sábado, 23 de noviembre de 2013

CONCIERTO DE SANTA CECILIA: ¡felicidades a todos!

Santander, 22 de noviembre de 2.013


Hemos de suponer que Santa Cecilia fue una joven que vivió en Roma entre los siglos I y IV. Educada en la fe cristiana, pertenecía a una familia noble que, en contra de su voluntad, le prometió con un joven romano llamado Valeriano aún cuando ella le había consagrado ya su virginidad a Cristo. El día de su boda Cecilia le rogó a Dios que le mantuviera pura y cuando su esposo se quedó a solas con ella le anunció que tenía un ángel guardando su virginidad. Valeriano fue convertido y bautizado y al regresar junto a Cecilia vio al ángel y se comprometió a respetar la pureza de su esposa.
Éste, junto a su hermano Tiburcio, comenzó a realizar buenas obras y a sepultar mártires cristianos, pero fueron denunciados ante el prefecto de Roma y, después de ser interrogados y juzgados, fueron decapitados.
Cecilia repartió entonces los bienes de su marido entre los pobres antes de que el prefecto se los incautara. Fue arrestada y condenada a morir asfixiada en los vapores del baño de su casa pero, al salir ilesa, trataron de decapitarla. Tres certeros golpes de espada no consiguieron que su cabeza se desprendese; agonizó durante tres días y murió cuando el Papa Urbano llegó a su lado mostrándole tres dedos de una mano y uno de otra haciendo referencia a la Santísima Trinidad y haciendo hincapié en que había vivido un sólo martirio de tres días.
En el año 821 una joven de aspecto angelical se le apareció en sueños al Papa Pascual I identificándose como Cecilia, sierva de Cristo, e invitándole a buscar sus reliquias para colocarlas en la iglesia que entonces él estaba reconstruyendo. Lo hizo, las encontró y las trasladó, junto a las de Valeriano y Tiburcio, a la cripta de la actual iglesia de Santa Cecilia In Trastevere, donde aún hoy pueden venerarse sus restos.


Hasta pasada la Edad Media fue San Juan Bautista el patrón de los músicos pero durante el Renacimiento Santa Cecilia le reemplazó en este cometido.
Previamente la mártir romana había sido representada en varios manuscritos medievales iluminados así como en numerosas tablas góticas junto a un pajarillo posado en sus dedos con una gran habilidad para el canto, que posteriormente sería sustituido por diversos instrumentos musicales, para remarcar el episodio acaecido durante su boda con Valeriano, cuando mientras sonaba la algarabía de los músicos y los bailarines durante el banquete, ella le cantaba a Dios para que la preservara virgen en su noche de bodas: "haz mi corazón inmaculado para que no sea confundida".

Desde entonces se extendió la idea de que Santa Cecilia era música o cantora y a partir de la segunda mitad del siglo XVI los músicos celebran el 22 de noviembre la festividad de su patrona. 
Hoy, por lo tanto, estamos de fiesta y no se me ocurre mejor lugar para celebrarlo que en la casa de la música, mezclándome con los alumnos del Conservatorio Jesús de Monasterio, que hoy recuerdan a la joven.


Niños y niñas de entre diez y catorce años y alumnos aventajados de niveles superiores se han prestado a compartir con nosotros su talento dejando que sus dedos construyan sensaciones conforme a los planos dibujados por Chopin, Bach, Albéniz o Beethoven.
La ilusión y el trabajo de los pequeños junto con el esfuerzo de sus profesores garantiza el futuro de la música, que seguirá alimentándonos sin reparar en impuestos, recortes ni crisis. La lucha sigue... ¡FELICIDADES A TODOS!

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