sábado, 8 de septiembre de 2018

LA VERDAD OCULTA - inmunidad no debe ser sinónimo de impunidad

Satander, 25 de agosto de 2.018

“La verdad oculta” (Larysa Kondracki, 2.010) es historia basada en hechos reales protagonizada por Rachel Weisz.


Los Acuerdos de Dayton firmados en 1.995 pusieron punto, y final, a la Guerra de los Balcanes, con la condición de que un cuerpo de policía facilitase la transición hacia la paz…
Democra Security -el contratista que usa el gobierno de los EE.UU. para enviar observadores de las Naciones Unidas a Bosnia-, paga cien mil dólares libres de impuestos por seis meses de trabajo.

Kathryn Bolkovac (Rachel Weisz) es una policía de Lincoln, Nebraska. Ha estado casada dos veces, pero las dos veces le ha salido mal, pues está demasiado comprometida con su trabajo. Acaba de perder la custodia de su hija, que se va a mudar con su padre a otro estado. Estará lejos de ella, pero será poco tiempo y ganará mucho dinero…


Viaja a Sarajevo dispuesta a presenciar el renacimiento de un país destruido por un conflicto racial entre hermanos, pero no tarda en comprobar que allí, cada mañana, la esperanza es acechada por la pesadilla del día anterior.


Trabaja bien. Es concienzuda. Levanta algunas ampollas, pero no tardan en ofrecerle un puesto al frente de la oficina de asuntos de género que las fuerzas de Naciones Unidas tienen sobre el terreno. Casi sin querer, descubre una red de traficantes sexuales que secuestra mujeres para obligarlas a prostituirse. Miembros de la O.N.U. están implicados, pero tienen inmunidad diplomática y no pueden ser procesados. Sin embargo, si alguna de las chicas declarara ante los tribunales, sus nombres saldrían a la luz y la Organización de Naciones Unidas tendría que hacer algo al respecto…

Tiene dos testigos. Ha prometido mantenerlas a salvo, pero no ha podido hacerlo.
No tenía ni idea de lo que se iba a encontrar: creía que solo iba detrás de un hombre, pero son muchos los agentes de la policía internacional implicados. Son ellos quienes obligan a esas chicas a cruzar la frontera para después tratarlas como a esclavas. Se supone que están ahí para protegerlas, pero están abusando de ellas…


Desde que acabó la guerra, con la población masculina de Bosnia reducida a la mitad, el tráfico sexual ha aumentado de manara considerable. Raptan a las chicas fuera del país y después de cruzar la frontera, las venden y torturan física, psíquica y emocionalmente. Las obligadan a prostituirse y sus clientes son miembros de las fuerzas de estabilidad y de la policía nacional e internacional implicados en el negocio.
Kathryn Bolkavac solo hizo su trabajo, pero destapó un escándalo. Había hecho creer a muchas de aquellas jóvenes que, si declaraban ante un tribunal, recibirían justicia, pero las decepcionó. Al menos debía conseguir que su voz fuera escuchada, así que, después de que ser despedida, sacó a la luz todos sus expedientes.


Muchos soldados internacionales fueron enviados de vuelta a casa, pero ninguno de ellos tuvo que enfrentarse a acusaciones en su país, y la empresa que contrató y despidió a Kathryn sigue trabajando para el gobierno de los EE.UU. con contratos millonarios en Irak y Afganistán.

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