domingo, 14 de abril de 2019

LA HISTORIA INTERMINABLE: sin pasado no hay porvenir



Santander, 21 de febrero de 2.019

“Cuando se agotan los recuerdos nos quedamos sin pasado, y sin pasado no hay porvenir.”



¿Qué sucede en el interior de un libro cuando este está cerrado? Dentro solo hay letras impresas sobre el papel, pero algo debe suceder, porque, cuando lo abres, aparece, de pronto, una historia entera: personas que no conocemos, aventuras, hazañas, peleas…





Las criaturas de Fantasía se deforman, pierden su verdadera esencia y se convierten en mentiras en el mundo de los seres humanos, pero cada vez que uno de ellos viaja al suyo, la magia se reinventa. De la pluma del alemán Michael Ende brotaron en 1.979 un tropel de criaturas fantásticas de diversas e infinitas procedencias a las que es preciso salvar. Cientos de fantasios pueblan las páginas de su ‘historia interminable’, aunque muchas de sus aventuras tendrán que ser contadas en otra ocasión…



Mi padre me regaló un bonito ejemplar de “La historia interminable” hace varios puñados de años. Lo leí entonces, pero apenas lo recordaba. Afortunadamente, Claudia me ha brindado la posibilidad de volver a leerlo, reencontrándome así conmigo mismo…





La pasión que Bastián sentía por los libros era inmensa. Llevaba toda su vida soñando con una historia que no se acabara nunca. Tal vez por eso, cuando el azar, o el destino, le llevó hasta la librería del antipático señor Koreander y se topó con su ‘historia interminable’ supo que aquel libro impreso en dos colores y con tapas de color cobre tenía que ser suyo. No tenía dinero para comprarlo, así que lo robó. Salió corriendo de la tienda con él escondido bajo el abrigo, se atrincheró en el desván de su colegio y comenzó a leerlo…



El reino sin froteras de Fantasía está en peligro: ¡ha comenzado a desaparecer! En sus confines se ha instalado la nada más absoluta y ha comenzado a crecer. La Emperatriz Infantil yace enferma en su majestuosa Torre de Marfil. Ella es el centro de todo. Sin ella, todas las criaturas del reino se desvanecerán. Ninguno de los quinientos médicos que la han asistido ha conseguido averiguar qué le sucede, ni cómo curarla, pero quizás, en algún rincón de sus dominios, haya alguien que sepa más que ellos…



La propia emperatriz ha sido la que ha decidido que sea Atreyu -un joven ‘piel verde’ educado en el valor, la nobleza y el orgullo-, quien emprenda la Gran Búsqueda. El muchacho ha aceptado el reto y acometido una misión que muchos consideran imposible.

Cabalgando día y noche, siempre hacia el norte, ha llegado hasta el Pantano de la Tristeza y la Montaña de Cuerno, donde Vetusta Morla le ha confirmado que lo único que necesita la princesa es un nuevo nombre. ¿Quién podrá dárselo…?



Lejos de Fantasía existe un Mundo Exterior cuyos habitantes tienen, desde antiguo, la facultad de poner nombre a las cosas. Ellos siempre lograron curar a la princesa, pero desgraciadamente están olvidando que existen otros mundos más allá de sus fronteras diferentes al suyo. Atreyu ha de conseguir que al menos uno crea en ellos y escuche su llamada…



A lomos de un dragón blanco de la suerte llamado Fújur vuela durante días para sumergirse en el Mundo Exterior y buscar una criatura humana dispuesta a ponerle un nuevo nombre a la Emperatriz Infantil y salvarlos a todos.



Durante el breve tiempo que dura un suspiro, el delgado muro que separa los mundos de Bastian y de la Emperatriz Infantil se hizo transparente, pero al joven le faltó valor y le dio vergüenza acudir en su ayuda. A la princesa no le quedó más remedio que ponerle entre la espada y la pared: Hija de la Luna la llamó cuando estuvo frente a ella. Le salvó la vida y como muestra de agradecimiento ella le entregó su alhaja: el Signo, y le prometió que, mientras permaneciera en su reino y hasta que encontrara su Verdadera Voluntad, todos sus deseos se harían realidad.



Bastian emprendió entonces un largo viaje, saltando de un deseo a otro, entregando a cambio los recuerdos del mundo del que procedía. Olvidó el camino de vuelta, pero no le importó y quiso, como muchos otros antes que él, convertirse en emperador. Solo cuando se dio cuenta de que, perdido entre los dones y poderes que había recibido en Fantasía no era capaz de encontrarse a sí mismo, descubrió que ya no ansiaba ser el más grande, ni el más fuerte, ni el más inteligente…, sino que lo que realmente necesitaba era ser querido por cómo era él de verdad: con todos sus defectos, o precisamente por ellos. Sus deseos de poder y grandeza se habían extinguido, pero había olvidado quién era en realidad. Seguía sin descubrir cual era su Verdadera Voluntad y necesitaba cambiar…

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