martes, 21 de julio de 2015

GRANADA: ¡yo no estoy ciego! (VI)

Granada, 20-25 de abril de 2.015

Visitar la Alhambra implica sacar las entradas por internet con semanas de antelación y reservar hora para acceder a los Palacios Nazaríes. Nosotros traíamos los deberes hechos y teníamos billetes para después de comer así que disponíamos de toda la mañana para descubrir otros rincones de Granada...

Muy cerca del hotel se encuentra el Monasterio de San Jerónimo.
Su origen se remonta al año 1.492, cuando los Reyes Católicos patrocinaron su fundación en la desparecida ciudad de Santa Fe, pero tras la conquista de Granada fue trasladado a los terrenos sobre los que hoy se alza el Hospital de San Juan de Dios y posteriormente al solar que actualmente ocupa.

Consta de una iglesia y dos claustros en torno a los cuales se distribuyen las diversas dependencias del monasterio.
Su construcción comenzó en 1.504, pero tras el fallecimiento de los Reyes Católicos la obra sólo pudo concluirse gracias al patrocinio de doña María Manrique de Lara y Espinosa, quien a cambio pidió ser enterrada frente al altar mayor junto a su esposo, don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.
La expulsión de los monjes el 18 de agosto de 1.835, tras la desamortización de Mendizabal, propició la ruina del monasterio que, convertido en cuartel de caballería, quedó muy deteriorado, pero en 1.958 comenzó una lenta restauración impulsada por sor Cristina de Arteaga que permitió que en 1.977 fuese ocupado por la actual comunidad femenina de la misma Orden Jerónima.

Atravesamos el compás del cenobio y accedemos a un discreto claustro formado por dos pisos de galerías abiertas con arcos de medio punto que descansan sobre robustos capiteles góticos y articulado en torno a un exhuberante jardín de naranjos. A lo largo de su perímetro se distribuyen varias portadas renacentistas que facilitan el acceso a las distintas dependencias del monasterio: refectorio, capillas, sala capitular, sacristía...


Desde su extremo más occidental podemos ver, entre las rejas, el segundo claustro, ocupado hoy por las monjas de clausura pero que en 1.526 sirvió de alojamiento durante varios meses a la emperatriz doña Isabel durante el viaje de bodas con su esposo Carlos V.


Nos trasladamos a la galería situada más al sur y desde ella contemplamos uno de los laterales de la iglesia: su robusto cimborrio, un enorme escudo del Gran Capitán, la denominada 'galería de los convalecientes' y la esbelta torre derruida por los franceses y reconstruida en 1.963.

Completando el recorrido por las galerías del claustro llegamos a una magnífica portada plateresca de Diego de Siloé por la que accedemos a la iglesia.

Entramos al templo por los pies de su nave central, de estilo gótico con bóvedas de crucería: la zona por la que la iglesia comenzó a construirse. Tras la muerte de los Reyes Católicos, Jacopo Florentino primero, y Diego de Siloé después, fueron quienes se hicieron cargo de las obras y su estilo renacentista se aprecia en el crucero y la cabecera del edificio.


Estamos en penumbra debido al gran coro que se alza sobre nuestras cabezas pero la luz triunfa sobre las tinieblas y la cabecera se alza gloriósamente iluminada merced al brillante cimborrio proyectado por Diego de Siloé.
Sobre los cuatro pilares del crucero descarga unas trompas que soportan cuatro hornacinas aveneradas con imágenes de los evangelistas que permiten transformar la planta cuadrada primitiva en la planta octogonal sobre la que descansa la fastuosa bóveda de crucería encasetonada que cubre el crucero.


La iglesia está profúsamente decorada: los relieves de los casetones del crucero y de la capilla mayor son obra de Diego de Siloé y de sus discípulos, mientras que los frescos que cubren las bóvedas de la nave y sus muros son del siglo XVIII y se deben a Juan de Medina.



Merece la pena destacar la pintura que, en la Capilla Mayor, representa al Gran Capitán arrodillado ante el papa Alejandro VI mientra éste bendice la espada que le regaló.


Recorremos la nave central hasta detenernos junto a la sencilla lápida bajo la cual se encuentra la cripta en la que reposan los restos de los principales promotores de la iglesia: el Gran Capitán y su esposa.
"Los huesos de Gonzalo Fernández de Córdoba, que por su gran valor se apropió del sobrenombre de Gran Capitán, están confiados a esta sepultura hasta que de nuevo sean restituidos a la luz perpetua. Su gloria no quedó sepultada con él."

Frente a nosotros se alza el impresionante retablo de su Capilla Mayor, con las estatuas orantes de don Gonzalo Fernández de Córdoba y de doña María de Manrique a ambos lados.



Exponente del mejor manierismo andaluz, fue realizado entre 1.570 y 1.605; su diseño corresponde a Juan Bautista 'el Mozo', pero fue modificado por Diego Pesquera en 1.573 y Juan de Orea añadió algún cuerpo más en 1.605.
Está formado por tres módulos, de cinco calles el central y de dos los laterales, y consta de cuatro cuerpos que se alzan sobre banco y sotobanco decorados con relieves de varios santos.


El primer cuerpo está presidido por la imagen de la Virgen de la Pera, flanqueada por los apóstoles San Pedro y San Pablo y relieves del Nacimiento y la Adoración de los Reyes y con la imagen de varios santos en los módulos laterales.


El centro del segundo cuerpo lo ocupa la Inmaculada, con los bustos de sus padres, San Joaquín y Santa Ana, a sus pies y las figuras de los Santos Juanes y relieves de la Encarnación y de la Presentación a ambos lados. Completan este cuerpo varios santos dispuestos en los módulos laterales.
Un relieve de San Jerónimo en el desierto ocupa el centro del tercer cuerpo con el Señor de la Columna y el Ecce-Homo y relieves de la Oración en el Huerto, el Prendimiento, la Crucifixión y la Piedad a ambos lados y figuras de San Andrés y Santiago en los extremos.
En el centro del cuarto cuerpo aparece la imagen del Crucificado con la Virgen y San Juan a los lados y relieves de la Ascensión y la Venida del Espíritu Santo. Alegorías de la Prudencia y la Justicia envuelven el conjunto y los escudos de los promotores de la capilla sirven para rematar los dos módulos laterales.
El ático del módulo central está presidido por la imagen de Dios Padre sobre las nubes flanqueado por las imágenes de los santos Justo y Pastor y alegorías de la Fortaleza y la Templanza.
Las imágenes de la Fe, la Esperanza y la Caridad coronan el conjunto.

En los extremos del crucero se alzan sendos retablos de ornamento arquitéctónico que albergan las armas del Gran Capitán custodiadas por figuras de lansquenetes. 
En el del lado derecho una primorosa puerta de estilo plateresco comunica con la sacristía mientras que el del lado izquierdo está presidido por una imagen de María Madre de Dios obra de Roque Balduique flanqueada por tallas de madera policromada de los fundadores de la orden: San Jerónimo y Santa Paula.


Recorremos las capillas laterales, con imégenes de la Inmaculada, San Miguel o la Virgen de Belén y nos detenemos frente al Cristo Yacente atribuido a Pablo de Rojas y la deliciosa Virgen de la Soledad del siglo XVII labrada por Pedro de Mena que sale en procesión la noche del Viernes Santo.


Salimos al claustro.
Regresamos al patio del cenobio y nos detenemos un momento frente a la fachada occidental de la iglesia, presidida por un sencillo conjunto de tres ventanas custodiadas por las armas y emblemas de los Reyes Católicos. Sobre su portada, del siglo XVI y obra de Pedro de Orea, campean las imágenes de San Jerónimo y del león al que curó labradas en mármol blanco.
Recorremos el contorno del monasterio y junto a un ramillete de naranjos nos topamos con el portentoso ábside de la iglesia.


Aún es pronto...
Nos dirigimos a las proximidades del mercado de la Alcaicería para buscar otro vestigio de la Granada nazarí. El Corral del Carbón es la alhóndiga mejor conservada de la península: un edificio construido en el primer tercio del siglo XIV por Yusuf I que servía de almacén de mercancías y de posada a los comerciantes que pasaban por la ciudad.
Posteriormente, tras la irrupción de los Reyes Católicos, fue utilizado como hospedaje de carboneros y más tarde como corral de comedias. En la actualidad es la sede del Festival Internacional de Música y Danza de Granada.

Consta de una impresionante portada formada por un arco de herradura apuntado y un racimo de mocárabes que envuelven la puerta adintelada de acceso al edifico y sobre los que se abre un vano geminado rematado por un alero de amplio voladizo sostenido por canes de madera.


La hermosa decoración de la portada contrasta con la simplicidad y sencillez del patio interior, presidido por una pila central de piedra con dos caños rodeada por tres pisos de galerías formadas por pilares de piedras y vigas de madera con petos de ladrillo.


Se acerca el momento de dirigirnos a la Alhambra y nos conviene coger fuerzas así que nos acercamos a la tradicional Calle Elvira para descubrir uno de los bares más típico de la capital y degustar entre sus jamones, sus botellas y sus barriles las tapas más sabrosas de Granada: las Bodegas Castañeda.



Desde aquí nos dirigimos a La Gran Taberna, frente a la Chancillería, otro clásico del tapeo granadino...



Tomamos una cañita aderezada con unas habas con jamón y con el estómago lleno echamos a andar por la Cuesta de Gomérez...

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