ERNESTO ALTERIO ME DEJA SIN COARTADA Y ANDRÉS SUÁREZ VUELVE A EMOCIONARME

Santander, 14 de abril de 2.012

A veces uno quiere estar en dos sitios a la vez y aunque sabe que no es posible no le queda más remedio que intentarlo...

Eduardo de Filippo fue un actor y dramaturgo italiano de origen napolitano autor de "Yo, el heredero", obra que hoy se ha representado en la Sala Pereda del Palacio de Festivales bajo la dirección de Francesco Saponaro, quien en el programa de mano escribe: "Yo, el heredero" es una comedia amarga sobre la herencia y sobre la caridad cristiana, sobre todo el patrimonio de 'falsos valores' que una familia de jóvenes, ya envejecidos en su papel, transmite y conserva de generación en generación. Es la historia de un extranjero venido del mar, cuya llegada alcanza en casa de los Selciano las proporciones de un acontecimiento revolucionario, como un viento de tramontana que altera y corroe la fachada respetable y bien educada de la burguesía.

Se trata, efectivamente, de una agria comedia que desenmascara la falsa caridad cristiana de la burguesía acomodada de mediados del siglo XX, pero también la falsa moral de cualquiera de nosotros, que en más de una ocasión nos lanzamos ávidos a la busqueda de excusas con las que justificar nuestro comportamiento tratando de limpiar así nuestra conciencia.

Ernesto Alterio construye un fantástico heredero, ácido y mordaz, con tintes de Groucho Marx, que se cuela en nuestras conciencias para desordenarlas; José Manuel Seda es Amedeo, su partenaire, el caritativo burgués al que denostamos aunque en ocasiones compartamos con él la necesidad de justificarnos.

Ambos encabezan un reparto que comparten con Concha Cuetos, Yoima Valdés,  Mikele Urroz y Rebeca Matellán, y al que, al bajar el telón, he robado un merecidísimo aplauso tratando de llegar a tiempo de mezclarme con la marea que en el Black Bird Club le iba a desar un feliz cumpleaños a Andrés Suárez.

Lo he conseguido, y además he podido ver como el gallego se mezclaba con el público para regalarles una canción a Diego, sentado en el suelo, y a una silla vacía que hoy no pudo ocupar Inés; La Casa del Abuelo ha vuelto a regalarnos un momento mágico: ¡enhorabuena chicos!

  

Apenas he disfrutado media hora de concierto pero hoy la música ha sido algo más que un puñado de canciones; la música hoy han sido también risas, copas, bailes y charla compartidos con el "comando Santander".

No ha estado mal; tendremos que repetir...