miércoles, 14 de marzo de 2018

PETER PAN Y WENDY: en el país de Nunca Jamás todas las aventuras encuentran acomodo

Santander, 6 de marzo de 2.018


“Peter Pan y Wendy” es una obra de teatro escrita por el escocés James Matthew Barrie en 1.904. El propio Barrie fue quien, en 1.911, desarrolló su argumento, dando lugar a la celebérrima novela cuyos derechos de autor dejó estipulado que deberían destinarse integramente al Great Ormond Street Hospital, el principal hospital infantil de toda Inglaterra.


Todos los niños crecen.
Todos, menos uno…

La primera vez que la señora Darling oyó hablar de Peter Pan, estaba ordenando las mentes de sus hijos: su nombre aparecía con demasiada frecuencia dentro de ellas. Peter les visitaba de vez en cuando, siempre por la noche, mientras dormían... Se sentaba a los pies de la cama de Wendy y tocaba la flauta.


El señor Darling mostraba una verdadera pasión por ser exactamente igual que sus vecinos, y a su esposa le encantaba que todo fuera como es debido, así que, naturalmente, tenían una niñera: una remilgada perra de Terranova llamada Nana que no había pertenecido a nadie en concreto hasta que ellos la contrataron, pero aquella fatídica noche la habían dejado atada en el patio para que no molestara a nadie.
El cielo estaba salpicado de estrellas que parecían haberse reunido en torno a su casa para ver lo que iba a suceder... En cuento salieron a la calle para ir a cenar a casa de unos conocidos, las lamparillas de noche de la habitación de sus hijos parpadearon, soltaron un bostezo, se apagaron, y una silueta sin sombra se coló por la ventana.


Durante una de sus incursiones nocturnas, Peter había perdido su sombra; ahora pretendía recuperarla. No le costó hacerlo, pero al comprobar que reconciliarse con ella no iba a resultar nada fácil, comenzó a llorar.
Sus sollozos despertaron a Wendy, que no tardó en avisar a sus hermanos. Peter Pan les habló del país del que venía -el país de Nunca Jamás-, un lugar al que, después de siete días sin que nadie los reclame, envían a los niños que se caen de sus cochecitos mientras sus niñeras miran para otro lado. Les invitó a visitarlo, y juntos volaron hasta la segunda estrella del oscuro firmamento londinense para girar a la derecha y, desde allí, seguir todo recto hasta alcanzar un conjunto de acogedores islotes repletos de indios y piratas en el que todo tipo de aventuras encuentra acomodo...


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