domingo, 3 de febrero de 2013

SEGOVIA: una caja de postales (V)

Segovia, 11-13 de octubre de 2.012

Es nuestro último día en Segovia y aún nos quedan muchos lugares por visitar.
Madrugamos y un espléndido cielo azul salpicado por un puñado de globos aerostáticos que sobrevuelan la ciudad nos da los buenos días.

Llegamos al Alcázar antes de que éste abra sus puertas y aprovechamos para pasear por los jardines de la Plaza de la Reina Victoria Eugenia. Ésta se encuentra frente al castillo, en el lugar ocupado por la antigua catedral románica de Santa María, construida en el siglo XII y destruida en 1.520 durante la Guerra de las Comunidades.


Los laterales de la plaza constituyen dos fantásticos miradores sobre las vegas de los ríos Eresma y Clamores mientra que el centro de la misma lo ocupa desde 1.910 un monumento de piedra y bronce que rinde homenaje a los capitanes de artillería D. Luis Daoiz y D. Pedro Velarde que dieron su vida por la independencia de España encabezando el levantamiento popular de Madrid contra las tropas francesas del 2 de mayo de 1.808.


Ambos habían recibido formación en el Real Colegio de Artilleros de Segovia, institución académica militar fundada por el rey Carlos III en 1.764 e instalada en el Alcázar desde sus inicios, aunque con breves paréntesis, hasta que el incendio originado el 6 de marzo de 1.862 destruyó todas las techumbres de la fortaleza y provocó su abandono.

Afortunadamente, unos años antes un profesor de dibujo de la Escuela de Bellas Artes de Segovia, José María Avrial y Flores, había dibujado con extremada precisión los interiores del palacio, incluyendo minuciosos detalles de sus techos y decoraciones murales que permitieron en 1.882 acometer los delicados trabajos de reconstrucción y restauración de la fortaleza destruida por el fuego. 
El Alcázar se alza en el extremo noroccidental de la ciudad, emergiendo sobre una roca erosionada por el agua de los ríos que la envuelven.





Las primeras referencias escritas del castillo datan del siglo XII, poco después de la reconquista de la ciudad por porte de Alfonso VI, aunque es muy probable que éste existiese con anterioridad. El reciente descubrimiento junto a sus cimientos de sillares de granito similares a los utilizados para la construcción del acueducto invita a pensar incluso en la posibilidad de la existencia en este lugar de algún tipo de fortificación durante la ocupación romana.
No existen restos arquitectónicos del edificio anteriores al reinado de Alfonso VIII  (finales del siglo XII - principios del siglo XIII)  y desde entonces se suceden las actuaciones destinadas a transformar la fortaleza en residencia cortesana frecuentada por los reyes de Castilla siendo las más importantes las acometidas a principios del siglo XV por los reyes de la Casa de los Trastámara.




Adquirimos nuestras entradas en La Casa de la Química, edificio adyacente de finales del siglo XVIII que fue el laboratorio del Real Colegio de Artilleros y el lugar en el que Louis Proust elaboró su ley de las proporciones definidas: "cuando dos o más elementos se combinan para  dar un determinado compuesto siempre lo hacen en una relación de masas constante".
Comenzamos nuestra visita...



Cruzamos el estrecho puente que nos permite salvar el profundo foso que protegía al Alcázar de eventuales ataques y después de atravesar su muralla penetramos en el interior de la torre construida durante el reinado de Juan II.


Se trata de una torre rectangular de 80 metros de altura construida sobre los muros de una más antigua de la que se conserva una hermosa ventana de estilo almohade del siglo XIII y a cuya parte superior se puede subir por una estrecha escalera de caracol para desde allí contemplar todo Segovia. Está coronada por doce vistosas torrecillas y sus paredes están decoradas, como gran parte de las fachadas del castillo, con excelentes esgrafiados.


El esgrafiado es una técnica decorativa muy utilizada en Segovia y utilizada en las fachadas de muchos de sus edificios consistente en la retirada de parte de la capa superficial del revestimiento dejando al descubierto la capa inferior utilizando para ello plantillas que permiten conseguir la repetición de motivos geométricos o vegetales. En el caso del Alcázar el esgrafiado está formado por círculos regulares decorados con pequeños restos de escoria en los puntos de tangencia.

En el extremo contrario del castillo se encuentra la otra gran torre, la Torre del Homenaje, coronada con cinco torreones en los que destacan los chapiteles de pizarra con los que el rey Felipe II hizo cubrir las techumbres del palacio en el siglo XVI.




Entre ambas se  disponen dos patios que articulan toda la arquitectura de la fortaleza: el patio del reloj y el patio de armas.
En este último, sobrio, de estilo herreriano, que data del siglo XII pero que fue completamente reformado por Francisco de Mora en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, nos reunimos con la guía que nos acompañará durante el viaje en el tiempo al que nos vamos a lanzar.
Siguiendo sus pasos accedemos al ala este del palacio, el que se asoma al río Eresma, que es donde se encuentran las estancias más vistosas e importantes.
Lo hacemos por la parte más antigua del castillo: la Sala de Ajimeces o Sala del Palacio Viejo.



Es un salón de planta rectangular cuya construcción corresponde al reinado de Alfonso VIII. Conserva los ventanales románicos ojivados que daban luz al palacio antes de la ampliación del mismo merced a la construcción de una segunda crujía.
Los zócalos, pintados en rojo sobre estuco blanco, son de estilo mudejar y la sala se encuentra decorada con armaduras de a pie y ecuestres del siglo XV.


Junto a ella se encuentra la Sala de la Chimenea, que pertenece a la ordenación llevada a cabo en el Alcázar por Felipe II y que recibe su nombre por la presencia de la única chimenea existente en el castillo.
Esta sala facilita el acceso a la segunda crujia en la que se encuentran la Sala del Trono, la Sala de la Galera y la Sala de las Piñas.

La impresionante portada que comunica la Sala de la Chimenea y la Sala del Trono conserva intacta su decoración mudéjar original.

La Sala del Trono, de planta cuadrada, tiene sus muros cubiertos con brocateles y terciopelos rojos y está decorada con un friso de yesería gótico-mudejar y una vidriera que representa a Enrique IV y conmemora la batalla de Jimena, obra, como todas las del palacio, del artista contemporáneo Carlos Múñoz de Pablos.
El artesonado del techo es de 1.456, similar al destruido durante el incendio y trasladado pieza a pieza desde una iglesia de Valladolid.




En posición elevada y bajo un dosel de terciopelo rojo con el blasón de los Reyes Católicos y su divisa 'tanto monta' dominan la sala unos tronos de principios del siglo XX.




Éste era el lugar en el que  los monarcas recibían a nobles y plebeyos durante las audiencias reales y se encontraba junto a la Sala de Embajadores en la que las visitas aguardaban su turno.
Originalmente era una terraza abierta sobre el adarve de la fortelaza a la que se abrían las ventanas de la Sala de Ajimeces.
Durante los reinados de Alfonso X y Alfonso XI éste espacio fue cubierto y cerrado convirtiéndolo en una segunda crujía paralela al Palacio Viejo que posteriormente, en 1412, Catalina de Lancaster, madre de Juan II, reformó totalmente, abriendo dos estancias más pequeñas en sus extremos que luego remodelaría Enrique IV (Sala del Trono y sala de las Piñas).
En la actualidad se denomina a esta sala Sala de la Galera por la forma del artesonado de su techo, similar al casco invertido de una gran embarcación.


Está construido con madera de cedro pintada de color rojo y azul con detalles dorados, y descansa sobre un friso mocárabe de tres metros y medio de altura 

En los ventanales se pueden observar dos vidrieras que representan a Enrique III y su familia y a Enrique II respectivamente y en el muro de poniente se puede contemplar una pintura mural de grandes dimensiones obra de Carlos Múñoz de Pablos que conmemora uno de los acontecimientos históricos de mayor relevancia vinculados a la fortaleza: la proclamación de Isabel La Católica como reina de Castilla el 13 de diciembre de 1.474 en la portada de la Iglesia de San Miguel, en la Plaza Mayor, a donde se había dirigido desde el Alcázar.


Al otro lado del mural se encuentra la Sala de las Piñas, espacio gemelo de la Sala del Trono que, como aquél, fue remodelado por Enrique IV en 1.452.

Las 392 'piñas' que decoran el artesonado del techo le dan nombre a la sala y el friso gótico-mudejar que lo sustenta tiene como elemento central unos ángeles que ostentan las armas de Castilla y León.
De las paredes, cubiertas con damascos, penden sendos tapices de los siglos XV y XVI y mobiliario de la época (entre el que destacan varias sillas de tijera denominadas 'jamugas', una de ellas con hermosas incrustaciones de márfil) y una vidriera que representa a Alfonso VIII con su hija Dª Berenguela completan la decoración de la sala.


Regresamos a la primera crujía y accedemos a la Cámara Regia, cuyas portadas son neomudejares y reproducen las del palacio que Enrique IV tenía en el segoviano barrio de San Martín. La sala está ocupada por una cama gótica de nogal con su cielo cubierto por un brocatel rojo tejido en oro y sus muros están cubiertos por tapices y sargas que representan escenas de la vida cortesana.

Desde ahí pasamos a la espectacular Sala de Reyes, la más importante del palacio antes de la construcción de la segunda crujía.


El friso representa a cincuenta y dos reyes de Castilla, León y Asturias en actitud sedente. Fueron pintados por Hernando de Ávila, pintor de cámara de Felipe II que previamente había completado la serie de reyes en relieve iniciada por Alfonso X y Enrique IV.


El listado de reyes representados incluye a Alfonso de Aragón, marido de Dª Urraca, alterando la numeración de los reyes con este nombre a partir del séptimo, convirtiendo al 'Sabio' en el undécimo.

A éste precisamente se debe el nombre que recibe la siguiente sala del castillo, la Sala del Cordón, pues cuentan que fue el propio Alfonso X 'el Sabio' quien ordenó colocar el cordón franciscano que decora sus muros como penitencia por su desmedido orgullo después de un rayo impactase en una de las torres del palacio al poco tiempo de que el propio rey afirmase, observando las estrellas, que si Dios le hubiera consultado hubiera hecho mejor el Universo.


Se trata de una estrecha sala que a través de la pequeña estancia conocida como el Tocador de la Reina en la que se originó el incendio que en 1.862 destruyó la fortaleza facilitaba el acceso a la capilla del palacio

Entre sus muros tuvo lugar la misa de velaciones de Felipe II con Ana de Austria después de su matrimonio.
El retablo mayor, de estilo gótico, pertenece a la escuela castellana del siglo XVI y consta de diecisiete tablas con escenas bíblicas del nuevo testamento y una talla de Santa Bárbara.




Una reja de hierro forjado del siglo XVI da acceso a la antecapilla por la que salimos a la Terraza de Reyes o Terraza del Pozo y entramos a parte inferior de la Torre del Homenaje convertida en Sala de Armas donde se puede contemplar una importante colección de armaduras, piezas de artillería (bombardas, cervatanas, pasavolantes y morteros), ballestas, alabardas, estoques, puñales de 'misericordia' y otras armas de diferentes épocas.


Salimos al Patio del Reloj y desde él accedemos al ala oeste de la fortaleza que alberga el Museo del Real Colegio de Artillería por el que pasamos sin prestar demasiada atención a vitrinas y paneles explicativos.

Regresamos al Patio de Armas y salimos de nuevo a los jardines.
Las estancias que hemos visitado fueron la residencia favorita de los reyes castellanos durante la Edad Media.


File:Alcazar05 5-4-04.JPG

El fuego pudo con ellas pero los importantes trabajos de restauración llevados a cabo nos permiten viajar en el tiempo e intuir como fue el palacio hace más de cuatrocientos años.

Nuestra visita ha terminado; seguimos nuestro paseo...

1 comentario:

  1. https://picasaweb.google.com/111692889641259320442/10SEGOVIA2011# mis fotos de segovia por si quieres echarles una ojeada

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