martes, 10 de marzo de 2015

BURGOS: ¡¡¡repetimos!!! (I)

Bugos, 3 de marzo de 2.015


La última vez que estuvimos en Burgos dejamos pendiente una visita al Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, así que hoy repetimos...


Llegamos a la capital castellana al filo del mediodía y nos encaminamos directamente hacia el convento, situado a las afueras de la ciudad, en un espacio llano que durante la Edad Media constituía una zona de recreo para los habitantes de Burgos.
El monasterio fue fundado en 1.189 por el rey Alfonso VIII de Castilla y su esposa Doña Leonor de Plantagenet, hija del rey inglés Enrique II y de Doña Leonor de Aquitania, y se alza junto a un palacio románico del que aún se conserva algún vestigio.
Su deseo era construir un panteón real regido por una comunidad importante de la que pasarían a formar parte algunas mujeres de la alta nobleza de la época, de ahí que se distinguiese a Las Huelgas de otros monasterios cistercienses convirtiéndole en casa-madre de la orden en Castilla y dotándole de un impresionante señorío material, con más de treinta villas sujetas a la jurisdicción de su abadesa, quién solo debía obediencia al papa.
Su construcción se prolongó a lo largo del tiempo dando lugar a un complejo monástico en el que destacan la iglesia y el claustro de San Fernando -ambos del siglo XIII-, su sala capitular y un segundo claustro, conocido como las Claustrillas, que data de la época fundacional.
En la actualidad sigue conservando sus funciones monásticas y las monjas que lo ocupan respetan fielmente la regla de San Benito: 'roga et labora'.



Cruzamos bajo un robusto torreón y accedemos a un amplio y sosegado patio en torno al cual se abren diversas estancias correspondientes a la portería y a la hospedería monástica: Patio del Compás.


Allí comenzamos una encorsetada visita guiada que apenas nos deja tiempo para saborear los vestigios del pasado que nos rodea.
Atravesamos el empedrado patio y contemplamos el enrevesado juego de volúmenes dispuesto en torno a una gran torre fortificada de planta cuadrada con varios ventanales destinados a albergar las campanas del convento.


Nos dirigimos a la iglesia. Se trata de un sobrio edificio de piedra protogótico formado por tres altas naves paralelas y crucero, además de una cabecera con cinco ábsides, construido en el siglo XIII, durante el reinado de Fernando III.
Recorremos la galería exterior adosada a la nave sur del edificio, similar a una gran panda claustral y denominada Pórtico de los Caballeros, y accedemos al interior de la iglesia por el extremo sur del transepto.

En el interior llama la atención el robusto muro que separa la nave transversal del resto de naves, garantizando la satisfacción de las necesidades espirituales de las religiosas sin violar la clausura del convento. Un confesionario encastrado en el muro permitía a las monjas saldar sus cuentas con el Altísimo sin abandonar su retiro y un púlpito giratorio de hierro forjado anclado al mismo y situado bajo el crucero les hacía más fácil escuchar las palabras del sacerdote sin dejar de respetar sus votos.
La cabecera de la iglesia está formada por una capilla central, en la que se dispone el coro de los capellanes, flanqueada por dos más sencillas a cada lado.


Un fresco de grandes dimensiones pintado durante la segunda mitad del siglo XVI por los hermanos Jerónimo y Pedro Ruiz de Camargo decora el muro del transepto. Representa una escena de la Batalla de las Navas de Tolosa que el 16 de julio de 1.212 enfrentó a un ejército aliado cristiano, formado en gran parte por las tropas castellanas de Alfonso VIII, contra los musulmanes, y supuso el lento declive del imperio Andalusí.
En la esquina superior derecha del fresco se puede ver el pendón del califa almohade que lideraba las tropas enemigas: el Pendón de las Navas. Hasta hace poco tiempo se pensó que esta tela fue arrebatada a los musulmanes por Alfonso VIII durante la batalla pero estudios recientes hacen pensar que pasó a manos cristianas en el siglo XIII, cuando el rey Fernando III tomó Jaén, Córdoba y Sevilla, y que fue él quién lo trajo al Monasterio de las Huelgas.


Cruzamos la reja del transepto, flanqueada por la imagen de los fundadores, y accedemos a las naves de clausura, separadas entre sí por sendos muros de piedra.
Éstas constituyen un valioso panteón real ultrajado por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia en el que reposan los monarcas fundadores del convento y numerosos infantes de Castilla. La práctica totalidad de los sepulcros fueron profanados durante la ocupación francesa para arrancarles su ajuar a los muertos pero sus restos han sido catalogados y devueltos a sus tumbas. El grado de conservación de las ropas con las que fueron sepultados constituyen una de las colecciones de indumentaria civil de la Edad Media más importantes de Europa: fueron recuperadas y expuestas en el Museo de Telas Medievales, situado en la antigua cilla del convento, junto al famoso Pendón de las Navas.

El coro de las monjas se sitúa en la nave central, frente a un hermoso retablo renacentista.


Los sepulcros de los fundadores del monasterio que se apoyan sobre un pedestal custodiado por cuatro leones que ocupa el centro de la nave.


Desde la nave norte accedemos al Claustro de San Fernando, construido, como la iglesia, durante el siglo XIII.
Durante el siglo XVII se cegaron sus arcos góticos y se procedió a construir sobre él una galería acristalada en torno a la cual se encuentran las habitaciones de las religiosas en la actualidad. En el transcurso de las obras se dañaron seriamente las finas yeserías mudejares que decoraban las bóvedas de cañón de sus galerías pero aún se conservan algunos restos que nos permiten hacernos una idea de la enorme belleza de este rincón.


Tres vanos, apuntados los dos laterales y de medio punto el central, constituyen el acceso a la Sala Capitular, situada en la galería este del claustro.


Éste es el lugar de reunión de la comunidad y en el caso del Monasterio de las Huelgas se trata de un elegante recinto cuadrado de grandes dimensiones con techo abovedado de finísimos nervios sostenido por cuatro esbeltos pilares centrales con columnillas y ocho más adosados a los muros laterales. Bajo la tarima de madera se encuentran los sepulcros de las abadesas fallecidas.


Abandonamos el claustro gótico por su esquina nororiental y atravesando un pasillo flanqueado por los escudos de las familias de las abadesas del convento llegamos a la Capilla de Santiago. 
Construida en piedra y ladrillo, es de estilo mudejar y se encuentra fuera de las construcciones del monasterio, en la zona destinada al huerto. Destaca el friso de yesería mudejar y el impresionante artesonado policromado del techo de su cabecera.


En Las Huelgas fueron coronados reyes Alfonso XI y su hijo Enrique II de Trastámara y frente a la imagen articulada del apóstol Santiago situada en el presbiterio de esta capilla fueron armados caballeros, después de 'pasar la noche en blanco' velando armas, varios reyes.

Regresamos al pasillo y salimos por las puertas de su lado norte para acceder a un precioso claustro románico conocido como 'Las Claustrillas'.




Esta fechado en torno al año 1.200 y consta de cuatro galerías abiertas formadas por arquerías de medio punto que cabalgan sobre esbeltas columnillas pareadas coronadas por una hermosa colección de capiteles decorados con motivos vegetales y arqutitectónicos.


Estamos en la zona más antigua del complejo monástico y nos asomamos a la Capilla de la Asunción. De estilo almohade, haría las veces de iglesia del primitivo convento y constituye el único vestigio vivo del palacio románico junto al que los reyes de Castilla construyeron el monasterio.


Regresamos al Patio del Compás y concluimos la visita al monasterio.
Es hora de comer así que cogemos al coche y nos dirigimos al centro de Burgos...


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