miércoles, 3 de febrero de 2016

ROGELIO DE EGUSQUIZA (1.845-1.915): él decidió vivir para la pintura

Santander, 2 de febrero de 2.016


"Vivir para la pintura y no de la pintura" es la frase que mejor representa, en la vida de Rogelio de Egusquiza, el sentimiento artístico. Este pintor, olvidado de todos, conocido por muy pocos, supo imprimir a sus cuadros un sello especial, una marca inconfundible, reflejo de su propia filosofía vital. Este amor al arte le hizo olvidar las ambiciones familiares puestas en él, la fama y el dinero, para dedicar por entero su vida a su máxima aspiración: la pintura."
Sonia Blanco Grasso
(La Revista de Santander, 1.983)

El Museo de Arte de Santander me ha brindado la oportunidad de conocer la obra de Rogelio de Eguskiza, un referente del simbolismo español del que hasta hoy no había oído hablar nunca.
Para conmemorar el centenario de su muerte, el M.A.S. ha organizado una exposición dedicada al desconocido artista cántabro no demasiado amplia. pero tremendamente interesante.

Rogelio de Egusquiza nace en Santander en 1.845 en el seno de una familia acomodada dedicada a los negocios. Creció en un ambiente culto, habitual en los hogares burgueses de la época, que fomentó su interes por la música y la literatura.
Su formación artística se inició en el verano de 1.858, recibiendo clases de dibujo del pintor Francisco de Mendoza, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Madrid. Posteriormente viajó a París, donde continuó sus estudios, y poco a poco fue introduciéndose en el ámbito artístico y cultural de la ciudad.
Su etapa de formación e independencia se caracteriza por un tipo de pintura oficialista, con hechuras tardorrománticas, marcada por escenas vinculadas con la historia y la literatura.
En torno a 1.870 entabla amistad con los hermanos Madrazo, conoce la obra de Mariano Fortuny y comienza un cambio paulatino en la temática de sus cuadros, en los que representa escenas burguesas, preciosistas y aristocráticas.

"Acuarelista de abanicos" (1.880)
Colección Liberbank


"Fiesta veneciana" (1.885)
Colección privada, Madrid

En 1.876 conoció la música de Richard Wagner y en 1.879 viajó a Munich para escuchar "El anillo del Nibelungo". Su entusiasmo por la obra y la estética del carismático compositor alemán le animaron a conocerle personalmente y provocaron un giro decisivo en su obra.

"Wagner" (1.883)
Aguafuerte. MAS (donación del artista)

Abandonó los conceptos pictóricos aristocráticos y pasó a formar parte del grupo de artistas simbolistas imbuidos de wagnerianismo. En sus obras se aprecia una nueva concepción del arte como vehículo místico y sacralizado. Temas como la vida, la muerte, el amor, el tiempo, las edades del hombre, el sueño o la noche le permitieron encauzar sus sentires y convicciones, sustentados siempre por una excelente técnica de composición, luz, articulación y dibujo.


"Elsa de Lohengrin" (1.908)
Colección Liberbank


"Tristán e Iseo (La Vida)" (1.912)
MAS 

Egusquiza aparece como mediador clave en la difusión de la estética wagneriana en Madrid: residente en París e inmerso en el movimiento simbolista francés, su continuo contacto con España le conviertió en guía espiritual para los pintores vinculados al wagnerismo madrileño proporcionándoles una nueva pauta estética y técnica. El comienzo de la Primera Guerra Mundial le obligó a regresar a Madrid, donde murió el 10 de febrero de 1.915.

"Por mi afición a la música y a la literatura llegué a las obras de Richard Wagner y de éstas a la literatura de A. Schopenhauer, allá por el año 1.876. Siguiendo las enseñanzas de este gran filosofo, decidí vivir para la pintura y no de la pintura, rompiendo así definitivamente con las modos y las corrientes del mal gusto del gran público, siempre ignorante."
Rogelio de Egusquiza




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