Santander, 14 de julio de 2.018
“Churchill” es una película dirigida por
Jonathan Teplitzky en 2.017. Brian Cox interpreta al hombre que,
después de haber conducido a los ingleses a través de la tormenta, se enfrenta
a los fantasmas de su pasado y a la irrelevancia de su futuro, y regresa, débil
y arrepentido, a los brazos de su esposa (Miranda Richardson), una mujer recia
capaz de cantarle las cuarenta cada vez que se desboca.
Habituada a vivir en sus márgenes, ella
será quien le recuerde que siempre será el hombre que les guio a todos y le ayude
a comprender cuál es su deber: dejar de luchar para dar esperanza a los
ingleses, estar a su lado y hacerles creer que, si Dios existe, ganaran la
guerra.
Junio de 1.944, Francia permanece bajo la
ocupación nazi. Durante cinco largos años, los ingleses han soportado los
sufrimientos de la guerra mientras sus soldados han sobrellevado el peso de
esta con valor y orgullo. Para poner fin al conflicto, los aliados deben derrotar
a los alemanes en el frente occidental. La operación Overlord, diseñada por el
general estadounidense Dwight Eisenhower (John Slattery) e impulsada por el
general británico Bernard Montgomery (Julian Wadham), es un ataque frontal contra
las fuerzas de ocupación nazi en el norte de Francia que requerirá una flota de
siete mil barcos, enjambres de aviones y un cuarto de millón de hombres.
Hace casi treinta años, en 1.915, en un
desembarco similar llevado a cabo durante la batalla de Galípoli -un ataque
frontal diseñado por Winston Churchill mediante el cual las tropas inglesas,
francesas, australianas y neozelandesas intentaron sin éxito arrebatar a los
turcos el control del estrecho de los Dardanelos-, cientos de miles de hombres
murieron. Churchill es ahora el primer ministro británico: la sangre de
aquellos jóvenes cubre sus manos y no quiere que la historia se repita. Propone
atraer a las fuerzas de Hitler hacia el Mar Egeo, apartar su atención de la
costa de Francia y dividir el ataque para disminuir el riesgo, pero los líderes
aliados no le prestan atención. Lo único que esperan de él es que mantenga alta
la moral de la nación, una al pueblo, le de esperanza y poco más. Es como si su
experiencia y su conocimiento sobre la guerra no contara para nada…
Decenas de miles de jóvenes morirán en las
playas de Normandía. El desembarco será una carnicería, pero el pueblo no
quiere oírselo decir al que muchos consideran el hombre más valiente de
Inglaterra.
Les
habla el Primer Ministro:
primero,
las noticias de la gran operación que se desarrolla en Francia. Este magnífico
esfuerzo coordinado por aire, tierra y mar ha logrado que las fuerzas aliadas
hagan retroceder a los nazis y empiece la liberación de Francia.
El
paso del mar se ha conseguido con muchas menos pérdidas de las que temíamos. El
bombardeo superior de nuestros barcos y aviones ha reducido con rapidez el
fuego alemán. El valor del general Eisenhower es simplemente inigualable. Todo
está organizado como nunca lo había estado anteriormente, y estamos en alerta
hasta las yemas de los dedos.
Anoche
los peligros se presentaban inmensos; esta mañana los hemos superado. Esta gran
guerra contra la dominación nazi la libran personas normales y corrientes: los
soldados, los marinos y los aviadores en combate, y también aquellos que están
en casa. Nosotros desafiamos a Hitler, con nuestra resistencia y con nuestra
fortaleza de espíritu, y con nuestro rechazo a ceder ante la tiranía, ante la
opresión y ante el mal más temible de la historia.
Esta
no es una guerra por la gloria; es una guerra por la libertad. Los alemanes
contraatacarán. No sabemos dónde, ni cuándo lo harán. Sus nuevas bombas
voladoras no tienen piloto: la destrucción enviada en una máquina desalmada.
Esta es un arma de cobardes, y los cobardes no pueden ganar. Debemos afrontarlo
con valor, como hacen nuestros soldados. Como los hombres valientes que luchan
en las playas, nosotros también debemos luchar en la retaguardia, para que
cuando ellos puedan regresar, cubiertos de gloria, podamos compartir su honor.
Hitler
intenta amenazarnos con fuego. Hace cuatro años creyó que podía destruirnos con
el Blitz. Se equivocó y vuelve a equivocarse ahora, porque no nos derretimos
con el fuego. Nos templamos con el fuego, como el acero, y emergemos fuertes y
listos para luchar. Hitler ha iniciado un fuego que le quemará y le echará de
Europa.
Nuestras
tropas seguirán luchando, y los aliados seguirán luchando, y yo seguiré
luchando, hasta que seamos libres. Nosotros jamás nos rendiremos, y yo tampoco
me rendiré jamás…
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