Madrid, 28 de noviembre de 2.014
Hace nueve años los musicales de la Gran Vía madrileña dejaron un huequecillo libre en el subsuelo del Teatro Compac Gran Vía.
Desde entonces allí, cada noche, en el Pequeño Teatro Gran Vía, Eduardo Aldán abre la caja de latón en la que guarda sus pequeños tesoros para invitarnos a desempolvar los recuerdos de nuestra niñez y nos regala un monólogo "nostálgico y canalla".
De su mano nos convertimos en niños otra vez: cantamos, reímos, volvemos al cole, saboreamos nuestras 'chuches', regresamos al circo y sentimos la nieve por primera vez.
De vez en cuando me gritan: "¡Espinete no existe!".
Lo sé, pero para que un sueño se cumpla primero hay que tenerlo y después creer en él.
Seguiré soplando las velas de mi tarta de cumpleaños y buscando estrellas fugaces en el cielo porque sé que mis deseos pueden hacerse realidad...
Lo sé, pero para que un sueño se cumpla primero hay que tenerlo y después creer en él.
Seguiré soplando las velas de mi tarta de cumpleaños y buscando estrellas fugaces en el cielo porque sé que mis deseos pueden hacerse realidad...
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