domingo, 23 de agosto de 2015

EL AMANTE JAPONÉS: cincuenta y cinco años de amor

Mogro, 23 de agosto de 2.015


Isabel Allende nació en Chile en 1.942 y es considerada la escritora viva en lengua castellana más leída del mundo.
Su primera novela fue "La casa de los espíritus" (1.982): la leí en 1.993, cuando se estrenó su adaptación cinematográfica, y no me gustó. Después de más de veinte años he vuelto a reencontrarme con su obra.

"El amante japonés" (2.015) es una novela entretenida escrita con una prosa sencilla capaz de enganchar al lector. Los personajes que pueblan sus páginas son meros esbozos de los que sabemos muy poco y con los que no es fácil empatizar. Son meras cobayas que la escritora utiliza para diseccionar sus sentimientos, auténticos protagonistas del libro: amor, amistad, soledad, miedo, vergüenza, complicidad...


Lark House es una residencia de la tercera edad fundada en San Francisco a mediados de 1.900 para albergar dignamente a ancianos de bajos ingresos que en la actualidad sigue cobrando cuotas ajustadas a los ingresos de cada residente para fomentar cierta diversidad social y racial.
Alma Belasco es una de sus residentes. El ejercicio sistemático de recordar su pasado para ayudar a su nieto a escribir sus memorias está resultando muy provechoso para ella: antes, si quería rescatar algún episodio de su juventud, se perdía en intrincados laberintos dando saltos que no le ayudaban a encontrarlo, pero tratar de proporcionar a Seth respuestas satisfactorias le había obligado a reconstruir su pasado con cierto orden...

En 1.939, siendo todavía una niña, hubo de dejar atrás a su familia y abandonar Polonia para cruzar el océano Atlántico huyendo de una guerra que parecía inminente buscando refugio en San Francisco junto a la familia de un hermano de su madre. Comenzó entonces su estancia en la casa familiar de Sea Cliff en la que pasó setenta años y donde aprendió a masticar sus penas sola y con dignidad, convencida de que a nadie le importan los problemas ajenos y de que los dolores callados acaban por diluirse y desaparecer.
Allí conoció a Ichimei Fukuda, quien poco después se convertiría en su único confidente. El hijo menor del jardinero nació en 1.932, prematuro y tan débil que lo dieron por perdido, pero su madre lo fortaleció como pudo con infusiones de hierba, sesiones de acupuntura y agua fría hasta que milagrasomante empezó a dar muestras de que iba a sobrevivir. Su padre llevaba viviendo en los EE.UU. desde los veinte años sin mostrar ningún deseo de adaptarse: no deseaba fundirse en el crisol norteaméricano, estaba orgulloso de su cultura y su lengua y procuraba inutilmente transmitírselas a sus descendientes. El pequeño Ichimei era el único de sus cuatro hijos que permanecía bajo su control pero pronto se le escaparía de las manos y se transformaría en un extraño, como sus hermanos.
Alma se enamoró de Ichimei con la intensidad del primer amor: necesitaba verle a todas horas y se escabullía con él al jardín la casa, lleno de estupendos escondites en los que descubrir juntos el lenguaje infalible de las caricias, pero el ataque japonés a Pearl Harbor les separó bruscamente...
La familia Fukuda fue confinada en un campo de reubicación en pleno desierto de Utah durante tres años y medio. Ichimei y Alma se separaron con la promesa de permanecer unidos mentalmente y a través del correo pero las censuradas cartas se retrasaban semanas debido a la demora de los funcionarios. La distancia se hizo insuperable y ellos se resignaron a perderse.
Al acabar la guerra, la Corte Suprema declaró por unanimidad que los ciudadanos estadounidenses de cualquier ascendencia cultural no podían ser detenidos sin causa y los japoneses confinados en los campos de concentración se distribuyeron por todo el país. Los Fukuda recibieron veinticinco dolares y un pasaje en tren hacia el interior de Arizona: no les permitieron regresar a San Francisco.

Alma creció y estudió diseño y pintura en Boston, donde conoció a Vera Neuman, una artista plástica y empresaria que había puesto su arte al alcance de la gente común en pañuelos, sábanas, manteles, platos, ropa y cualquier otra cosa que se pudiera pintar o imprimir y que se convirtió en una fuente de inspiración para ella, aunque su intención no fuese satisfacer el gusto popular y triunfar en el comercio sino crear por diversión.
Regresó a San Francisco convertida en la primera mujer de la familia Belasco con un título universitario y se reencontró con Ichimei: su padre había muerto y él había regresado a la mansión de Sea Cliff para recuperar una reliquia familiar. El patriarca de los Belasco le ayudó a poner en marcha el vivero de plantas y flores decorativas que había proyectado antes de la guerra con el que fuera su jardinero y ambos comenzaron una relación clandestina, frágil y preciosa. Pero eran muy jóvenes y ella no se atrevió a enfrentarse a las convenciones sociales...
Su primo Nathaniel le había cuidado siempre: quiso protegerla y le propuso matrimonio: tuvieron un hijo y después un par de nietos. Estuvieron casados casi treinta años...

Alma e Ichimei mantuvieron su amor en un compartimento separado del resto de sus vidas. Quien diga que todo fuego se apaga solo tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que el destino las ahoga de un zarpazo, pero incluso entonces quedan brasas calientes listas para arder apenas se las de oxígeno...

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