San Vicente de la Barquera, 7 de julio de 2.018
Llega el verano y nos desplazamos hasta
San Vicente de la Barquera para pasar un par de días en el piso de mis suegros…
El mar, protagonista de la historia de la
villa, es uno de los principales ingredientes de su cultura popular. Este fin
de semana, el Certamen de la Canción Marinera cumple cincuenta y un años. Los
organizadores del festival pretenden que los vecinos del pueblo recuperen la
costumbre de cantar de manera espontánea mientras llevan a cabo sus labores
cotidianas, o durante sus periodos de descanso; por eso, desde hace tres años,
animan a las cuadrillas del pueblo a cantar en los bares del puerto, y
organizan un concurso paralelo para ellas.
Nos sentamos a comer en la terraza del
restaurante La Rampla. Nos zampamos un impresionante cachopo y, justo cuando el
camarero nos trae los cafés, la gente comienza a amontonarse frente a las
puertas del local. La agrupación Santa Bárbara viene a cantar un par de
melodías populares. Atrincherados en torno a nuestra mesa, nosotros estamos
cómodos, dispuestos a disfrutar del improvisado y entrañable espectáculo…
“Voy entrando por la ría:
tengo que darle una carta
a una moza en la machina.”
En silencio corrió por el puerto;
una carta a una niña escribió:
“No me olvides, moza del alma,
que tampoco te olvidaré yo.
Si tus padres hablar no nos dejan,
porque soy un pobre pescador,
uniremos nuestros dos corazones:
formaremos cadena de amor.
Sal a tu balcón para que te diga a la cara
que eres mi prenda querida,
que eres mi prenda dorada.
Quiero recordar esa expresión en tu cara
de chiquilla agradecida,
de mozuca enamorada.
Yo te quiero, linda barquereña.
No hay barreras para mi corazón:
ni las olas del mar, ni los vientos.
¡Suave brisa para nuestro amor”.
Por el puente nuevo van paseando…
Se dirigen al puerto los dos.
Un mozuco llevan de la mano
que es el fruto de su eterno amor…
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