jueves, 7 de diciembre de 2017

PARÍS: una cita pendiente (IV)

París, 11-14 de diciembre de 2.016

En esta época del año los días son cortos pero nosotros estamos dispuestos a estirarlos hasta el infinito y más allá... Dejamos atrás Notre Dame para atravesar la Cité de lado a lado. Por encima de nuestras cabezas vislumbramos las agujas de la Saint Chapelle y pasamos junto a la Conserjerie antes de llegar al extremo occidental de la isla, presidido por la estatua ecuestre de Enrique IV.


El Borbón -primer monarca de su casa-, con el fin de mejorar su posición en la linea sucesoria, se casó con su prima Margarite de Valois, hija de Enrique II y hermana del entoces rey Carlos IX.  Para poder hacerlo hubo de convertirse al catolicismo; fue entonces cuando se le escuchó decir aquello de: "París bien vale una misa..."Su reinado duró dieciséis años (1.594-1.610) y le permitió pacificar Francia, cimentar la unidad del reino y consolidar la autoridad de la Corona. Fue asesinado y su viuda, convertida en regente, encargó al escultor Juan de Bolonia una estatua con la que honrar su memoria. La escultura fue inaugurada en presencia de su hijo, Luis XIII, el 23 de agosto de 1.614, pero fue derruida durante la Revolución Francesa. En 1.817, François-Frederic Lemont construyó en bronce la réplica que actualmente descansa sobre un pedestal de piedra decorado con bajorrelieves en los que el monarca aparece repartiendo pan entre los hambrientos habitantes de París.


El conjunto ocupa la parte central del Pont Neuf, sobre los románticos jardines del Vert Galant, desde donde merece la pena detenerse a contemplar el hermoso fluir del río.


El Pont Neuf es el más antiguo de los puentes que cruzan el río Sena a su paso por París, y también el más largo de la ciudad (232 m.). Fue el primer puente de piedra y su construcción se llevó a cabo entre 1.587 y 1.607, durante los reinados de Enrique III y de su primo, Enrique IV. Conecta las dos orillas del Sena y el extremo oriental de la Cité. Dispone de aceras para peatones y de pequeños 'balcones' semicirculares que los artesanos de París aprovechaban para montar sus tenderetes. Consta de varios arcos y su cornisa está decorada con trescientos ochenta y cinco mascarones tallados por el escultor Germain Pilon.


Cruzamos el puente y caminamos junto a la margen derecha del río hasta alcanzar los pabellones laterales del Palais del Louvre, residencial real hasta que Luis XIV se trasladó a Versalles en 1.678, convirtiéndose entonces en la galería de ate que habría de albergar la colección de la corona. Accedemos al Patio Cuadrado (le Cour Carrée) del Viejo Louvre y desde allí pasamos al inmenso Patio de Napoleón, presidido por la controvertida pirámide de cristal diseñada por el arquitecto estadounidense de origen chino Ieoh Ming Pei.


Frente a nosotros se desparraman los Jardines de las Tullerías y forman, perfectamente alineados, el Arco del Carrusel, el Obelisco -envuelto por la Gran Noria de la Plaza de la Concordia-, el Arco del Triunfo y más allá, en los confines de París, el Arco de la Defensa.


Cruzamos la calle y nos acercamos al arco de triunfo que Napoleón mandó construir para conmemorar sus victorias militares. El Arco del Carrusel es obra de Pierre-François-Léonard Fontaine y de Charles Percier. Está inspirado en el Arco de Cosntantino (Roma) y su construcción se llevó a cabo entre 1.806 y 1.808. Consta de cuatro columnas de orden corintio de mármol rosa que sirven de pedestal para cuatro estatuas de soldados vestidos con el uniforme del gran ejército napoleónico.


El conjunto, decorado con bajorrelieves en los que se narran las victorias del emperador, está coronado por una cuádriga de bronce escoltada por alegorías doradas de la Victoria y de la Paz. Los cuatro caballos de la cuádriga son una réplica de los expuestos en el museo de la Basílicas de San Marcos, en Venecia, los cuales datan del siglo IV a. C. Procedentes del hipódromo de Constantinopla, se encontraban en Venecia cuando Napoleón invadió la Serenissima República di San Marco y pasaron a formar parte de su botin de guerra. Los caballos originales fueron devueltos a la basílica en 1.815 y permanecieron en su terraza hasta la década de 1.980, cuando, para evitar su deterioro, fueron trasladados al interior del museo y sustituidos por una réplica.


Para rematar el conjunto se construyó una estatua en bronce de Napoleón conduciendo el carro de la victoria, pero esta no fue del agrado del emperador. Su imagen fue retirada en 1.812 y en la actualidad se encuentra en el Museo del Louvre. En 1.820, el rey Carlos X, después de que los adversarios de Napoleón ocuparan la ciudad, desmontaran el monumento, retiraran los bajorrelieves y devolvieran los caballos a Venecia, decidió restaurarlo y colocar al frente de la cuádriga una alegoría de la Restauración que sostiene en su mano izquierda una réplica de la constitución francesa.

Atravesamos el Arco del Carrusel y accedemos a los Jardines de las Tullerías, pertenecientes al desaparecido Palacio de las Tullerías, construído en el siglo XVI para la reina madre, Catalina de Médicis, sobre una antigua fábrica de tejas.


En 1.789, durante la Revolución Francesa, Luis XVI fue nombrado 'rey de los franceses' y hubo de abandonar Versalles e instalarse en París, entre sus súbditos, como símbolo de la monarquía constitucional que se pretendía instaurar. El palacio se convirtió entonces en residencia de la familia real, pero en 1.871, durante las revueltas provocadas por la Comuna de París, fue pasto de las llamas y, en 1.883, el nuevo régimen republicano ordenó su demolición.


Nos detenemos junto al Gran Estanque Redondo. Descansamos un rato y continuamos nuestro paseo hasta el Estanque Octogonal, situado en el otro extremo de los jardines, entre el Musée de l'Orangerie y la Galerie Nationale du Jeu de Paume.

Frente a nosotros se desparrama la Plaza de la Concordia, un prodigio geométrico con un turbulento pasado...


La plaza fue construida entre 1.757 y 1.779, y desde 1.763 estaba presidida por una estatua ecuestre que conmemoraba la recuperación del rey Luis XV de una grave enfermedad. En 1.792, durante la Revolución Francesa, la estatua fue derruida y fundida, y en el centro de la plaza se instaló la guillotina en la que se ejecutó a más de mil personas, entre las que cabe destacar a Luis XVI, María Antonieta o Robespierre. Tras la revolución, la plaza fue rebautizada como Plaza de la Concordia.

Entre 1.836 y 1.840, el arquitecto francés Jacques Hittorff acometió la remodelación de este espacio, proporcionándole el aspecto que tiene en la actualidad. Un impresionante obelisco, procedente del templo de Luxor y donado por el virrey de Egipto -Mehmet Alí-, preside el conjunto. La aguja de Ramses es una impresionante columna pétrea de más de tres mil doscientos años de antigüedad labrada en granito rosa de Asuán decorado con jeroglíficos en sus cuatro caras que mide veinte tres metros de altura y pesa doscientas veinte toneladas, y en cuya base se han incluido unos grabados que permiten observar como se llevó a cabo su trasnporte hasta la capital francesa.

Dos monumentales fuentes de broce -la Fuente de los Mares y la Fuente de los Ríos-, escoltan al obelisco, custodiado por ocho estatuas de piedra repartidas a lo largo del perímetro de la plaza que representan a las ciudades de Brest, Ruan, Lyon, Marsella, Burdeos, Nantes, Lille y Estrasburgo.  Las fachadas de la Asamblea Nacional y la iglesia de la Madeleine flanquean el impresionante conjunto desde la distancia. 



Frente al Jardín de las Tullerías, se extienden los Campos Elíseos: casi dos kilómetros nos separan del Arco del Triunfo. La Gran Noria panorámica instalada en la plaza forma parte del mercado navideño que cada año se extiende a lo largo del tramo inferior de esta famosa avenida.


El mercadillo temático 'Les Villages de Noël' está formado por más de doscientas cabañas blancas decoradas con luces navideñas que ofrecen una amplia variedad de productos artesanales. Degustamos unas castañas regadas con un vasito de vino caliente y buscamos un rincón donde llenar nuestros estómagos saboreando una sabrosa fondue de queso.



Seguimos nuestro paseo. Comienza a llover, pero hemos dejado atrás el mercadillo y estamos en el segundo tramo de los Campos Eliseos, así que podemos buscar una cafetería en la que resguardarnos y entrar en calor con un 'cafe noisette'.


Cae la tarde y la ciudad se viste de colores. Las luces se encienden y al reflejarse sobre el suelo mojado y el espectáculo se multiplica por dos...



Hemos alcanzado el otro extremo de los Campos Elíseos. Estamos en la Plaza Charles de Gaulle -conocida también como la Place de l'Étoile-, junto al famoso Arco del Triunfo cosntruido entre 1.806 y 1.836 por orden de Napoleón Bonaparte para conmemorar la batalla de Austerlitz.


Es obra de Jean Chalgrin y Jean-Arnaud Raymond, quienes se inspiraron para su diseño en el Arco de Tito, en Roma. Tiene cuarenta y nueve metros de altura, cuarenta y cinco de anchura y veintidós de fondo, y los cuatro pilares del monumento albergan sendos conjuntos escultóricos que representan 'El Triunfo', 'La Resistencia', 'La Paz' y 'La Marsellesa' respectivamente.

  

  

A los pies del monumento se encuentra la Tumba al Soldado Desconocido de la Primera Guerra Mundial, con una lápida que reza: "Aquí yace un soldado francés muerto por la patria. 1.914-18" y una llama que las asociaciones de antiguos combatientes y de víctimas de la guerra se encargan de mantener encendida siempre.


Nos desviamos hacia nuestra izquierda y buscamos el río. El ojo que todo lo ve sobrevuela nuestras cabezas, convirtiéndose en el faro que nos guía...


Alcanzamos la Plaza del Trocadero. A nuestros pies se alza la Torre Eiffel, emblema parisino diseñado por Maurice Koechlin y Émile Nouguier y construido por el ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel para la Exposición Universal de 1.889.


Ubicada en los jardines del Campo de Marte, junto al río Sena, se trata de una estructura metálica de trescientos metros de altura asentada sobre cuatro pilares situados en las cuatro esquinas de un cuadrado de ciento veinticinco metros de lado y dotada de una iluminación deslumbrante: cada noche, durante los primeros minutos de cada hora, se encienden miles de bombillas centelleantes que le dan un aspecto deslumbrante.


Caminamos por la orilla izquierda del río y llegamos al fastuoso Puente de Alejandro III, construido entre 1.896 y 1.900 para unir la explanada de Los Invalidos con el conjunto monumental formado por el Grand Palais y el Petit Palais.


El puente, una de las primeras estructuras prefabricadas del mundo, está formado por un arco de ciento nueve metros de luz que permite salvar el río Sena con un solo vano, y cuenta con una rica ornamentación. Sendos conjuntos escultóricos situados en las clave del arco -'las ninfas del Sena' y 'las ninfas del Nevá'-, simbolizan la alianza franco-rusa de finales del siglo XVIII, y dos columnas cuadradas de diecisiete metros de altura se alzan en ambos extremos del tablero. Cada una de ellas está coronada por un Pegaso de bronce dorado alzándose sobres sus patas traseras y junto a sus bases se disponen, custodiadas por leones, sendas alegorías de la Francia de Carlomagno, la Francia renacentista, la Francia de Luis XIV y la Francia de Carlomagno.  Además, varias guirnaldas de conchas y flora marina cuelgan de la cornisa y treinta y dos farolas de bronce colocadas sobre la barandilla iluminan el conjunto.


El día ha sido largo y empezamos a notar el cansancio. Regresamos a los Campos Elíseos, deambulamos entre 'Les Villages de Noël', llegamos a la Plaza de la Concordia y cogemos el metro para volver al hotel. Mañana más...

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