jueves, 21 de marzo de 2019

MÚSICA PARA FEOS: con la música les basta...

Santander, 5 de diciembre de 2.018


Vicky Gastelo está acostumbrada a compartir sus canciones con otros músicos, pero, hace un par de semanas, en el Escenario Santander, comentó lo mucho que le sorprendió recibir hace unos años una llamada de teléfono del editor de Lorenzo Silva para pedirle permiso para incluir la letra de “Si tú piensas en mí” en la que iba a ser su próxima novela: “Música para feos”.

Ella se lo dio -por supuesto, faltaría más-, pero no solo eso, sino que después colaboró con él en la presentación del libro en la Fnac de Callao…




No me queda muy claro sin son feos o no, pero igual que les pasaba a Leonard Cohen y Janis Joplin, los protagonistas de “Música para feos” tienen la música, y con eso les basta…



Mónica es una periodista al borde de los treinta con un empleo que detesta. Es joven, aunque no tanto como para tener el alma y la piel libres de rasguños. Cuando conoció a Ramón, no estaba pasando por su mejor momento, ni en lo laboral, ni en lo personal, ni en la correspondencia de su mente y su cuerpo con lo que deseaba que uno y otro fueran. Durante los últimos tres años, la voz de Amy la había envuelto, acariciado y destrozado a partes iguales:

We only say goodbye with words.
I died a hundred times:
you go back to her,
and I go back to us.

Aquella tarde se había dejado arrastrar por la más descerebrada, banal e imprudente de sus compañeras de trabajo a una de sus famosas correrías nocturnas. Su amiga tenía la teoría de que, para que la probabilidad de contacto satisfactorio fuera alta, solo era necesario crear un número de oportunidades suficientemente elevado, y quién sabe: puede que tuviera razón…
Poco antes de las cuatro de la madrugada, un tipo de más de cuarenta la miraba desde la barra de un discobar, mientras ella, embrujada, se dejaba llevar por la música de uno de esos artistas con tendencia a malograrse prematuramente que desbordan las estrecheces de su tiempo y su lugar. Al acabar la canción se acercó a él. Se llamaba Ramón y, poco después, ambos salían juntos de aquel antro. Él se jactaba de no disparar contra nadie que no estuviera en condiciones de devolverle el disparo y ella estaba un poco borracha, así que se limitaron a intercambiarse sus números de teléfono antes de irse cada uno a su casa.

Una semana después volvieron a verse. Lo hicieron en el Palacio de Cristal de los jardines de El Retiro, donde, con las hojas caídas, comenzaron a construir su propio cielo. Ella llegó con antelación a una cita en la que él demostró ser una persona reservada, sensible y perspicaz. Esta vez no tardó en disparar… Ambos sentían que tenían entre manos algo que valía mucho la pena y los dos estaban dispuestos a vivirlo intensamente.

Durante varias semanas, compartieron citas y canciones cuyas letras lo decían casi todo, pero él tuvo que irse fuera de España durante cuatro meses por motivos profesionales y a ella le tocó esperar. Permanecieron juntos sin estarlo, conociéndose cada vez un poco más, conectados a las redes sociales durante ciento veinte lunes que se les hubieran hecho eternos si hubieran llegado a término…

If I show you my dark side,
will you still hold me tonight? 
If I open my heart to you
and show you my weak side,
what would you do?

Su historia de amor le daba sentido a la letra de unas canciones que antes escuchaban como si fueran para otros, hasta que, un día, la vida se tiñó de rojo. El mundo se paró de golpe y el tiempo se les escurrió entre los dedos, dejándoles instantes plenos y dichosos que ella todavía celebra, aunque no sea capaz de encontrar ningún lugar donde tocarse que no le duela…

Our day will come and we’ll have everything,
we’ll share the joy only the love can bring.

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