miércoles, 12 de octubre de 2011

JOSÉ IGNACIO LAPIDO: un cantautor eléctrico


Bilbao, 7 de octubre de 2.011

Unas cañitas en buena compañía fueron el preludio de una noche de rock en el café Antzokia.

Lapido es un cantautor que goza de enorme prestigio entre sus compañeros y que allá por los años ochenta lideró 091, una banda de rock que llegó a grabar siete discos antes de anunciar su disolución en 1.996.

Inició entonces una carrera en solitario que le llevó el año pasado a publicar el que de momento es su último disco, “De sombras y sueños”: una colección de canciones con letras geniales en el que cuenta con la colaboración de artistas de la talla de Eva Amaral, Quique González o su paisano Miguel Ríos.
 
Algo más de ochocientos kilómetros son los que ha tenido que recorrer el granadino para presentarse esta noche en el café Antzokia, un antiguo cine reconvertido en una sala de conciertos espectacular.

No tenía ni idea de lo que iba a ver: me imaginaba a un cantautor abrazado a su guitarra recitándonos sus canciones y confiaba en la posibilidad de que se hubiese traído algún amigo músico que pudiese acompañarle una noche.
Que engañado estaba...

Me encontré con una banda que sonaba como un cañón (guitarra, bajo, teclado y batería) y con un José Ignacio Lapido inconmesurable en la guitarra que lidera un proyecto con sabor a rock auténtico.

Fantásticos duelos de guitarras con Victor Sánchez deslucidos por una sucesión interminable de muecas y poses ficticias que invitaban a disfrutar del concierto desde la barra del café, escuchando y sin-tiendo el rock de estos músicos geniales sin necesidad de asistir a sus “orgasmos” fingidos sobre el escenario.

Quique González ejercía de crítico musical para la revista “Rolling Stone” y analizaba el último trabajo de Lapido cuando “De sombras y sueños” iba a ser lanzado a las tiendas de discos:

“En el más allá, efectivamente, hay un hombre bueno, al que considero el mejor escritor de canciones de este país. Unas veces son un jab (golpe que permite pegar y moverte para que no te pillen a la contra) y otras la caricia de una fiera. Tienen mala leche y ternura. Es un artista íntegro con un compromiso brutal con su oficio, que pelea en condiciones muy duras para un tipo que ha escrito algunas de las páginas más brillantes de la música española.
La mañana que me subí al tren para ir a Motril a cantar en su disco me desperté con emoción verdadera. Escuché en el viaje “En medio de ningún un lado” unas cuantas veces para grabarla sin leer la letra, pero también me iba a la cafetería pensando en cómo serían las otras joyas del disco.Yo le dije que cantaría cualquiera porque nunca he escuchado una mala canción de Lapido: con unas me entran ganas de liderar un motín, con otras de estudiar Historia, con otras de escribir una canción; todas me vuelan la cabeza. Ahora escucho el disco entero y me vuelve a dar la razón: hay un hombre bueno en el camino.
Pasé un gran día con su banda. Son amigos, todos tienen proyectos interesantes y se nota en cómo tocan. Paul, el productor, también ha hecho un gran trabajo: hay mucho espacio, muchos colores. Suena más pulcro y ordenado que otros de sus discos, pero también más agresivo, con la voz más cercana. En la base, Paco y Popi son sólidos y creativos, Raúl aporta elegancia, Víctor toca por Ribot o por Richards con carisma y clase. El jefe canta como nunca y demuestra que es un guitarrista sobresaliente.
Después de grabar escuché algunas pistas y quedé impresionado. Recuerdo que “Cansado” me partió en dos. Hacía una noche fantástica: estuvimos cenando todos en el porche, le volví a pedir una canción y como siempre estuvimos hablando de la posibilidad de hacer una gira juntos. Luego me desplumaron sin piedad al Texas Hold’em (una versión del póker)”.
(Quique González, 2.010)

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