domingo, 29 de octubre de 2017

CAMINO LEBANIEGO: un paseo por el bosque (IV)

Potes, 28-30 de julio de 2.017


La Torre del Infantado ha custodiado nuestro sueño, pero aún así no hemos dormido bien. Nos despertamos pronto: las calles de Potes están desiertas y sus bares cerrados…


Nos cuesta dar con un lugar donde desayunar, pero no desistimos hasta encontrarlo y después de tomar un buen café nos ponemos en camino. Solo nos quedan tres kilómetros para llegar al Monasterio de Santo Toribio: ¡vamos allá!


Avanzamos por una de las aceras que flanquean la carretera que conduce a Fuente Dé y tomamos el desvío que sube al monasterio franciscano ubicado en la ladera norte de la sierra de la Viorna, importante centro de peregrina-ción del catolicismo romano en Europa y reclamo turístico del Gobierno de Cantabria. 


Rompemos a sudar y en apenas media hora estamos frente a la Puerta del Perdón…


Señor Jesucrsito, tú dijiste:
“Yo soy la Puerta: quien entre por mí se salvará”.
Miranos aquí reunidos, ante la Puerta del Perdón;
queremos entrar por ella a celebrar el perdón del Año Jubilar.
Haz que, mientras atravesamos sus umbrales,
recordemos tus palabras y nos esforcemos por entrar por la puerta estrecha que conduce a la vida.
Que los que ahora entramos en el santuario material,
merezcamos luego, por los méritos de tu cruz,
entrar también en el templo de tu gloria.
Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos,
AMÉN.

Cruzar su umbral es solo uno de los requisitos necesarios para obtener la ‘gracia jubilar’. El resto son rezar un Padrenuestro, un Credo y una oración por el Papa, confesarse y comulgar en una fecha próxima a la peregrinación…

Hemos madrugado y se nota. La puerta aún está cerrada (no la abren hasta las 10:00) y los alrededores del monasterio están desiertos. No hemos llegado hasta aquí para marcharnos sin venerar el Lignum Crucis y obtener la indulgencia plenaria, así que esperamos y repasamos la experiencia vivida durante estos tres días.





Han sido setenta y tres kilómetros y mucho desnivel acumulado, pero el Camino nos ha sabido a poco: apenas hemos tenido tiempo de perdernos, así que no hemos tenido ocasión de buscarnos y mucho menos encontrarnos a nosotros mismos. Decían que el Camino estaba mal señalizado, pero no era cierto. Decían que apenas había fuentes, pero tampoco era verdad. Decían que era duro, y tenían razón…
Poco a poco comienzan a llegar otros peregrinos. Algunos han compartido con nosotros parte del Camino: ¡son de los nuestros! Nos buscamos con la mirada, nos abrazamos y nos felicitamos. Hemos compartido el cansancio y poco más, pero la ilusión de alcanzar un objetivo común hace que de manera espontánea surja una conexión especial entre nosotros.

Los alrededores del monaterio se llenan de fieles y curiosos que acuden a la Misa del Peregrino, oficiada hoy por el obispo de nuestra diócesis. Volvemos a acercarnos a la Puerta del Perdón: ya está abierta y la gente se apelotona frente a ella. Todos juntos rezamos la oración para el Año Santo Jubilar:



Oh, Cruz de Cristo, en ti vemos a Dios, que ama hasta el extremo, pero también vemos el odio que domina y ciega el corazón y la mente cuando preferimos las tinieblas a la luz.
Oh, Cruz de Cristo, libranos del mal y del maligno. Oh, grito de amor, suscita en nosotros el deseo de Dios, del bien y de la luz.
Oh, Cruz de Cristo, enséñanos que el sol de tu amor es más fuerte que la oscuridad de nuestras noches.
Oh, Cruz de Cristo, enséñanos que la aparente victoria del mal se desvanece frente a la certeza de la Resurrección y del amor de Jesús, que nada lo podrá derrotar, oscurecer o debilitar.
Amén

Cruzamos el umbral de la puera y accedemos al interior de la iglesia. Está abarrotada. Buscamos sitio en uno de los laterales y escuchamos nuestra misa. Al concluir desfilamos ordenadamente hasta el claustro del monasterio y veneramos el Lignum Crucis.


¡¡¡Nuestra gloria, Señor, es tu Cruz!!!

Teníamos previsto haber regresado a San Vicente de la Barquera en autobús, pero han venido a buscarnos. Se agradece...
Comemos en Potes y volvemos para casa. Atravesamos el desfiladero de La Hermida y al llegar al otro lado de la montaña comienza a llover. Todo sigue igual…

No hay comentarios:

Publicar un comentario