viernes, 29 de agosto de 2014

PLAYA DE POO DE LLANES: rincones mágicos

Poo de Llanes, 20 de agosto de 2.014


Esta vez las nubes no se molestaron en jugar al gato y al ratón con nosotros. El día amaneció gris...
Las vacaciones asturianas de parte de los Pinedo propició que propusiésemos un encuentro en Llanes. Pretendíamos comer en un merendero próximo a las vías del tren en el que ya nos habíamos reunido hace un puñado de años pero la lluvia nos obligó a cambiar de planes.

Nos encontramos en Poo, un pequeño pueblo situado en el extremo oriental de la turística villa. Descartamos los bocatas y después de compartir unas cervezas saboreamos unas alubias y unos escalopines al cabrales en una terracita cubierta al borde de la carretera.

Los Nuberos comprobaron que no iban a poder con nosotros y desistieron. No salió el sol pero dejó de llover...
Rescatamos nuestro termo de café y nos aposentamos en las mesas de un pequeño parque próximo al restaurante mientras los peques jugaban en los columpios.

Ya era hora de ponerse en movimiento. Dimos un corto paseo y llegamos hasta la playa para descubrir un rincón único.
Las aguas del arroyo Vallina se funden con el Cantábrico en una pequeña ensenada custodiada por dos pequeños promontorios rocosos que invitan a pasear.




Abordamos el promontorio oriental y buscamos la boca del fondeadero, resguardada por la imponente Isla Alamaneda.



Volvemos la vista hacia el este y descubrimos, ya en mar abierta, el Castro de Poo, un curioso conjunto de islotes que se asemejan a los robustos dedos de un puño de piedra semicerrado que saliese del fondo del mar.


Los senderos que bordean los acantilados auguran paseos agradables paseos pero no es el momento. Volvemos sobre nuestros pasos...
Dos pequeños hoteles situados al borde de la playa presagian amaneceres mágicos y sus terracitas vaticinan puestas de sol únicas. Creo que tendré que repetir...

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