Santander, 6 de marzo de 2.018
“Peter Pan y Wendy” es una obra de teatro
escrita por el escocés James Matthew Barrie en 1.904. El propio Barrie fue
quien, en 1.911, desarrolló su argumento, dando lugar a la celebérrima novela
cuyos derechos de autor dejó estipulado que deberían destinarse integramente al
Great Ormond Street Hospital, el principal hospital infantil de toda Inglaterra.
Todos
los niños crecen.
Todos, menos uno…
La
primera vez que la señora Darling oyó hablar de Peter Pan, estaba ordenando las
mentes de sus hijos: su nombre aparecía con demasiada frecuencia dentro de
ellas. Peter les visitaba de vez en cuando, siempre por la noche, mientras
dormían... Se sentaba a los pies de la cama de Wendy y tocaba la flauta.
El
señor Darling mostraba una verdadera pasión por ser exactamente igual que sus
vecinos, y a su esposa le encantaba que todo fuera como es debido, así que,
naturalmente, tenían una niñera: una remilgada perra de Terranova llamada Nana que
no había pertenecido a nadie en concreto hasta que ellos la contrataron, pero
aquella fatídica noche la habían dejado atada en el patio para que no molestara
a nadie.
El
cielo estaba salpicado de estrellas que parecían haberse reunido en torno a su
casa para ver lo que iba a suceder... En cuento salieron a la calle para ir a
cenar a casa de unos conocidos, las lamparillas de noche de la habitación de sus
hijos parpadearon, soltaron un bostezo, se apagaron, y una silueta sin sombra se
coló por la ventana.
Durante
una de sus incursiones nocturnas, Peter había perdido su sombra; ahora
pretendía recuperarla. No le costó hacerlo, pero al comprobar que reconciliarse
con ella no iba a resultar nada fácil, comenzó a llorar.
Sus
sollozos despertaron a Wendy, que no tardó en avisar a sus hermanos. Peter Pan les
habló del país del que venía -el país de Nunca Jamás-, un lugar al que, después
de siete días sin que nadie los reclame, envían a los niños que se caen de sus
cochecitos mientras sus niñeras miran para otro lado. Les invitó a visitarlo, y
juntos volaron hasta la segunda estrella del oscuro firmamento londinense para
girar a la derecha y, desde allí, seguir todo recto hasta alcanzar un conjunto
de acogedores islotes repletos de indios y piratas en el que todo tipo de
aventuras encuentra acomodo...
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