cine. Se amaron apasionadamente, pero lo de quererse era otra cosa: ¡qué gran responsabilidad!




No hizo falta que él desertara del ejército, pues, a ella, le resultó mucho más práctico comprometerse con un rico doctor.

 

El NO-DO fue testigo del encuentro de la recién casada con un simpático miembro de las Fuerzas Armadas.


 

Santi, que estaba a punto de casarse con una mujer de la que, sin duda, estaría enamorado si no fuera porque estaba enamorado de Diana, habría hecho cualquier cosa con tal de tenerla a su lado para siempre, pero, en esta vida, lo que uno quiere no siempre es lo que más le conviene, y eso ella lo sabía muy bien…

 

Yo soy aquel que cada noche te persigue.

Yo soy aquel que, por quererte, ya no vive.

El que te espera…

El que te sueña…

El que quisiera ser dueño de tu amor.

Yo soy aquel que, por tenerte, da la vida.

Yo soy aquel que, estando lejos, no te olvida.

El que reza cada noche por tu amor.

Estoy aquí para quererte…

Estoy aquí para adorarte…

Estoy aquí para decirte que,

como yo, nadie te amó.

 

(“Yo soy aquel”, Raphael)



Para acostarse con un hombre, Diana tiene a su marido; con Santi es diferente: todo es más romántico, nada está calculado y las cosas pasan porque sin que puedan evitarlas. ¡Con eso le basta!

 

Durante años, ella compartió portadas con la familia real, sobre todo cuando anunció su ruptura con su marido y el Tribunal de la Rota declaró nulo su matrimonio, o cuando se casó en segundas nupcias con un famoso tenor italiano con el que grabó un anunció de cava en el que ella y sus dos hijas felicitaban la Navidad a todos los españoles. ¿Gemelas? ¡Qué casualidad!

 

Santi (Juanjo Puigcorbé) era un buen esposo -su mujer se lo ponía fácil-; pero, por Diana (Ana Belén), estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta. Lo malo es que ella era consciente de que solo se vive una vez y siempre quiso vivir bien. Le pediría dinero, mucho dinero, y él no se lo podía dar.

 

La noche que mataron a Lennon, los dos lloraron recordando su primer encuentro, pero lo hicieron por separado. Lo suyo no puede ser casualidad: ¡es simple mala suerte! El amor perjudica seriamente la salud, pero, afortunadamente, el tiempo lo cura casi todo. Enamorarse es una putada y, sobre todo, es muy poco práctico…


 

No sé por qué te quiero;
será que tengo alma de bolero.

Tú siempre buscas lo que no tengo.
Te busco en todos y no te encuentro.
Digo tu nombre cuando no debo.

No sé por qué te quiero.
Si voy a tientas, tú vas sin freno.
Te me apareces en los espejos
como una sombra de cuerpo entero.
Yo me pellizco y no me lo creo.

Querer como te quiero

no va a caber en ningún bolero.
Te me desbordas dentro del pecho.
Me robas tantas horas de sueño;
me miento tanto que me lo creo.

Querer como te quiero
no tiene nombre ni documentos.
No tiene madre; no tiene precio.
Soy hoja seca que arrastra el tiempo:

medio feliz en medio del cielo.

Si no me hicieran falta tus besos,
me tratarías mejor que a un perro:
piensa que es libre, porque anda suelto,
mientras arrastra la soga al cuello.

(“No sé por qué te quiero”, Ana Belén)

domingo, 13 de junio de 2021

ESPAÑOLAS EN PARÍS: cinema vérité

Santander, 2 de junio de 2.021

La película “Españolas en París” (1.971) supuso el pistoletazo de salida a lo que se denominó la ‘tercera vía’ del cine español, caracterizada por la realización de producciones próximas al cine de autor cuyos guiones planteaban problemas relacionados con la sociedad española tardofranquista.



La ópera prima de Roberto Bodegas es una película valiente, protagonizada por mujeres luchadoras, fuertes e independientes, que habla de asuntos que no estaban presentes en el cine de la época, como el divorcio, o el aborto. Su rodaje supuso el reencuentro y la reconciliación de Ana Belén con el cine, después de haber protagonizado seis años antes “Zampo y yo” (1.965). El reparto lo completan, entre otros, Laura Valenzuela, Tina Sainz, José Luis López Vázquez, José Sacristán o Máximo Valverde.

 

La cara de susto que tiene la pobre Isabel García Laguna (Ana Belén) cuando llega a París, dispuesta a trabajar como criada y ganar un dinero con el que ayudar a sus padres a pagar los estudios de su hermano pequeño, da penuca.



 

Es natural de Sigüenza, sus padres son agricultores y tiene cuatro hermanos más pequeños. No sabe francés, pero es una chica muy despierta: ¡aprenderá pronto!



Las condiciones laborales de las empleadas del hogar en el país vecino no estaban nada mal: una paga mensual de seiscientos cincuenta francos, habitación en la buhardilla, los domingos y una tarde a la semana libres, y una jornada laboral que terminaba a la nueve de la noche: ¿qué más se podía pedir? Las criadas españolas querían mucho a los niños y eran trabajadoras, alegres y honradas -decían los franceses-, pero también testarudas, caprichosas y muy escandalosas y, además, recibían demasiadas visitas de familiares y conocidos…



Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja,
como un aullido interminable.
Te sentirás acorralada;
te sentirás perdida, o sola.
Tal vez querrás no haber nacido,
pero tú, siempre, acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti, como ahora pienso.
La vida es bella. Ya verás como,

a pesar de los pesares,
tendrás amigos, tendrás amor…
Un hombre solo, una mujer,
así tomados, de uno en uno,
son como polvo: ¡no son nada!
Nunca te entregues, ni te apartes;
junto al camino, nunca digas:
“no puedo más y aquí me quedo”.
Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
que les ayude tu canción.
No sé decirte nada más,
pero tú debes comprender

que yo aún estoy en el camino.
Pero tú, siempre, acuérdate
de lo que un día yo escribí

pensando en ti, como ahora pienso.

 

(“Palabras para Julia”, Paco Ibáñez)


jueves, 10 de junio de 2021

ZAMPO Y YO: ¡es maravilloso soñar!

Santander, 27 de mayo de 2.021

Ana Belén cumple hoy setenta años. Tenía trece cuando debutó en el cine. Protagonizó, junto a Fernando Rey, el melodrama “Zampo y yo” (1.965) y parecía destinada a convertirse en una nueva Marisol, pero la película no tuvo el éxito que se esperaba y su carrera se estancó un poquito.



Jeremías era un ángel triste que se pasaba el día llorando, pero, como en el Cielo está prohibido llorar, le castigaron vistiéndolo de payaso y enviándolo a la Tierra para hacer reír a todos lo niños del mundo. Cuando por las noches, caía rendido bajo las estrellas, viéndolas, se acordaba de los demás ángeles y le entraban ganas de volver con ellos, pero sabía que nunca podría hacerlo porque, en la Tierra, siempre habrá algún niño que no sepa reír. Por eso, siempre que veas algún payaso, apláudele: ¡puede que sea aquel Jeremías!

 

Ana Belén es una niña triste que siempre está sola. Su madre murió y su padre, a quien ella querría tener a su lado a todas horas, siempre está lejos, pensando en sus negocios. A veces, le gustaría castigarlo mirando de cara a la pared…


 

Vive en el Barrio de Salamanca y acaba de aprobar, con muy buenas notas, la reválida de cuarto. En casa no hay nadie a quien contárselo, así que, cansada de tanta soledad, para huir de ella, sale sola a la calle. Es entonces cuando surge el milagro: ¡se da de bruces con un pequeño circo instalado en un solar de los viejos barrios de Madrid!

Es el circo de Zampo, un viejo payaso al que le carretea un poco el corazón. El espectáculo ya ha comenzado, pero Manolo -un buen chico al que resulta muy fácil coger cariño-, la convence para entrar a verlo. Al acabar la función, el muchacho le presenta al payaso y, rápidamente, Ana Belén y él hacen muy buenas migas: comparten secretos, confidencias y una preciosa melodía.



Bajo la luna polvorienta

he descubierto un nuevo cielo

y a ti, que, con tu cara de color,

me has enseñado las luces

fantásticas de un mundo mágico

-tu mundo-,

hecho de música y de ilusión:

el mundo mágico del circo,

que por primera vez me hizo reír.

Ahora, Zampo, soy feliz

porque tu mundo conocí:

¡lo llevaré en mi recuerdo siempre!

 

Su madre y él hubieran sido buenos amigos. De hecho, lo fueron, aunque la pequeña no lo sepa… Si viviera todavía, puede que las cosas hubieran sido diferentes: “Solo ella supo comprender el porqué de Zampo y que quisiera hacer reír a la gente”, se lamenta el payaso.


 

La, ra-ra-rá…

Esta es la canción de Zampo con su dulce melodía.

La, ra-ra-rá…

Tienes que reír, payaso.

¡Tienes que olvidar!

Pero, en su caminar, canta el corazón de Zampo;

busca la soledad y, a su alrededor,

todo es luz y alegría.

La, ra-ra-rá…

Siempre la canción de Zampo,

con su la-ra-rá…

 

Viviendo bajo las lonas del circo, junto a las humildes gentes que constituyen su gran familia, Zampo ha conocido muchas cosas que le han hecho tener confianza en un mundo mejor. Hace años, cuando anunció que iba a abandonar el consejo de administración de la empresa de su familia, su hermano dejó de hablarle y pregonó a los cuatro vientos que había dejado de existir para él. Debió de ser verdad, porque Ana Belén -su sobrina-, ni siquiera sabe que existe. Solo su madre supo comprenderle…

 

Ana Belén, tú serás la última niña a quien habré proporcionado con mi cara pintada un poco de felicidad. Algo me dice que pronto emprenderé un viaje muy largo camino de un mundo lejano donde no me hará falta trabajar porque allí todo el mundo es feliz. Te dejo, como recuerdo, mi pequeño circo. Es tuyo, Ana Belén. Estoy seguro de que sabrás defenderlo. Quiere mucho a tu padre y pídele perdón para Zampo. Mi testamento será para él la última pirueta de un payaso. ¡Una pirueta genial!

 

Zampo

 

Zampo se ha ido para no volver más, aunque dicen que los payasos, cuando se marchan, lo hacen solo para vivir eternamente. Su corazón le estalló de lo grande que lo tenía. Le hizo: ¡pum!, y se murió. Ahora ya no está, y el mundo nunca será igual. Cruzó por la vida procurando divertir a los demás y, así, consiguió ser feliz. 



Es maravillosa la vida.

Es maravilloso soñar.

Cualquier cosa es grande en este tonto mundo

si uno aprende a mirarlas con ojos de payaso.

Es maravillosa la vida.

Es maravilloso soñar.

Andar bajo el sol, o bajo la luna,

y ver los sueños pasar.

Es maravilloso que existas.

Fue maravilloso encontrarte.

Es maravilloso vivir.

Es maravilloso cantar.

Y, aunque los sueños sean sueños nada más,

es maravilloso soñar.


sábado, 29 de mayo de 2021

LA CORTE DE ANA: su vida es un regalo

Santander, 22 de abril de 2.021

Ana Belén -cantante y actriz-, es una imprescindible de nuestro artisteo. La 2 de Televisión Española así se lo ha reconocido y, por eso, ha producido un documental de una hora de duración dirigido por Fernando Méndez-Leite en el que ella misma, junto a muchos de sus amigos y compañeros, repasa su larguísima trayectoria: “La corte de Ana” (2.020).



María del Pilar Cuesta Acosta nació en Madrid, en la calle del Oso -cerca del rastro-, el 27 de mayo de 1.951. De niña, se pasaba el día jugando en la calle: “Las casas eran tan inhóspitas -recuerda-. Hacía tanto frío, a no ser que te metieras en la mesa camilla, que era mejor estar en la calle”.


 

Dentro de mi corazón
hay caballos de cartón;
hay juguetes de latón,
la parroquia, el callejón
en donde nunca se puso el sol,
en donde tuve el primer amor;
la primera comunión,
las canciones que aprendí…
El espejo descubrió,
al llegar un mes de abril,
dos margaritas llenas de sol
a cada lado del corazón.
En la calle me crié;
mi primera piel cambié.
Entre brumas puedo ver
cómo éramos ayer.
En un barco de papel,
de la calle me alejé:
¡qué nostalgia, mi niñez!
Por un día tan solo quiero volver.
Como Blancanieves fui;
adoraba a Marilyn.
Nunca llamó mi atención
Agustina de Aragón.
Con Yuky el Temerario viví,
y en brazos de Tarzán fui feliz.

 

(“Calle del Oso”, Ana Belén)

 

Sus padres tenían muy buen oído y cantaban mucho; quizás, por eso, le dio a ella por cantar. Gracias a una profesora del colegio -doña Paquita-, se apuntó a un concurso en Radio España. Le gustó la experiencia y, después, se apuntó a los concursos de otras emisoras: La Voz de Madrid, Ra-dio Intercontinental, Radio Madrid…, en los que siempre coincidía, más o menos, con los mismos niños.

 

En 1.964, empezó a trabajar en el cine. Tenía solo trece años…


 

“Hola, ¿qué tal? Yo, muy nerviosa: ¡hecha un flan! Ya sé lo que están ustedes pensando, ¿a que sí?: <<Otra niña más en el cine español>>. Yo no tengo la culpa de haber nacido hace trece años nada más; pero es que, además… Esto es lo más gordo: además de ser niña, cantó…” 

(Pruebas a Pilar Cuesta, año 1.964)

 

El primer nombre artístico que le pusieron fue María José, pero, enseguida empezaron a llamarla Ana Belén, pues ese era el nombre de la niña a la que interpretaba en su primera película: “Zampo y yo” (1.966).

 

“Me siento muy bien cuando me llaman Ana. Cuando me llaman Ana Belén, no, porque me recuerda a “Zampo y yo”: que continuamente me llamaban Ana Belén”.

 

“El recuerdo que tengo de “Zampo y yo” es un equipo maravilloso y un director horroroso, que era Luis Lucía…”, confiesa Ana Belén, que di-ce de él que se pasaba el día gritando y no le dejaba reír-se, porque decía que tenía muchos dientes…

 

Hizo “Zampo y yo” y se acabó. La película no funcionó y se canceló el rodaje de las otras tres que, por contrato, tendría que haber hecho después.

 

Miguel Narros, que había trabajado con ella, la cogió por banda y le dijo que, si de verdad quería ser actriz, tenía que estudiar. Poco después, empezó a trabajar con él en el T.E.M. (Teatro Estudio de Madrid), una escuela diametralmente opuesta a la Escuela Oficial de Arte Dramático de Madrid.


Cuando Narros fue nombrado director del Teatro Nacional, decidió montar “Numancia” con muchos de los estudiantes del T.E.M., entre ellos una jovencísima Ana Belén, que solo tenía diecisiete años cuando salió de gira con la compañía por primera vez. La experiencia que adquirió con el teatro clásico le permitió, después, acometer cual-quier clase de trabajo convencida de ser capaz de sacarlo adelante.

 

Para Televisión Española, hizo un “Romeo y Julieta”, unas “Mocedades del Cid” y una novela de veinte capítulos dirigida por Pilar Miró: “La pequeña Dorrit” (1.970).

 

“Vino a ver una función Roberto Bodegas y me encontré haciendo “Españolas en París” (1.971). No podía haber encontrado una película mejor para volver al cine”, confiesa la actriz.

 



Miguel Ríos conoció a Ana Belén cuando Adolfo Waiztman, que fue quien hizo la música de “Zampo y yo”, se la presentó. Joan Manuel Serrat lo hizo un poco más tarde, pero los dos presumen de haberla conocido antes que Víctor Manuel, quien, a la postre habría de convertirse en el gran amor de su vida.



En 1.971, Ana Belén estaba haciendo la obra de teatro “Sabor a miel” y, al llegar a La Coruña, le presentaron a Julio Iglesias y Víctor Manuel, que estaban haciendo una gira juntos en la que, cada día, uno era el telonero del otro. Poco después, el asturiano y ella protagonizaron la película “Morbo” (1.972), dirigida por Gonzalo Suárez, y fue durante el rodaje de esta cuando surgió el flechazo. Empezaron su relación siendo muy jóvenes: lo tenían todo por aprender. Fueron muy generosos los dos y gracias a eso aquel fogonazo duró para siempre.


“Ana es una mujer muy fuerte que está llena de dudas -dice Víctor Manuel-. Tiene unos prontos terribles, pero se le pasan en cinco minutos”.

 

“Víctor es más equilibrado que yo”, reconoce Ana. “Si no le hubiera conocido, es probable que nunca hubiera retomado la música”, confiesa.




“Estaba como asustada ante la vorágine que para ella representaban las compañías de discos”, explica Víctor.


Él consiguió quitarle el miedo, convencerla de que tenía una voz estupenda y un hueco dentro de la música, y soltarla sobre un escenario. “A partir de ahí, va todo engrasado”, explica él.



“Me siento muy halagada con todas las canciones que Víctor ha hecho para mí, pero también hay ahí un punto de pudor…”


Cuando te pones a escarbar en la memoria
vas escogiendo del pasado aquellas cosas
que te apuntalan, que te afirman, que te enrocan;
que te protegen de algunas sombras.
Yo, tan esclavo como el labio de la boca.
Yo, tan atado como el niño a su pelota.
Tan desarmado como un rey sin su corona;
como una barca sobre las olas.

Sin ti, me faltaría el alfabeto.
Sin ti, consigo hacerme tan pequeño
que, si alguien hace así, desaparezco
como un globo de gas que se va al cielo.

 

No sé muy bien si soy el hilo o la cometa.
No sé si soy el corazón o la cabeza.
Nunca sabré si soy el alma o la materia;
si soy el palo, si soy la vela.

Entre los dos nos inventamos lo imperfecto
con la apariencia de hacer siempre lo correcto.
Qué sabe nadie lo que nos pasa por dentro.
A quién le importa si yo te quiero.

 

Sin ti, me faltaría el alfabeto.
Sin ti, consigo hacerme tan pequeño
que, si alguien hace así, desaparezco
como un globo de gas que se va al cielo.

 

(“Canción pequeña”,

Ana Belén y Víctor Manuel)

 

Después del rodaje de “Españolas en París”, Ana Belén volvió a hacer cine con cierta regularidad y se ganó el respeto de unos compañeros que, en 2.017, la homenajearon entregándole un Goya de honor con el que, de alguna manera, premiaban toda su trayectoria.


 

Ana y Víctor se casaron el 13 de junio de 1.972 y fueron padres; tuvieron una hija y un hijo. Marina, desde muy pequeña, quiso ser actriz. David, por su parte, empezó a estudiar -primero informática y después químicas-, pero terminó dedicándose a la música.

 

En 1.996, ambos salieron de gira con Miguel Ríos y Joan Manuel Serrat, arriesgándose los cuatro a estropear una gran amistad, pero aquello salió genial.


 

Hoy puede ser un gran día; plantéatelo así.
Aprovecharlo, o que pase de largo,

depende, en parte, de ti.
Dale el día libre a la experiencia, para comenzar,
y recíbelo como si fuera fiesta de guardar.
No consientas que se esfume;

asómate y consume la vida a granel.

Hoy puede ser un gran día; duro con él.

Hoy puede ser un gran día,

donde todo está por descubrir,
si lo empleas como el último que te toca vivir.
Saca de paseo a tus instintos y ventílalos al sol,
y no dosifiques los placeres; si puedes, derróchalos.
Si la rutina te aplasta,

dile que ya basta de mediocridad.

Hoy puede ser un gran día; date una oportunidad.

Hoy puede ser un gran día, imposible de recuperar;
un ejemplar único, no lo dejes escapar.
Que todo cuanto te rodea lo han puesto para ti;
no lo mires desde la ventana y siéntate al festín.
Pelea por lo que quieres

y no desesperes si algo no anda bien.

Hoy puede ser un gran día, y mañana también.

 

(“Hoy puede ser un gran día”,

Joan Manuel Serrat)

 


“Ana Belén es muy buena compañera, y, además, como es tan bella y tan atractiva, distrae mucho a la gente; la gente está muy pendiente de ella y tú puedes tener más oportunidades de equivocarte”, confiesa Serrat, y no le falta razón…

 


“El hecho físico de cantar es liberador”, dice Ana Belén, que reconoce haber trabajado mucho y haber disfrutado mucho haciéndolo…


Vida: siempre estoy agradecida
por lo mucho que me has dado
desde el punto de partida.
Por eso, vida, nunca me doy por vencida;
tengo amor, tengo caricias
y me siento muy querida.

Esto que te cuento no es un cuento;
no hay dragones, ni princesas,
ni unos gramos de misterio.
He tocado el cielo con mis dedos;
puedo mirarme al espejo
sin reproches y sin miedos.

Por eso, vida, te doy todo lo que tengo
si, debajo del sombrero,
mi cabeza está en su centro.
Vida, concédeme este deseo:
que esto que late en mi pecho
llegue hasta el último aliento.

Yo, que he dado vida a tantas vidas,
pienso, al mirarme por dentro:
<<no hay otra como la mía>>.
Mientras se derrumba todo el cuerpo,
me esfuerzo por escapar
de ese polvo que seremos.

Y, por eso, vida, aquí te estampo mi firma.
Me alegran las alegrías
y no olvido las espinas.

Siempre he trabajado en el alambre;
si el teléfono no suena,
te comen todos los males,
pero siempre me gustó la geometría,
con sus curvas y sus rectas,
el vivir de cada día

Vida, no me cortes estas alas
que, mientras una se mueve,
la vida se hace más ancha.

 

(“Vida”, Ana Belén)


La vida es un regalo que no se cansa de saborear…

 


Tu sonrisa decora la tarde

con canciones hermosas que vuelan;
mariposas que llenan el aire

de esperanza y dulce hierbabuena.
Tu sonrisa decora la tarde

con pinceles de luz y colores;
va sembrando por todas las calles,

locos sueños de mis emociones.
Se evaporan las malas noticias

que llenaron todos los diarios.
En el vuelo fugaz de tu brisa

vuelve a ser esta vida un regalo.
Y se curan las viejas heridas,

y no duele que pasen los años.
Si me alumbra la luz de tu brisa,

viene a ser esta vida un regalo.

En el vuelo fugaz de tu brisa,

vuelve a ser esta vida un regalo.
¡Esta vida es un regalo!

Tu sonrisa decora la tarde,

con orillas de playas lejanas;
primaveras llenando el paisaje,

sol radiante en todas las ventanas.
Tu sonrisa decora la tarde,

con puñados de nuevas pasiones;
con recuerdo de infancia y de viajes,

con estrellas que incendian la noche.
Se evaporan las malas noticias,

que llenaron todos los diarios.
En el vuelo fugaz de tu brisa,

vuelve a ser esta vida un regalo.
Y regresan, de pronto, a la orilla,

las botellas con buenos presagios.
Si mi abrigo firmas con tu brisa,

vuelve a ser esta vida un regalo
Que, en el vuelo fugaz de tu brisa,

vuelve a ser esta vida un regalo.
¡Esta vida es un regalo!
¡Esta vida, hoy, es un regalo!

 

(“Esta vida es un regalo”,

Ana Belén)


miércoles, 6 de marzo de 2013

BYE, BYE, RÍOS - ROCK HASTA EL FINAL: ¡¡¡BIENVENIDO!!!

Santander, 4 de diciembre de 2.010


El granadino Miguel Ríos ha decidido poner fin a una larga carrera sobre los escenarios que arrancó en Madrid 1962 y su gira de despedida ha aterrizado hoy en un entregadísimo Palacio de Deportes.


El “vientre de la ballena de Jonás” ha gozado con el carisma, la entrega y la voz de un rockero que seguro que nunca se jubilará del todo y que esta noche nos ha hecho vibrar durante casi dos horas y media de concierto.

“Bye, bye Ríos”

Tengo anotado en un antiguo diario no envejecer nunca en el escenario;
A mi tercera edad llego la hora de la verdad
Dejo las giras y dejo los vicios; tantos placeres y sacrificios.
Voy a dejar de saltar, porque me voy a jubilar.

Aún tengo megas en mi memoria para otros quince minutos de gloria.
Comienza la cuenta atrás para que canten los demás.

¡Adiós, adiós! Me despido del rock and roll,
Se acaba la función.
Después de triunfos, fracasos y luchas quiero seguir cantando en la ducha.
Veré con gran emoción mi vida por el retrovisor.

El rock and roll de la despedida, por un momento anestesia la herida.
Pero no quiero llorar; tan sólo quiero celebrar.
¡Adiós amigos!
Os llevo en mi corazón, ¡Adiós!
Sonó fuera luz; se baja el telón ;se acaba la función.
Dejarlo a tiempo es una gran victoria; quiero aprender a vivir otra historia.

Oigo cantar mi canción:sSerán las musas que me dicen adiós
¡Bye, bye Ríos, goodbye! ¡Bye, bye Ríos, adiós!
Adiós.
.

Por los pelos he llegado a disfrutar de un directo de este pedazo de artista al que hasta hoy sólo había visto sobre el escenario en el concierto homenaje al gran Antonio Vega y junto a sus amigos Joan Manuel Serrat, Ana Belén y Víctor Manuel cuando en el año 1.996 la gira de “El gusto es nuestro” recaló en la plaza de toros de nuestra ciudad.
Entonces ya vibré con él (aunque esa noche quién de verdad me impactó fue una impresionante Ana Belén).

Lo de hoy, sin embargo, ha sido diferente y la última media hora de concierto, cuando presentíamos el final, ha sido realmente emotivo.
Seguro que le veremos de nuevo colaborando con alguno de sus múltiples amigos así que esto no es un adiós sino un hasta luego.


"Himno de la alegría"
...
Escucha hermano la canción de la alegría,
el canto alegre del que espera un nuevo día.
Ven, canta, sueña cantando, vive soñando el nuevo sol
en que los hombres volverán a ser hermanos.

Si en tu camino sólo existe la tristeza,
y el llanto amargo de la soledad completa,
ven, canta, sueña cantando, vive soñando el nuevo sol
en que los hombres volverán a ser humanos.

Si es que no encuentras la alegría en esta tierra,
búscala hermano más allá de las estrellas.
Ven, canta, sueña cantando, vive soñando el nuevo sol
en que los hombres volverán a ser hermanos.