domingo, 14 de octubre de 2018

LA AVENTURA DEL PÁJARO AMARILLO: el sueño de volar era una locura reservada a unos pocos

Santander, 25 de septiembre de 2.018


El actor cántabro Antonio Resines participó en 2.012 en la producción de “La aventura del Pájaro Amarillo”, un documental dirigido por Juan Molina Temboury que recuerda la épica odisea protagonizada por los tres pilotos franceses que en 1.929 cruzaron el océano Atlántico a bordo de un frágil aeroplano de color amarillo…



Una vez acabada la Primera Guerra Mundial, el mundo entero intenta olvidar la pesadilla y retomar, poco a poco, la alegría de vivir. Los vuelos acrobáticos y los especialistas ocupan la atención de los noticieros de la época. Comienzan a funcionar nuevas líneas comerciales, se construyen aviones más seguros y confortables, y se organizan ‘raids’ patrocinados por gobiernos y empresarios particulares en los que participan audaces pilotos militares que habían combatido en la Gran Guerra. Se vuela por primera vez de Londres a Melburne, de Moscú a Pekín o de Tokio a París, y se sobrevuelan el Atlántico sur y el Pacífico. Se superan las treinta horas de vuelo sin descanso y parece que no hay límite para los pilotos, a quienes solo les queda hacer frente al gran desafío: sobrevolar, sin escalas, el océano Atlántico…


En 1.927, Charles Lindberg recorre en solitario los más de seis mil kilómetros que separan Nueva York de París. Después de treinta y seis horas de vuelo, es recibido como un héroe. Su rececpción queda grabada en la retina de Armand Lotti, el único hijo de los propietarios de un lujoso hotel, próximo a la plaza Vendome, frecuentado por turistas norteamericanos. Aprende a volar sin que sus padres lo sepan, y conoce a Lebrix, un experimentado piloto que un año antes había cruzado con éxito el Atlántico sur, pero al que le estaba resultando difícil encontrar un mecenas que le financiara la peligrosa aventura de cruzar el Atlántico norte.
Lotti comienza a coquetear con la posibilidad de volar a Nueva York y devolverle la visita a Lindberg. Compra por catálogo un avión de la compañía Bernard con el que afrontar la travesía y se lo ofrece a Lebrix con la condición de formar parte de su tripulación, pero este le comunica su compromiso con otro constructor.

Lotti se desarma: tiene un avión con el que abordar un gran ‘raid’, pero no tiene piloto. Es entonces cuando contacta con Jean Bernache-Assolant, que acepta el reto entusiasmado y le propone contar con su compañero René Lefèvre como navegador. Juntos pretenden hacer realidad un sueño: cruzar el Atlántico norte en sentido este-oeste por primera vez en la historia.

A mediados del mes de agosto de 1.928, la casa Bernard les entrega el ‘Pájaro Amarillo’, pero después de una salida en falso llevada a cabo el 3 de septiembre, que casi termina en catástrofe, deciden cambiar de itinerario y hacer los dos Atlánticos: volar hasta Casablanca y, desde allí, dirigirse a San Luis de Senegal, atravesar el Atlántico sur y continuar hasta Nueva York, antes de repetir la hazaña de Lindberg y acometer la travesía del Atlántico norte volando en sentido este-oeste, aprovechando los vientos más favorables.

El 6 de septiembre de 1.928, el ‘Pájaro Amarillo’ despega del aeródromo militar de Casablanca, pero un calentamiento del motor les hace regresar y un accidente en el aterrizaje les obliga a renunciar a su aventura, avergonzando a la aviación francesa.
Assolant y Lefèvre se ven obligados a abandonar la aviación militar, y Lotti regresa a París dejando el ‘Pájaro Amarillo’ abandonado en un hangar de Casablanca. Después del invierno, los tres reanudan los preparativos para, con la llegada del buen tiempo, intentar cruzar el océano, pero, justo entonces, el ministro del aire, con el objetivo de poner fin a los accidentes que se estaban produciendo en este tipo de vuelos, prohíbe los ‘raids’ sobre el Atlántico desde suelo francés.
El 20 de abril de 1.929, los tres aventureros se trasladan hasta Southampton, desmontan su avión, lo cargan en un buque con bandera de los EE.UU. -el Leviathan-, y lo transportan hasta Nueva York para intentar la primera travesía aérea europea del océano en sentido este-oeste.
El fuselaje y las alas del ‘Pájaro Amarillo’ son ensambladas de nuevo en el aeródromo de Roosevelt Field, y el 28 de mayo parte rumbo a Europa desde la playa de Old Orchard, en Maine. Sin embargo, veinte minutos después de haber despegado se ve obligado a regresar por un problema con el carburante utilizado.
El desánimo cunde entre los pilotos, pero esto no impide que Assolant se case, de manera un tanto sorprendente y precipitada, con ‘Polly’ Parker, una joven americana del lugar.
Por fin, la mañana del 13 de junio, el ‘Pájaro Amarillo’ se alinea en la playa junto al ‘Green Flash’, avión con el que los pilotos americanos Williams y Jancy pretendían atravesar el océano y volar hasta Roma. La expectación es máxima. Los franceses son los primeros en despegar, pero algo no va bien. El avión tiene dificultad para elevarse: la cola se levanta y vuelve a caer. Afortunadamente, Assolant logra hacerlo girar hacia el mar y ganar altura evitando el peligroso espigón hacia el que se dirigían. Los pilotos americanos no tienen la misma pericia: se estrellan y el ‘Pájaro Amarillo’ se ve obligado a afrontar en solitario la incierta travesía.

Poco después, Lotti y sus compañeros descubren al pasajero clandestino. El joven Arthur Schreiber, aprovechando el revuelo que se había formado en torno a los dos aviones antes del despegue, se había acercado al ‘Pájaro Amarillo’, y se había escondido dentro sin que nadie lo viera.

Querido padres,
Voy a intentar entrar en el ‘Green Flash’. Si lo consigo, no os preocupéis por mí. Lo hago por voluntad propia y sin estar influenciado por nadie que pueda ser responsable de las consecuencias.
Si lo consigo, os haré muy felices. Por favor, no os preocupéis por mí. Os mandaré un telegrama si llego a Roma.
Pienso siempre en vosotros.
Os quiero,
Arthur

El propio Lotti reconocería después que, con cuatro mil litros de gasolina en los depósitos de combustible, era una temeridad intentar aterrizar, y que si hubiesen llevado un paracaídas a bordo del avión se lo abrían puesto y lo habrían mandado de vuelta con su madre, pero, como no lo tenían, se tuvieron que quedar con él. Le obligaron, eso sí, a firmar un contrato en el que reconocía haberse colado por voluntad propia en la cola del avión, y en virtud del cual se comprometía a no redactar ningún artículo de prensa, no conceder ninguna entrevista y no hacer ninguna reclamación por posibles daños o pérdidas ocasionados por el vuelo.

La ruta que sigue el ‘Pájaro Amarillo’ discurre más al sur que la elegida por Lindberg en 1.927. La inquietud a bordo del avión es palpable. Las condiciones meteorológicas no son nada favorables y están consumiendo más combustible del previsto. Cuando por fin sale el sol, divisan la costa española. El exceso de peso debido a la presencia a bordo del polizón les obliga a abandonar París como destino final de la travesía. Lotti, Assolant y Lefévre llevan veintiocho horas y cuarenta y cinco minutos de vuelo cuando sobrevuelan la playa de Oyambre. Son las nueve menos veinte de la noche. La marea está alta y el arenal está vacío. Toman tierra. El avión se para y ellos se bajan, pero no ven a nadie. Lotti se desplaza hasta Comillas para ponerse en contacto con las autoridades. La guardia civil custodia el avión y se hace cargo del polizón mientras los franceses son agasajados. A la mañana siguiente la playa se llena de gente procedente de los alrededores que acude a ver el avión


Los pilotos españoles Jiménez e Iglesias, que un año antes habían cruzado con éxito el Atlántico sur, se desplazan desde Madrid para saludar a sus colegas franceses y entregarles el combustible que necesitan para llegar a París.


Debido a la excasa longitud de la playa de Oyambre, Lotti y sus compañeros se ven obligados a cargar muy poca gasolina: la justa para llegar a la base militar de Caseau, situada a medio camino hacia París. Despegan en torno a las seis y media de la mañana del 16 de junio, pero, solo unas horas más tarde, una avería les obliga a tomar tierra de nuevo. Lo hacen en la playa de Mimizan les Bains, una pequeña localidad de la costa de las Landas situada a cuarenta kilómetros del aeródromo de Caseau…

Es domingo. Las calles están muy animadas. Un gran avión, de un amarillo brillante, aparece en el horizonte del océano, en un cielo sin nubes, y se posa en la estrecha franja de arena firme que la marea, casi alta, ha dejado libre.

Los franceses son agasajados por sus compatriotas. Repostan y a las seis menos diez de la tarde, con la marea baja, despegan rumbo a París. En torno a las nueve de la noche llegan a Le Bourget. Toman tierra y son llevados a hombros hasta el hangar en el que se ha preparado el recibimiento oficial. Durante varios días se suceden actos de celebración que dejan de lado las duras críticas vertidas con anterioridad. Lotti agradece a sus compañeros el éxito de la travesía y presenta al pasajero clandestino como un miembro más de la tripulación.
Las autoridades norteamericanas, sin embargo, exigen que Arthur Schreiber sea expulsado de Francia y devuelto a su país. Fiel a su palabra, Schreiber no recibe ningún beneficio de su loca aventura…

Mi nombre es Arthur Schreiber y tengo veintidós años. Regreso a Nueva York desde Francia, de donde he sido expulsado por entrar sin pasaporte. Fui trasladado en tren al puerto de Cherburgo, donde cogí el barco que me devolverá a mi país. No sé qué me espera cuando llegue a mi destino: quizás la gloria, como en París, o quizás la cárcel. No me importa. Ya nadie podrá borrar de mi memoria el sueño que finalmente he conseguido: haber atravesado el Atlántico junto a tres valientes pilotos franceses. Yo no soy piloto; solo fui su pasajero, su pasajero clandestino…

En septiembre de ese mismo año se inaugura en la playa de Oyambre un pequeño monolito en recuerdo del aterrizaje del ‘Pájaro Amarillo’ en tierras cántabras:

Esta es la playa donde aterrizó el primer avión trasatlántico que tocó tierra española. Fue el ‘Pájaro Amarillo’, en vuelo directo de Old Orchard, EE.UU, y tripulado por Assolant, Lefévre y Lotti.
14 de junio de 1.929

Un año después, Mimizan se suma al homenaje inaugurando el Monumento a las Alas y una pequeña pista de aterrizaje.


En 1.932 el ‘Pájaro Amarillo’ es adquirido por el gobierno francés para exponerlo en el Museo del Aire y del Espacio de Le Bourget. Lotti, Asollant y Lefévre desaparecen discretamente de la vida pública y guardan para ellos solos el intenso recuerdo de aquella loca aventura…

En 1.989, Arthur Schreiber confesaba no saber por qué hizo lo que hizo: “Llevo sesenta años preguntándome por qué hice aquello y aún no estoy seguro de tener la respuesta correcta. Pienso que era joven, aventurero, y quería tener experiencias nuevas”, y reconocía que: “Lotti, Assollant y Lefévre se quedaron sorprendidos al verme, pero luego fueron comprensivos. Si estaban enfadados conmigo, no me lo dijeron. ¡Eran unos caballeros!”.

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