Calseca, 21 de agosto de 2.016
Hace tres años Javi y yo intentamos subir a Porracolina. Las nubes no nos permitieron hacerlo y hubimos de conformarnos con descubrir el Monumento a la Vaca Pasiega y dar un largo paseo hasta Bustablado. Ya iba siendo hora de volver a intentarlo...
Nos desplazamos hasta San Roque de Riomiera y justo después de pasar por Calseca tomamos un desvío que conduce al valle del Asón. Atravesamos un paso canadiense y quinientos metros más allá, a nuestra derecha, en un profundo hoyo, vislumbramos una cabaña. Aparcamos el coche en una cuneta y mantenemos una graciosa y amena conversación con Mr. Eco mientras nos preparamos para comenzar nuestra aventura de hoy.
Abandonamos la pista asfaltada y descendemos hasta la cabaña para, desde allí, comenzar la ascensión a Porracolina (1.414 m). Ésta es una de las cumbres más elevadas y características del Alto Asón, situada en el extremo de un macizo que se prolonga hacia el sur hasta el Picón del Fraile (1.632 m), constituyendo la divisoria entre la cuencas de los ríos Miera y Asón, e interponiéndose majestuosamente entre las localidades de Asón (250 m) y San Roque de Riomiera (375 m), poblaciones situadas más de mil metros por debajo de la línea de cumbres.
Echamos a andar por el Barranco del Paso Malo y salvamos rapidamente un desnivel considerable para desembocar en El Mortero, un paradisiaco paraje rodeado de montañas y salpicado de cabañas.
Porracolina queda a nuestra derecha pero acometer la ascensión directamente parece una tarea imposible. Buscamos el collado que vislumbramos a nuestra izquierda, entre la Porra de las Hormigas y el Alto de Pipiones.
Al llegar arriba nos topamos con alguna nube despistada que se ha quedado enganchada en la montaña. La posibilidad de que sus hermanas vengan a hacerle compañía nos hace dudar pero descubrimos un sendero bien definido que nos anima a seguir adelante. El camino discurre a media ladera, siempre hacia poniente, y nos conduce cómodamente hasta el Alto de la Mina, a los pies de Porracolina. Muy abajo queda ya el Mortero...
Alcanzamos un segundo collado desde el que afrontamos el último tramo de subida. Coronamos y dejamos que nuestra mirada sobrevuele el horizonte...
El conato de niebla que pendía sobre nuestras cabezas parece disiparse pero el cielo está cubierto de nubes que nos impiden gozar plenamente de las vistas. Sin embargo, al volvernos hacia el sur, se abre un claro y a lo lejos vislumbramos la esfera-radar de la base militar plantada en lo más alto del Picón del Fraile.
Es hora de volver...
Regresamos al Alto de la Mina y nos asomamos a la vertiente oriental del macizo para disfrutar de un paraje hermosísimo: las cabañas de Sotombo.
Convertimos nuestro paseo en una ruta circular y nos lanzamos a un larguísimo y aburrido descenso por el barranco pedregoso que custodia la cara sur de la montaña.
Alcanzamos una zona de cabañas y nos dejamos llevar por el cauce seco del arroyo Calseca...
Caminamos a la orilla del supuesto río y después de cinco horas alcanzamos la carretera un par de kilómetros más abajo del punto en el que aparcamos el coche.
Completamos nuestro paseo y emprendemos el regreso a casa pero, en vez de hacerlo por San Roque, lo hacemos por Bustablado: coronamos el Alto de los Machucos y saludamos a una vieja amiga...
Al llegar arriba nos topamos con alguna nube despistada que se ha quedado enganchada en la montaña. La posibilidad de que sus hermanas vengan a hacerle compañía nos hace dudar pero descubrimos un sendero bien definido que nos anima a seguir adelante. El camino discurre a media ladera, siempre hacia poniente, y nos conduce cómodamente hasta el Alto de la Mina, a los pies de Porracolina. Muy abajo queda ya el Mortero...
Es hora de volver...
Regresamos al Alto de la Mina y nos asomamos a la vertiente oriental del macizo para disfrutar de un paraje hermosísimo: las cabañas de Sotombo.
Completamos nuestro paseo y emprendemos el regreso a casa pero, en vez de hacerlo por San Roque, lo hacemos por Bustablado: coronamos el Alto de los Machucos y saludamos a una vieja amiga...
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