miércoles, 12 de febrero de 2014

ISABEL (IV): su causa es justa

Mogro, 30 de mayo de 2.013

Año 1.968: el reino de Aragón tiene muchos frentes abiertos.
Para soportar la presión de los franceses y sofocar las constantes revueltas acaecidas en Cataluña necesita tiempo y dinero. El rey Juan II (Jordi Banacolocha) comparte intereses, lazos familiares y fronteras con Castilla. La necesita como aliada...


Envía a Pedro Peralta (Ernesto Arias) a Segovia para negociar en secreto la boda de su hijo Fernando (Rodolfo Sancho), rey de Sicilia y príncipe de Aragón, con la hija de Juan Pacheco confiando en que éste sea capaz de conseguir de su rey la confirmación de que Castilla nunca se aliará con Francia y garantizar su apoyo militar en caso de necesidad.


Mientras, tras las negociaciones llevadas a cabo en Guisando, Isabel se instala en Ocaña y Enrique regresa a Segovia.
Él y Pacheco no tienen intención de respetar lo pactado y pretenden recuperar la confianza de los Mendoza garantizando el futuro de la princesa Juana y alejando a Isabel de Castilla.
Planean concertar el matrimonio de Alfonso V, rey de Portugal, con Isabel. Ella ya le despreció y humilló en una ocasión así que, para convencerle, le propondrán al mismo tiempo el matrimonio de su hijo Don Joao con la princesa doña Juana. De ese modo la pequeña se aseguraría la corona de Portugal y, si Isabel no tuviese hijos, ella o sus hijos se convertirían en los primeros reyes de Castilla y Portugal.
Enrique convoca las Cortes de Castilla pero no para votar la confirmación de Isabel como Princesa de Asturias sino su boda con el rey de Portugal. El matrimonio se aprueba y esta vez no será a Enrique al que estará desobeciendo si Isabel se niega a casarse sino al pueblo de Castilla al que tanto ama pero ella apela a los pactos de Guisando y rechaza a Don Alfonso.

Frustrado el matrimonio de Isabel con el rey de Portugal, los Mendoza exigen a Enrique seguir defiendo los intereses de la princesa Juana si no quiere que le vuelvan la espalda.
Don Diego le propone pactar con el rey de Francia el matrimonio de su hermano, el joven y desagraciado duque de Guyena, con Isabel, estableciendo así una alianza que asfixiaría al reino de Aragón y asegurándose de que, en el caso de que Isabel rechazase el matrimonio, la alianza se mantendría y las tropas de Castilla apoyarían a las francesas en su guerra con Aragón al mismo tiempo que el rey Luis XI enviaría soldados a Castilla para derrotar a las huestes de la infanta.

Pacheco pretende frustrar los planes de los Mendoza pero el rey de Aragón sabe que la unión de Francia con Castilla aplastaría a su pueblo.
Mueve ficha, y lo hace rápido y en silencio. Se adelanta a todos y propone que quien se case con la infanta Isabel sea el príncipe Fernando.



Isabel es una mujer rubia y de ojos azules -como son los Trastámara-, elegante pero modesta, austera, poco amiga de lujos y joyas, y muy cristiana y devota. Nunca habla por hablar, es muy consciente de  los deberes que por cuna le corresponden y es fuerte de carácter. Es una mujer excepcional.
Solo ella decidirá con quien compartirá su vida, las decisiones de palacio y las noches de alcoba. El hombre al que escoja ha de ser digno de ella y no sólo un buen rey, sino también un buen esposo y un buen padre. Ella nunca querrá a nadie que no sea él. Como esposa le obedecerá y como madre cuidará de sus hijos, pero como reina no rendirá obediencia a nadie.

Fernando es un hombre joven, sano, de buena presencia, ingenioso, templado y discreto, aunque poco virtuoso. Él será quien se convierta en su esposo y ella ansía conocerle.


Isabel es consciente de que rechazar al candidato propuesto por su hermano para casarse con Fernando acarreará muerte y dolor pero sabe también que siempre ha habido y habrá guerras, que lo importante es que la causa sea justa y que la suya lo es.

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