sábado, 6 de febrero de 2021

LA TEMPLANZA: volver a empezar...

 Santander, 7 de noviembre de 2.020

María Dueñas irrumpió con fuerza en las librerías de nuestro país con la publicación, en 2.009, de su primera novela: “Tiempo entre costuras”. No se prodiga demasiado desde entonces, pero lo cierto es que la espera siempre merece la pena. “La templanza”, publicada en 2.015, es us tercera novela y, aunque me lo he tomado con calma, lo cierto es que tenía muchas ganas de leerla…

 



Mauro Larrea es un hombre hecho a sí mismo que pertenece a la estirpe de aquellos grandiosos mineros de la Nueva España que impulsaron el desarrollo de México cuando el país era solo una colonia todavía. Cuando Elvira, su mujer, murió, cruzó el Atlántico con sus dos hijos y, a golpe de pico, se labró un nombre y una reputación que crecieron cimentados sobre una sólida fortuna procedente de las minas de plata que supo explotar. Por desgracia, los efectos colaterales de la lucha entre dos mundos diferentes, con dos filosofías de vida y dos economías radicalmente distintas, lo han arrastrado a la ruina más abosulta. Con cuarenta y siete años sobre sus espaldas, con su hija Mariana felizmente casada y a punto de ser madre y con su hijo Nicolás convenientemente comprometido, había vuelto a arriesgar su patrimonio, pero, esta vez, la fortuna le ha sido esquiva y lo ha perdido todo. Los estadounidenses del norte se han quedado con la maquinaria que él le había comprado a un estadounidense del sur después de hipotecar la mayor parte de su fortuna, arrasatrándolo a la quiebra más absoluta. Lo tiene claro: no le queda más remedio que hacer tabla rasa y volver a empezar…

 

Tras sopesar con detenimiento las pocas opciones que aún le quedan, ha resuelto trasladar su casi inexistente capital a Cuba, una isla llena de posibi-lidades, y buscar en La Habana una oportunidad de negocio que le permita resurgir de sus cenizas. Las minas de cobre no son una opción, pues están ya en poder de grandes corporaciones norteamericanas. El cultivo de caña de azúcar, café y tabaco mueve mucho dinero, pero asumir las ineludibles esperas impuestas por el ciclo natural de las cosechas es algo que él no se puede permitir. La trata de esclavos no es una actividad proscrita por las leyes españolas que se aplican en Las Antillas y constituye un negocio rentable, pero también sucio, indecente, vergonzoso e inhumano. ¿Qué le queda entonces? Convertir un paño verde en un campo de batalla y una partida de billar en un combate brutal que le permitan conquistar una casa-palacio, una bodega y una viña en Jeréz de la Frontera. Después, cruzar el mar, venderlo todo y regresar a casa con los bolsillos llenos. La idea no es mala, pero, cuando Soledad Montalvo se cruza en su camino, todo su mundo se pone patas arriba…


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