Santander, 4 de abril de 2.021
Emilio Martínez Lázaro, director de algunas de las
comedias más taquilleras de nuestro país, como “El otro lado lado de la cama”
(2.002) o “Ocho apellidos vascos” (2.014), pero también de dramas como “Las trece
rosas” (2.007), es el responsable de “La montaña rusa” (2.012), película protagonizada
por tres de sus actores fetiche: Verónica Sánchez, Ernesto Alterio y Alberto
San Juan.
El amor, el sexo y la amistad pueden ser los tres
lados de un triángulo, pero este nunca será equilatero…
Ada (Verónica Sánchez) es una joven, talentosa y guapa
violinista, pero los fans no aporrean la puerta de su camerino al terminar un
concierto.
La primera vez que tuve una conversación sobre sexo
tenía diez años y no me hice una idea muy clara del asunto, o quizá me hice una
idea demasiado clara: hacer el amor debía ser algo muy especial; mejor, incluso,
que montar en una montaña rusa…
El caso es que, cuando llegué al sexo de verdad, mis
expectativas eran desmesuradas y la realidad me pareció una estafa. Probé de
todo, pero no había manera de subir a la ansiada montaña. La culpa era solo mía.
La soledad me iba envolviendo poco a poco…
Mis fantasías sobre el sexo eran insanas e infantiles. Las primeras veces siempre son raras: uno está preocupado, porque quiere estar a la altura, pero está nervioso y no conoce al otro, no sabe lo que le gusta… En el sexo, como en todo, hay que ir ganando confianza. Además, ¿por qué el sexo tiene que ser algo tan importante? ¿Quién lo ha dicho? ¡Es todo un mito!
Conocí a un hombre del que me enamoré y, justo entonces,
ocurrió: monté en la montaña rusa, pero no con el hombre del que estaba
enamorada. ¿O sería este el amor verdadero: el famoso flechazo de Cupido?
Luis (Alberto San Juan) y Lorenzo (Ernesto Alterio),
sumados, eran el hombre perfecto. No me sentía capaz de renunciar a ninguno de
los dos y ambos eran amigos. Aquello no podía acabar bien…
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