lunes, 18 de julio de 2016

VILLA TERMAL DE LAS CALDAS: podría acostumbrarme a vivir así...

Las Caldas, 20-22 de junio de 2.016


Noviembre da sus últimos coletazos y aprovechamos el sol de junio para desplazarnos hasta Las Caldas, un pequeño municipio emplazado en el corazón de Asturias, a solo ocho kilómetros de la capital del principado, en el seno de un profundo y tranquilo valle situado en el tramo medio del río Nalón, que vive a la sombra de su balneario.


Ha tiempo, unas gotas de agua incoloras, inodoras e insípidas -o sea, puras-, decidieron correr una aventura espeleológica...
Descendieron de las nubes grises e, introduciéndose en las fisuras de las agresivas montañas, penetraron en las entrañas de la tierra. Durante milenios descendieron hasta tres mil metros, saciándose de las cualidades de nuestro planeta con temperaturas de 40º. Vitalizadas y fortalecidas, acordaron regresar a la superficie y ya que, en 'in illo tempore' habían sido fuente creativa de vida, se propusieron transmitir sus poderes terapéuticos.
Aplaudamos su epopeya disfrutando de ellas y expresemos nuestra satisfacción gritando: "ALELUYA".

La Villa Termal de Las Caldas es un complejo con más de dos siglos de historia. El arquitecto Ventura Rodríguez proyectó un balneario que abrió sus puertas por primera vez en 1.776 y su discípulo Manuel Reguera, primer arquitecto asturiano con titulación oficial, fue el encargado de dirigir las obras.
En el siglo XIX, tras la desamortización, sus instalaciones pasaron de titularidad pública a manos privadas, y fue entonces cuando el complejo vivió su época de mayor explendor. Junto a la primitiva casa de baños se construyó el Gran Hotel -un elegante edificio con forma de medio óvalo del que parten dos alas rectas- y posteriormente, al otro lado de la calle, comunicado con éste por una preciosa galería de hierro acristalada, un edifico compacto de planta rectangular con tres alturas que permitió ampliar el número de habitaciones y ofrecer espacios de esparcimiento como el impresionante Salón de los Espejos.


La llegada del ferrocarril a Las Caldas y el desarrollo de los sistemas médico-terapéuticos atrajeron a la clase burguesa acomodada, y en torno al complejo aparecieron fondas, casas de comidas y pensiones destinadas a aquellos clientes que podían costearse los baños pero no la estancia en el Gran Hotel.


A partir de los años veinte el balneario experimentó un declive progresivo que condujo al cierre de sus puertas en 2.004. Entre los años 2.008 y 2.010 se llevó a cabo una restauración de gran calado que permitó ampliar sus instalaciones incluyendo las setenta y siete habitaciones del Hotel Enclave y un moderno centro de ocio y relax termal: Aquaxana.


Llegamos a Las Caldas a media tarde y nos alojamos en el Gran Hotel. Recorremos sus impresionantes pasillos y antes de instalarnos en una de las habitaciones clásicas del hotel -amplia, elegante y confortable-, nos perdemos por sus encantadores rincones saboreando el aroma añejo de un tiempo que ya pasó.


Es pronto y aún nos da tiempo de darnos un baño antes de cenar así que cruzamos la vistosa pasarela de hierro que atraviesa la carretera y nos dirigimos a las instalaciones de Aquaxana.



Aquaxana es un complejo distribuido en torno a la Piscina de la Cúpula, un espacio inspirado en el Panteón romano de Agripa con un gran óculo en la parte superior que permite el paso de la luz natural.


En torno a ella se extiende una piscina termal activa con cuellos de cisne y chorros de orientación pectoral, dorsal o cervical que comunica directamente con el exterior, una amplísima terraza donde citarnos con el sol.




En los pisos superiores disponemos de camas calientes, baños turcos, saunas, duchas de constrastes, terrazas, miradores y pequeños jardines que se convierten en románticos rincones desde los que contemplar maravillosas puestas de sol.


Exploramos el complejo durante más de dos horas y regresamos a la habitación. Nos damos una ducha y salimos a cenar algo en alguno de los establecimientos situados frente al hotel, pero nos acostamos pronto para descansar y poder estirar al máximo la jornada siguiente...

Desayunamos en el vistoso Salón de los Espejos, un amplio salón decorado con un mimo exquisito en el que degustamos un extenso y sabroso buffet.


El complejo dispone de una zona de tratamientos con modernas cabinas individuales y dobles en las que el personal del balneario nos somete a una envoltura corporal con cítricos y miel y a un maravilloso masaje relajante con hidratación que nos dejan como nuevos.


El espacio más exclusivo de la villa es la Sala de las Columnas, una pequeña capilla convertida en piscina de flotación de uso privado junto a la que se distribuyen un jacuzzi, un baño turco y una sala de descanso en la que, después de bañarnos, saboreamos una reconfortante infusión y una deliciosa brocheta de frutas. Se trata de un espacio único ideado para ser disfrutado en pareja: ¡un capricho para los sentidos! Cerramos la puerta, bajamos las luces, invitamos a Michael Buble y nos dejamos llevar...


Cuesta volver a la realidad pero hay que hacerlo. Comemos algo, nos echamos una siestecilla y visitamos el Balneario Real, un rincón en el que las instalaciones más modernas se funden con el clasicismo propio de la primitiva casa de baños permitiéndonos viajar atrás en el tiempo y saborear una experiencia que multitud de viajeros anónimos y personajes ilustres vivieron en el pasado...



El Manantial es el corazón del complejo. El mármol viste las piscinas dinámicas, los baños turcos, los jacuzzis, las cautivadoras piscinas de contrastes...


Entre sus piscinas se encuentra el manantial que dio origen al balnearioLas aguas surgen a la superficie con una temperatura próxima a los 40 ºC y sus propiedades físico-químicas hacen que tengan efectos sedantes, analgésicos, anti-inflamatorios, relajantes y descontracturantes. Hasta finales del siglo XIX no se supo cual era su composición exacta y en la actualidad, debido al alto contenido de Radón que presentan, únicamente son utilizadas directamente en cabina y siempre bajo supervisión médica.


A lo largo del día, entre baño y baño, encontramos el momento apropiado para salir a pasear por el precioso parque del complejo, un romántico jardín con glorietas y paseos que se extienden hasta los pies de la Iglesia de San Juan de Priorio.


Situada junto a las instalaciones del balneario, la Iglesia de San Juan de Priorio fue construida durante los siglos XII y XIII aunque la espadaña se añadió en el siglo XVIII y el pórtico de entrada, las naves laterales y el baptisterio a lo largo de los siglos XIX y XX.



Conserva algunos elementos propios del románico, como los canecillos del ábside semicircular, pero el elemento más destacado es el tímpano de la portada principal, en el que aparece representado Cristo en Majestad impartiendo su bendición rodeado por un tetramorfos que representa a los cuatro evangelistas y con dos ángeles sobrevolando la escena.


Vivimos una experiencia cinco estrellas. La estiramos al máximo y al día siguiente, antes de volver a la realidad, aún nos da tiempo a recorrer las instalaciones de Aquaxana una vez más. Tiene razón Dani: creo que podría acostumbrarme a vivir así... ¡Gracias chicos!

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