Santander, 26 de septiembre de 2.018
Santander encierra pequeños tesoros que
merece la pena descubrir, como la robusta Grúa de Piedra que custodia nuestra
hermosa bahía…
Ubicada en el muelle de Maura del puerto
de Santander, junto al Palacete del Embarcadero, la Grúa de Piedra fue
inaugurada el 17 de mayo de 1.900 y permaneció en servicio hasta comienzos de
los años noventa.
A finales del siglo XIX, el puerto de
Santander, debido a las escasas prestaciones de sus grúas, no podía recibir
mercantes con cargas significativas y estos debían atracar en otros puertos del
Cantábrico, como el de Bilbao. En 1.896, la Junta de Obras del Puerto encargó a los ingenieros F.
V. Sheldon y Otto Gerdtzen el diseño de una grúa que fuera capaz de desplazar
cargas de hasta treinta toneladas de peso.
Inicialmente, la grúa, cuyo radio de
acción alcanza los once metros, estaba propulsada por una máquina de vapor que,
posteriormente, en 1.927, fue sustituida por un motor eléctrico. La máquina dispone
de una pluma cuyo extremo superior está situado catorce metros por encima del
muelle, y tanto la estructura de acero que conforma su cabina como sus treinta
y cuatro toneladas de contrapesos descansan sobre la robusta base circular
hecha con sillares de piedra procedentes de los antiguos muelles de la ciudad
que constituye su principal seña de identidad.
Cuando la actividad comercial del Puerto
de Santander se trasladó al muelle de Raos, la Grúa de Piedra dejó de tener
utilidad y se convirtió en un símbolo de la ciudad. Recientemente, la
construcción del moderno Centro Botín preveía la retirada de la grúa, pero la
presión ciudadana obligó al arquitecto Renzo Piano a revisar su proyecto y
desplazar unos metros la ubicación del edificio para no tener que tocar una
grúa que forma parte ya de nuestra bahía.
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