lunes, 11 de febrero de 2013

LEIVA - 'DICIEMBRE':¿conocías el caso de La Rubia Platino?

Bilbao, 10 de febrero de 2.013


"El caso de la Rubia Platino"

Me adelantó un talón de setecientas
más gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino.
Mi último tren llegaba con retraso,
así que decidí aceptar el caso de la rubia platino.
Yo era un huele-braguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia, extorsión
y líos de faldas;
estaba, como buen ex-policía,
a sueldo de un pez gordo que sabía cubrirse las espaldas.

"Ninguna zorra vale ese dinero",
pensé, mientras dejaba mi sombrero nuevo en el guardarropa.
Cantaba regular, pero movía
el culo con un swing que derretía el hielo de las copas.
Cuando salió, por fin, del reservado,
sentí que las campanas del pasado repicaban a duelo:
la última vez que oí esa melodía
me recetaron tres años y un día, más IVA en la Modelo.

Para jugar al black jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo es igual que pretender envidar con un farol al futuro.
No por casualidad me temen en los casinos.
Me daban diez de los grandes por el caso de la rubia platino.

Los besos que te dan las chicas malas
salen más caros cuando los regalan y huelen a fracaso.
Pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena y el caso era un gran caso.
En un bistró del puerto de Marsella
nos fuimos demorando entre botella y botella de Oporto:
"Los que pusieron precio a tu cabeza
-le dije exagerando su belleza- se habían quedado cortos."
Puede que me estuviera enamorando,
porque antes del café cambié de bando, de hotel y de sombrero.
Mi viejo puso un cuarto con dos camas
fingiendo que la dama era una dama y su hijo un caballero.
Ni siquiera, señores del jurado,
padezco, como alega mi abogado, locura transitoria.
Disparé al corazón que yo quería
con premeditación, alevosía y más pena que gloria.

Para jugar al black jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo es igual que pretender envidar con un farol al futuro.
No por casualidad me temen en los casinos.
Diez de los grandes por seguirle los pasos a la rubia platino.

Para volver a ser alguien en el ambiente
necesitaba un par de buenos clientes, algo para mis vicios y un despacho decente.
No dan para comer las putas del barrio chino.
Todos los lunes no me encargan el caso de la rubia platino.
Para no ser un cadáver en el tranvía,
aparte de tener gramática parda
hay que saber que las faldas son una lotería.
Con luz de gas brilló mi lámpara de Aladino...
Me daban diez de los grandes por el caso de la rubia platino.



¿Conocías el caso de 'La Rubia Platino'?
Joaquín Sabina lo abandonó al fondo de un cajón hasta que un día le propuso a Leiva sacarlo a pasear.
El madrileño aceptó el reto y desde entonces una y otra vez proyecta sobre sus escenarios un fantástico corto de cine negro de cuatro minutos de duración con música en directo.

"Diciembre" es el primer trabajo en solitario de Leiva que lleva ya un año sacándole jugo a un puñado de temas entre los que siempre encuentra sitio para "El caso de la Rubia Platino".

Hoy, a la hora de la merienda, ocho tipos melenudos y flacos la han líado parda en el Teatro Arriaga mientras el Athletic jugaba en San Mamés.
Dicen que el rock es la banda sonora del infierno pero hoy se ha colado en el paraíso y desde la cúpula del teatro hemos vibrado con su directo.


El respetuoso silencio del público asusta:

"Tengo miedo,
miedo, miedo, miedo..."

Yo también quisiera tener las cosas tan claras como las tienes tú. No es así pero me bebo las promesas y las dudas en el mismo trago y desatando los nudos que ahogan mi garganta me lanzo a quemar las vías y arañar el cielo.

El público en pie ha despedido a Leiva y sus chicos pero la última canción no era para ellos; Lady Madrid estaba con nosotros...



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