martes, 6 de septiembre de 2016

EL BOSCO, LA EXPOSICIÓN DEL V CENTENARIO: enigmático precursor del surrealismo

Madrid, 17 de agosto de 2.016


Con motivo de la conmemoración del quinto centenario de la muerte de El Bosco, el Museo del Prado ha organizado una exposición monográfica patrocinada por la Fundación BBVA que constituye una ocasión irrepetible de disfrutar de la obra del artista borgoñón y adentrarse en la personal visión del mundo de uno de los pintores más enigmáticos del Renacimiento que alcanzó fama en vida merced a su originalidad y experimientó una notable revalorización a comienzos del siglo XX gracias a la reivindicación que de su figura hizo el surrealismo.


Merced al interés que mostró por su obra el rey Felipe II, España conserva el mayor conjunto de originales suyos. El Prado, heredero de la Colección Real junto con Patronato Nacional, custodia seis obras entre las que destacan "El jardín de las delicias", "Adoración de los magos" o "Carro de heno". Todas ellas se incluyen en esta exposición junto a otras procedentes de Lisboa, Londres, Berlín, Viena, Venecia, Rotterdam, París, Nueva York, Filadelfia o Washington, reuniendo por primera vez en un mismo espacio casi toda su producción artística: veintiuna de las veinticinco obras originales del maestro que han llegado hasta nuestros días y gran parte de sus dibujos.

Cornelis Cort (1.572)

"¿Qué ven, Jheronimus Bosch, tus ojos atónitos?
¿Por qué esa palidez en el rostro?
¿Acaso has visto aparecer ante ti los fantasmas de Lemuria o los espectros voladores de Érebo?
Se diría que para ti se han abierto las puertas del ávaro Plutón y las moradas del Tártaro, viendo como tu diestra mano ha podido pintar tan bien todos los secretos del Averno."

Debido a la dificultad que plantea fijar la cronología de sus obras, la muestra se ha organizado en torno a seis secciones temáticas: Infancia y vida pública de Cristo, Los santos, Del Paraíso al Infierno, El jardín de las delicias, El mundo y el hombre: pecados capitales y obras profanas, y La Pasión de Cristo.

Jheronimus van Aken (1.450-1.516), nació y vivió en 's-Hertogenbosch, una ciudad situada al norte del ducado de Brabante, en la actual Holanda, a la que vinculó su fama al firmar sus obras como 'Jheronimus Bosch'.
Se trataba de una ciudad próspera y la plaza del mercado, en la que el artista residió entre 1.462 y 1.516, era punto de encuentro de todas las clases sociales y escenario de toda suerte de acontecimientos y celebraciones a los que el pintor asistió como espectador privilegiado.
En torno a 1.487 fue nombrado hermano jurado de la cofradía de Nuestra Señora, lo que le permitió entrar en contacto con la personalidades más destacadas de la ciudad y comenzar a recibir encargos de particulares e instituciones eclesiásticas.

La ausencia de un gremio de pintores y de una tradición local favoreció que El Bosco desarrollase un estilo original. El personal tratamiento de la superficie y la iconografía de sus cuadros, muy difíciles de descifrar, ponen de manifiesto la renovación que en sus manos experimentó la pintura del siglo XV.

La Adoración de los Reyes, uno de los temás más repetidos en su producción, le permite mostrar la universalidad de la redención: los paganos -los Magos-, hacen un largo viaje para adorar al Mesías mientras los judíos le rechazan...
En torno al tríptico del Prado se disponen las adoraciones de Nueva York y Filadelfia. En todas ellas llama la atención la minuciosidad con la que el artista pinta las piezas que traen los Reyes...

   

El tríptico conservado en el Museo del Prado perteneció a la alta burguesía de Amberes. Además del matrimonio donante, integrado en la escena principal, El Bosco incluyó también al padre del comitente y a su hijo en la semigrisalla del reverso, donde se representa la misa de San Gregorio, capturando el momento en el que al papa se le aparece Jesucristo con los atributos de la Pasión.

En los tres paneles interiores, unificados por el paisaje, se muestra la llegada de la salvación al mundo. Guiados por la estrella, visible en lo alto del cielo, los tres Reyes Magos acuden a adorar al Niño.


En sus trajes y ofrendas se incluyen dos escenas del Antiguo Testamento que prefiguran la Adoración de los Magos: la visita de la reina de Saba a Salomón en la esclavina de Gaspar y el ofrecimiento de Abner al rey David en el bote de incienso de Baltasar, rematado por un Ave Fénix que evoca la Resurrección de Cristo. Melchor está arrodillado frente al Niño y ha posado en el suelo su regalo, una pequeña escultura en la que aparece representado el sacrificio de Isaac, presagio de la Pasión de Cristo, aplastando un par de sapos, símbolo de la herejía.


Llama la atención la misteriosa presencia del Anticristo en el interior de la cabaña y el extraño compartamiento de San José, que aparece secando los pañales del Niño en la tabla de la izquierda, apartado de la escena principal.


Durante la segunda mitad del siglo XV el culto a los santos experimentó un auge que se pone de manifiesto tanto en la producción de El Bosco como en la de su taller. El tríptico de "La tentación de San Antonio" del Museo de Lisboa preside una sección en la que se incluye también la tentación del Museo del Prado.

Considerada una de las obras maestras de El Bosco, el tríptico de Lisboa recoge varios episodios de la vida de san Antonio.


En la tabla izquierda, los compañeros del santo cruzan un puente llevando su cuerpo inconsciente tras haber sido golpeado por unos demonios que, tras su recuperación, volvieron a atacarle lanzándole por los aires, como se aprecia en la parte superior.
El panel central muestra a san Antonio rezando en una especie de capilla, rodeado por todo tipo de seres monstruosos que encarnan a la fuerzas del Mal. En el interior del edificio, al fondo, se ve a Jesucristo de pie junto al crucifijo que preside el altar.
La tabla derecha muestra la aparición de Satán bajo la apariencia de una reina joven y bella a la que el santo encontró bañándose desnuda en un río. Ella le llevó a sus dominios, le mostró sus falsas obras de caridad e intentó seducirlo, pero él se dio cuenta del engaño y la rechazó.

En la tentación del Museo del Prado, San Antonio aparece ensimismado, sumido en sus pensamientos sin que nada le aleje de esa concentración interior, ni siquiera los demonios que se preparan para atacarle rodeando el tronco de árbol hueco que le sirve de cobijo.


El "Tríptico de Santa Wilgefortis" de Venecia muestra el martirio de una joven a la que castigó su padre después de que pidiese a Dios que le creciera la barba para evitar el enlace impuesto por su progenitor. Aunque en la actualidad este atributo masculino no aparece no resulta visible en el cuadro, existen documentos que sugieren que originalmente si que estaba presente en la tabla.


En la tabla izquierda se representa a san Antonio en oración y en la derecha a un monje y un soldado, aunque análisis técnicos han demostrado que debajo de estas escenas se habían pintado dos donantes masculinos que posteriormente fueron deliberadamente ocultados.

San Cristóbal -patrón de los viajeros-, era uno de los santos más populares en la Edad Media: de acuerdo con la iconografía popular, ayudaba al Niño Jesús a cruzar un peligroso río llevándole sobre sus hombros.
El agua solo le llega hasta los tobillos pero con el mástil de un barco hundido pintado en primer término El Bosco hace hincapié en las apariencias engañan.
Un jarro de gres colgado de un árbol sirve de vivienda al ermitaño que ánimo al gigante Réprobo -nombre original del santo-, a ayudar a los viajeros a cruzar el río...


El Bosco pintó a San Jerónimo postrado en el suelo, con un crucifijo entre los brazos y las manos unidas en oración. Vestido con una ligera túnica blanca después de dejar abandonados a su espalda un gran manto rojo, el capelo de cardenal y un libro que hace referencia a su tradución de La Biblia: la Vulgata.
La cueva en la que se refugia es muy peculiar y de ella nace un estanque, mientras que el paisaje del fondo es mucho más convencional.




La representación del Paraíso y del Infierno es una constante en la producción de El Bosco, aunque varíe la forma de mostrarlos...
Se desconoce cual era la estructura original de las "Visiones del más allá" de la Gallerie dell'Accademia de Venecia, fechadas a principios del siglo XVI, pero en 1.521 se encontraban en poder del cardenal Domenico Gramini.


Inspiradas en miniaturas de temática análoga y en fragmentos de la "Divina Comedia" de Dante, llama especialmente la atención la 'Ascensión al Empíreo', que muestra el camino que las almas de los bienaventurados, sostenidas por ángeles, emprenden hacia un túnel de luz deslumbramte que han de atravesar para alcanzar el Paraíso Celestial.

El tríptico del Juicio Final conservado en Brujas muentra en la tabla de la izquierda el Paraíso Terrenal mientras en la parte superior las almas de los bienaventurados son conducidas por ángeles hacia el cielo.
En el panel central y en la tabla de la derecha aparece representado el Infierno: las fuerzas del Mal castigan a varios grupos de figuras que encarnan los pecados terrenales mientras en lo alto Cristo, como Juez Supremo, está entronizado sobre el arcoíris, rodeado por los apóstoles y cuatro ángeles con trompetas.


En 1.570 el rey Felipe II compró el tríptico "El Carro de Heno", a los herederos de Felipe de Guevara, quien fuera mayordomo de Felipe el Hermoso y posteriormente miembro del séquito de su padre, Carlos I.
Cuando está cerrado muestra una semigrisalla en la que aparece un peregrino recorriendo el camino de la vida. Éste resiste las tentaciones, simbolizadas por la pareja que baila, mientras es acechado por los peligros del viaje...


Al abrirlo nos topamos con un tríptico dedicado al pecado basado en un antiguo proverbio flamenco que afirma que el mundo es un como gran carro de heno del que cada uno toma lo que puede...


El Bosco, como el profeta Isaías, comparó el heno de los campos con los placeres y las riquezas del mundo, efímeras y perecederas.

En el panel de la izquierda se muestra el origen del pecado...
En la parte superior, los ángeles rebedes son expulsados del cielo: liderados por Lucifer se van convertidos en sapos e insectos.
Un poco más abajo aparecen representadas la creación de Eva a partir de la costilla de Adán y el Pecado Original encarnado en una serpiente con cabeza de mujer enroscada en el Árbol del Bien y del Mal que les tiende una manzana.
Consumado su pecado y avergonzados por haber comido el fruto prohibico, ambos son expulsados del Paraíso mientras un pájaro que encarna la lujuria picotea uno de loss frutos de una planta con espinas que simbolizan las tentaciones mundanas.

En el panel central la humanidad es arrastrada por el pecado: el mundo es un carro de heno del que cada uno toma lo que puede coger.
Fruto de la lujuria y seducidos por la música, una pareja de amantes se besa en lo alto del carro mientras una lechuza que simboliza la ceguera humana les observa desde lo alto.
A su lado, un ángel reza a Cristo, que se encuentra en el cielo, mientras los músicos tocan sus instrumentos y un demonio que representa la vanidad les escucha.
Las clases pudientes (nobles, curas, judíos...) rodean el carro y entre ellos aparecen representados el rey de Francia, el Papa y el emperador. La gente humilde lucha por conseguir un poco de heno, arriesgándose a ser atropellados por las ruedas del carro.
En la esquina inferior derecha un orondo monje come y bebe mientras un grupo de monjas llenan una bolsa de heno, lo que constituye una clara crítica al clero por su vida mundana.


El carro, conducido por un grupo de criaturas monstruosas que tiran de él, es arrastrado sin que nadie se de cuenta hacia el panel de la derecha, que representa el Infierno.
En la parte superior aparece representada una ciudad en llamas, algo muy habitual en los cuadros de El Bosco, que, cuando era un niño, vio como el fuego asoló su ciudad.
En el centro de la tabla se alza una torre circular en construcción que podría ser la Torre de Babel, un intento de alcanzar el cielo que simboliza la vanidad humana.
El alma de un pecador es arrastrada por dos figuras monstruosas frente a las cuales aparecen representadas varios métodos de tortura: un hombre es asaetado, otro arrojado a una jauría de perros hambrientos y otro desollado.











"El Jardín de las Delicias" es la obra más compleja y enigmática del artista flamenco...
Se trata de un tríptico sobrecogedor que cuando está cerrado muestra una inquietante burbuja de cristal en la aparece representado el tercer día de la Creación. Pintado en tonos grises, como corresponde a un mundo sin Sol, contrasta con el intenso colorido del interior del tríptico.


En la esquina superior izquierda aparece representado un anciano, al que se identifica con Dios dando forma al mundo que va a crear, y junto él una inscripción en latín en la que se puede leer: "Él lo dijo, y todo fue hecho. Él lo mandó, y todo fue creado".
La Tierra -plana, rodedada de agua y con una frondosa vegetación-, aparece representada dentro de una esfera de cristal que simboliza la fragilidad del universo.

Abrimos el cuadro y un mundo de luz y color aparece ante nosotros: una colección de seres mutantes y animales extraños repartidos sobre unos escenarios de gran fantasía.


Se trata de una obra de carácter moralizante en la que El Bosco plasma una ácida crítica de los placeres pecaminosos: el ser humano se precipita hacia el Infierno con cada uno de sus actos, un horrible universo de monstruos, plantas antropomorfas y objetos imposibles.
El pecado es el único punto de unión entre las tres tablas, que narran la caída del género humano sin posibilidad de redención, puesto que no aparecen representadas las figuras divinas de Cristo o María, ni tampoco aquellos que, sin pecado, vivirán en la Gracia de Dios tras el Juicio Final.


La tabla de la izquierda representa la creación de Adán y Eva...
En una escena de gran belleza, orden y equilibrio vemos como Dios le ofrece al primer hombre la mujer recién creada. Ambos aparecen desnudos, pues no han pecado aún, pero a los pies de Eva aparece representado un conejo que pone de manifiesto su carácter lujurioso.
Junto a ellos, a la izquierda del espectador, aparece representado un Drago, ejemplar que se asocia con el Árbol de la Vida y que formaba parte del Jardín de las Hespérides en el que las hijas de Atlas custodiaban las manzanas de oro que proporcionaban la inmortalidad.
Un poco más atrás, a la derecha, junto al lago, aparece representada una palmera -el Árbol del Bien y del Mal-, en cuyo tronco vislumbramos la serpiente tentadora.
Ésta crece sobre una roca con forma de rostro que representa al demonio, oculto a los ojos de nuestros primeros padres y escondido a los pies de la Fuente de la Vida que ocupa el centro de la tabla, una estructura mineral y orgánica con un orificio en su parte inferior por el que se asoma una lechuza que simboliza la malicia. La fuente, rodeada de agua, resulta inaccesible y simboliza la tentación. En torno a ella, diversos animales aparecen representados como bestias que se atacan y devoran, alimentándose unas de otras, de manera que la paz paradisiaca se transforma en un aviso del pecado personificado en los bichos y alimañas que se arrastran por el suelo, nadan por el agua o vuelan por el aire.
El oscuro estanque que aparece en la parte inferior de la tabla representa el mundo repleto de adversidades, males y tormentos al que Adán y Eva fueron arrojados después de rechazar los manjare proporcionados por Dios -representados en el drago situado detrás de Adán- y probar el fruto prohibido de la palmera.
En la parte superior una multitud de aves alzan el vuelo y abandonan el Paraíso mientras otras permanecen en tierra, picoteando y cumpliendo con el mandato divino de creced y multiplicaos.

La tabla central constituye el Jardín de las Delicias propiamente dicho y en él aparecen representados los placeres terrenales, fruto del pecado original. Animales y frutos de tamaños desmesurados se mezclan con hombres y mujeres, blanco y negros, todos desnudos, entregándose a todo tipo de placeres carnales.


Flotando sobre el lago que ocupa el centro de la tabla aparece un gran globo de colo azul que representa la Fuente de los Cuatro Ríos del Paraíso Terrenal y cuyas paredes cuarteadas hacen referencia a su fragilidad e inestabilidad. En torno a los cuatro ríos se alzan otras tantas torres formadas por elementos que constituyen símbolos de índole sexúal (cuernos, palmas, conos, cilindros, medias lunas...) y habitadas por los mortales que pueblan el jardín.
El pequeño estanque circular del centro es el Estanque del Pecado: un grupo de mujeres se bañan desnudas, portando sobre sus cabezas animales que simbolizan la incredulidad (cuervos) y la soberbia (pavos) mientras son contempladas ávidamente por un numeroso grupo de jinetes, también desnudos, que montan extrañas cabalgaduras alusivas a los pecados capitales. Uno de ellos lleva sobre su cabeza un huevo, en clara alusión a la fragilidad del placer: la belleza es atractiva, pero a la vez mortal, y caer en el placer es sinónimo de condena eterna.
En la parte central derecha, bajo una campana de cristal, un trío formado por un hombre y dos mujeres, una de las cuales viste un hábito religioso, se entregan al placer.
En la esquina inferior derecha aparecen Adán y Eva refugiados en una cueva, lugar que escogieron para vivir tras ser expulsados del Paraíso: Adán le señala a ella, haciéndola responsable de los males del mundo, mientrás por detrás de él aparece un tercer personaje que podría ser Noé anunciando una nueva era tras el diluvio.
A su alrededor la humanidad juega, copula y come frutos de marcado simbolismo sexual. Las esferas, tubos y conchas que aprisionan a muchos de los personajes del cuadro muestran como el pecado se apodera del ser humano, corrompiéndolo y atrapándolo para siempre.
Los elementos que rompen las reglas de la lógica demuestran que estamos en un falso Edén, un Jardín de la Eterna Juventud completamente irreal en el que el hombre vive en perfecta armonía con la naturaleza y en el que no existen ni el dolor, ni la enfermedad, ni la muerte.

El hombre ha sucumbido al pecado, sobre todo a la lujuria, y su final será la condena eterna...
La tabla de la derecha representa el Infierno con el que se castiga a aquellos que se dejaron seducir por los goces placenteros que les ofrecía el Jardín de las Delicias. Se trata de una horrible pesadilla: un escenario onírico, oscuro y cruel, en el que los pecadores son martirizados por demonios que castigan su lujuria, su avaricia, su soberbia, su gula, su ira o su gusto por el juego.
Las dos orejas atravesadas por una flecha situadas en la parte superior de la tabla simbolizan el castigo que espera a aquellos que no quisieron escuchar la palabra de Dios.
Justo debajo podemos ver un gran hombre-árbol con sus brazos en forma de troncos secos y sus manos convertidas en barcas flotantes. En su interior, un puñado de hombres beben atendidos por una mujer que saca vino de un barril mientras, en la parte inferior de la tabla, los instrumentos musicales que simbolizan el amor y la lujuria sirven para crucificar a aquellos que cometieron pecados carnales.


El carácter moralizante es una constante en la producción de El Bosco...
Contrariamente a lo que sucede con la mayor parte de sus obras, la Mesa de los Pecados Capitales es una composición muy fácil de entender.


Consta de un círculo central dividido en tres anillos concéntricos que representa simbolicamente el Ojo de Dios.
La obra está presidida por la imagen de Cristo saliendo del sepulcro y mostrando sus heridas. Al rededor aparece una leyenda que dice: "cuidado, cuidado, Dios está mirando"...
Unos rayos de luz dorada nos trasladan al anillo exterior, en el que aparecen representados los siete pecados capitales: ira, soberbia, lujuria, pereza, gula, avaricia y envidia, mediante escenas cotidianas que no atienden a clases sociales o de género, poniendo de manifiesto que el pecado es común a todos.
La mesa se completa con otros cuatro círculos más pequeños, situados en las esquinas, en los que se representan las Postrimerías de la Vida: escenas relacionadas con la Muerte, el Juicio Final, el Infierno y la Gloria.

"La extracción de la piedra de la locura" constituye una crítica a los charlatanes que robaban el dinero a los necios haciéndoles creer que podían devolverles la cordura. Lo que el falso cirujano simula extraer de la cabeza del paciente es una especie de nenufar con connotaciones sexuales.



Completan la producción de El Bosco una serie de obras relativas a la pasión de Cristo que carecen del surrealismo propio del artista borgoñón...

 


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