miércoles, 3 de febrero de 2016

LOS PICOS DE OZALBA - EL CASTILLU: hay que saber escuchar...

Celucos, 31 de enero de 2.016


Estamos a los pies de los Picos de Ozalba, en la vertiente norte del macizo de Trespeñas, un macizo prelitoral delimitado al este y al oeste por las hoces de los ríos Nansa y Tanea -su afluente-, respectivamente.
Hemos llegado desde Pesués, después de pasar junto al embalse de Palombera. Justo antes de llegar a Celis hemos tomado un desvío a la derecha que después de salvar el río Nansa cruzando el Puente de la Herrería nos ha traído hasta Celucos.


Se trata de un soberbio puente de granito construido a mediados del siglo XVIII a expensas de D. Juan Gutiérrez Rubín de Celis, oriundo de este pueblo y coronel del ejército imperial en México. Consta de un sólo arco de casi treinta metros de diámetro y dieciséis metros y medio de altura que tiene la particularidad de estar formado por dos arcos superpuestos. Los estribos están reforzados con contrafuertes y el conjunto está rematado con una hornacina que cobija una imagen de la Virgen de Guadalupe, de la que el promotor de la obra era un ferviene devoto.

Aparcamos en la zona alta del pueblo y empezamos a caminar por una pista que muy pronto cruza uno de los canales de los Saltos del Nansa, empresa destinada al aprovechamiento integral de los recursos hídricos de toda la cuenca.


El aprovechamiento consta de un embalse matriz -el Embalse de La Cohilla, en Polaciones-, un embalse secundario -el Embalse de Palombera, en Rábago-, y un conjunto de canales que llevan el agua a cuatro centrales hidroeléctricas: Peña Vejo, Rozadio, Celis y Herrerías.

El camino es ancho y cómodo, pero exigente. Ganamos altura rápidamente y pronto tenemos una buena panorámica del valle, con las casas de Celis frente a nosotros. En apenas media hora llegamos a un collado en el que se alza un invernal de cinco estrellas con una pequeña cocina pintada de blanco.


Al fondo, hacia el suroeste, entre las nubes, descubrimos ya las cumbres de los Picos de Ozalba, una crestería de naturaleza calcárea en la que abundan los lapiaces, las torcas y las dolinas.


Si hubiéramos escuchado con atención al vecino del pueblo con el que estuvimos hablando antes de echar a andar nos hubiésemos dado cuenta de que el camino continuaba por detrás de la cabaña pero preferimos hacer caso al vetusto cuaderno de ruta que nos acompaña y remontamos la vaguada en la que nos encontramos dejando a a la derecha unos prados cercados.


No existe sendero y no hay ninguna marca que nos indique cual es el camino correcto. Campo a través, dejándonos guiar por nuestra intuición, llegamos a una cabaña escondida entre los árboles. La cosa se pone fea: seguimos sin encontrar ninguna senda y lo cierto es que no nos gustaría tener que regresar por el mismo camino, sin ningún tipo de referencia.
El terreno se cierra y se vuelve más escabroso. Avanzamos por un discreto bosquecillo y seguimos subiendo hasta un nuevo collado que da paso a una pequeña depresión donde hay otro invernal.
A la cabaña llega una ancha pista de grava que suponemos que viene de Riclones, una localidad próxima a Celucos, así que ya nos quedamos tranquilos: hemos encontrado un camino de vuelta alternativo...

Ahora tenemos dos opciones: ir hacia el suroeste, a la Peña de los Abidules (929 m) -la cumbre más alta del macizo- o buscar las cumbres orientales  -el Castillu (829 m) y el Huertu del Diablu (836 m)-, menos altas pero más escarpadas y airosas.
Campo a través nos dirigimos hacia el sur y antes de llegar al collado que separa los dos picos de levante giramos a la izquierda para rodear la cumbre del Castillu y alcanzar su cima por la cara este.


La cumbre es agradable y cómoda. Al sur, tras el Collado de Ozalba que da nombre a estos picos, se alza Peña Sagra y al norte, junto a Celis, con el mar al fondo, los ríos Nansa y Tanea se funden en el embalse de Palombera.


Tocando el cielo vislumbramos como el camino que pensabamos que se dirigía a Riclones se desvía hacia el invernal de lujo con el que nos topamos al comienzo de nuestro paseo: todo hubiese sido más fácil si hubiésemos sabido escuchar...
A nuestro lado se alzan los hermanos del Castillu. Se nos ha hecho tarde para conocerlos hoy pero ahora que sabemos cual es el camino correcto podemos comprometernos a volver. El Huerto del Diablu y la Peña de los Abidules son nuestros próximos objetivos...

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