Llanes y Ribadesella, 13 de octubre de 2.014
Es pronto: paradita en Llanes, camino de Oviedo...
Visita fugaz a la turística villa del norte de Asturias. Paseamos junto a su encauzada ría para llegar al puerto y detenernos junto a los decorativos y sobrevalorados "Cubos de la Memoria" pintados por el artista vasco Agustín Ibarrola (2.001).
Nos perdemos entres sus casonas y palacios y saboreamos un reconfortante café antes de dirigirnos a nuestro destino, la playa de Gulpiyuri, situada en la cercana aldea de Naves, declarada Monumento Natural en 2.001 y considerada una de las playas más bonitas de Asturias.
Se trata de un peculiar arenal circular de apenas cincuenta metros de longitud, aislado de la costa, que recibe el agua de mar a través de una serie de conductos horadados en la roca.
La sensación de acercarse al mar sin verlo resulta curiosa pero considerar ésta una de las playas más bonitas de nuestra rica costa cantábrica me parece excesivo.
Sin embargo, es cierto que vinimos sin avisar y tal vez la pillamos sin arreglar: la bajamar y la ausencia de sol puede que no la favorezcan. Tal vez tengamos que repetir...
Continuamos nuestro camino y nos detenemos a comer en Ribadesella, bonito pueblo pesquero situado en la desembocadura del río Sella.
Aparcamos en la margen izquierda de la ría y después de zamparnos un sabroso cachopo con patatas en uno de los restaurantes de su casco histórico paseamos hasta el Monte Corberu.
Nuestras miradas se pierden en el infinito y nos detenemos junto a la pequeña Ermita de la Virgen de la Guía para coquetear con el futuro.
Frente al mirador fortificado de la ermita se extiende el Mar Cantábrico y a nuestra espalda las aguas dulces del río Sella se funden con el agua salada de la Mar Océana dando origen a la extensa playa de Santa Marina, junta a la que proliferan palacetes y apartamentos.
Sin ninguna prisa bajamos hasta el paseo que habrá de llevarnos de vuelta al coche y continuamos nuestro viaje sin más interrupciones hasta Oviedo.
Sin embargo, es cierto que vinimos sin avisar y tal vez la pillamos sin arreglar: la bajamar y la ausencia de sol puede que no la favorezcan. Tal vez tengamos que repetir...
Continuamos nuestro camino y nos detenemos a comer en Ribadesella, bonito pueblo pesquero situado en la desembocadura del río Sella.
Aparcamos en la margen izquierda de la ría y después de zamparnos un sabroso cachopo con patatas en uno de los restaurantes de su casco histórico paseamos hasta el Monte Corberu.
Nuestras miradas se pierden en el infinito y nos detenemos junto a la pequeña Ermita de la Virgen de la Guía para coquetear con el futuro.
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