viernes, 12 de abril de 2013

QUIQUE GONZÁLEZ - 'DELANTERA MÍTICA': fuego y gasolina...

Liérganes, 11 de abril de 2.013


En octubre del año pasado Quique González viajó a Nashville para grabar su noveno disco de estudio, “Delantera mítica”.
Volvía a la ciudad y a los estudios en los que hace tres años grabó su “Daiquiri Blues” y afirma que pisar terreno conocido lo hizo todo más fácil. 
Reconoce estar enamorado de Nashville porque es una ciudad de músicos, una ciudad para la música y para la canción.

El 27 de octubre, justo antes de comenzar la grabación, lanzaba un mensaje a las redes sociales:
Os escribo mientras escucho el último álbum de John Hiatt en vinilo que compré ayer en Grimey's
Estoy en Alex de Great, el estudio donde grabamos "Daiquiri Blues" hace tres años.
Está lloviendo fuerte en Nashville y tengo frío, pero los últimos días pertenecían a una primavera extraña con tonos ocres y las primeras calabazas anunciando Hallowen en los porches de las preciosas casas de la zona este, que nada tiene que ver con la movida del Downtown, es mucho más hippy, menos turística y más alternativa que el centro.
Me encanta.
Es poderosa la memoria olfativa, he entrado en el estudio y olía a gran disco. El de Hiatt lo es sin duda, y espero que también lo sea el mío.
El lunes enciendo la luz roja.
Quique


Mientras preparaba el disco ha disfrutado trabajando con su amigo César Pop. Confiesa que él le ha dado otra perspectiva de sus canciones, ayudándole a nivel de composición, estructura y arreglos y aportándole confianza.

"Delantera mítica" es un disco nostálgico que habla de amistad sin cerrar los ojos a la realidad que nos rodea.

Reconoce que le gusta la gente que apuesta y que expone… No debería haber tanta diferencia entre ricos y pobres.
Hablamos de fútbol pero seguro que podemos aplicarlo al día a día.

"Somo victimas de un sistema corrupto"; yo diría más, somos víctimas de una sociedad corrupta.
En estos tiempos la rabia sale sóla”, dice, y él la ha plasmado en temas como el contundente “¿Dónde está el dinero?”, “un rock&roll con furia que escupe encima de lo que está pasando”.

“Tenía que decírtelo” sigue la misma senda: una colección de postales cinematográficas que  nos conducen hasta la imagen de una clase política que no nos aporta ninguna solución, “los presidentes de la desesperación”.

Pero aún nos queda un resquicio por el que colarnos si queremos que esto cambie: ¡soñemos!
“Lo peor de creer que los sueños no son posibles es que las pesadillas se convierten en realidad” (David Trueba); de eso es de lo que habla “Parece mentira”.

El disco lo cierra “¿Es tu amor en vano?”, una versión del tema “Is your love in vain?” De Bob Dylan, una declaración de amor que reconoce que no encaja con la intención y la temática del disco pero que incluyó como bonus-track porque le encanta.
Hace meses, en el pequeño escenario del Rubicón, cuando aún no estaba grabada, tuvimos la suerte de que la compartiera con nosotros junto a sus amigos César Pop, Txetxu Altube y Fernando Macaya.

El 19 de febrero el disco salió a la calle.
Unos días antes, el 12 de febrero, Fito escribía:

Hace unas semanas estuve con Quique González aquí en Bilbao y vi en su cara algo diferente y se lo dije: "Quique, estás más guapo, te veo como nunca".
Ahora ya se por qué...
Acabo de escuchar su último disco, "Delantera mítica", y acabo de entenderlo todo Quique está feliz y lo refleja en su cara, igual que una madre que acaba de dar a luz a su hijo. Él sabe que éste es un gran disco, lleno de letras maravillosas, y él sabe que cantar es proyectarse, es dejar de pisar tierra firme, y lo hace. Lo hace como siempre y como nunca.
Me gusta escuchar discos que me hablan y que me hacen feliz; me gustan las canciones llenas de aullidos de lobos y que me enseñan a ver cosas buenas allá donde miro. Hay que aprender a mirar.
Creo que al final ya no hay que ir buscando la felicidad; es ella la que busca tu mirada.
Al final será así.
Me encantó tu disco, Quique.
(Fito Cabrales)

Hace unas semanas Quique pasó por el Fnac de Bilbao para presentar su trabajo.
Fui a verle pero no tenía invitación y tuve que cambiar de planes aunque la verdad es que no me importó demasiado porque sabía que en junio, cuando visite el Escenario Santander, yo estaré allí.
Precisamente ayer por la mañana compré las entradas...


Por la tarde recibí una llamada. Sólo era un rumor pero cabía la posibilidad de que hoy Quique González se dejase caer por el Whisky Bar Los Picos, en Liérganes...
Al llegar a casa las redes sociales me confirmaron la noticia.
Ya era oficial. El concierto estaba anunciado pero sólo iban a vender un puñado de entradas. Pude reservar la mía; llegué a tiempo por los pelos... ¡Gracias Carmen!




La gira de Quique acaba de empezar y este fin de semana tiene dos estaciones en Bilbao.
Suponía que lo que querría Quique es rodar sus canciones y probar alguna cosilla para los conciertos que se avecinan. Un 'bolo' breve, íntimo y personal.
Que equivocado estaba...

Llegamos a Liérganes demasiado pronto.
El local estaba cerrado y al otro lado de la puerta se escuchaba el sonido de las guitarras.
El pueblo estaba en silencio.
Paseamos por sus calles, a los pies de la montaña, junto al río, deslizándonos entre sus casas de piedra. 
Tomamos unas cervezas y regresamos al Whisky Bar Los Picos.
La puerta seguía cerrada pero no tardó en abrirse. Mi nombre estaba en la lista. Recogimos nuestras entradas y cruzamos el umbral...
Poca luz, techos bajos, paredes de piedra y vigas de madera. Al fondo está el escenario y en el reposan una batería, un bajo, un violín, dos ukeleles y un arsenal de guitarras...
Lo de hoy no va a ser ni íntimo ni personal.

Al filo de las diez de la noche aparece Quique González.
Le acompaña toda su banda: Edu Ortega (guitarra y violín), Edu Olmedo (batería), Alejandro 'Boli' Climent (bajo) y Pepo López (guitarra).
Acaban de llegar pero ya sabemos que esto no va a ser un ensayo general. Fuego y gasolina impregnan el local. 
Quique, desatado, se entrega a su público en una noche única para  REGALARNOS un concierto de una intensidad brutal.
Los temas de su último trabajo jalonan su actuación hasta perderse en un cruce de caminos que nos propone un fantástico recorrido por su depósito de canciones. El rock lo empapa todo.
Sólo después de dos horas nos vamos para casa, satisfechos, eso sí, y muy agradecidos.


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