martes, 2 de junio de 2015

GRANADA: ¡yo no estoy ciego! (III)

Granada, 20-25 de abril de 2.015

Tenemos hambre y ganas de descubrir las famosas tapas granadinas. Atravesamos la Plaza Bib-Rambla que, tras la conquista de la ciudad, duplicó su tamaño convirtiéndose en un ejemplo más de la metamorfosis que experimentó la capital tras la ocupación cristiana al transformarse en el equivalente a la plaza mayor del resto de ciudades castellanas.


Cruzamos la Calle de los Reyes Católicos. Estamos en la Plaza del Carmen, frente al ayuntamiento. Nos dirigimos a la Calle Navas, pero antes nos asomamos a contemplar el confortable patio, salpicado por ramillete de naranjos en flor, de la casa consistorial.


Ya no vamos a permitirnos más interrupciones...
Echamos a andar por la concurrida Calle Navas buscando uno de los locales con más solera de la ciudad. El bar Los Diamantes lleva repartiendo tapas desde 1.942...


"Estimados clientes: la tapa es un regalo de la casa,
por tanto ni se cambia, ni se elige..."

Los berberechos están buenos pero no nos dejan del todo satisfechos. Seguimos nuestro paseo: llegamos al otro extremo de la calle y continuamos por la Calle del Rosario. Al final del empedrado nos topamos con la taberna 'La Tana' y esta vez sí que nos quedamos agusto: aceitunas, tomatito, aceite de oliva y un buen salmorejo...



Con el estómago lleno regresamos a la Madraza. Justo enfrente, junto a la Capilla Real, está la Lonja que el Ayuntamiento de la ciudad mandó construir en 1.518 como espacio abierto destinado a la banca y al comercio.


Se trata de un edificio de estilo gótico formado por dos galerías superpuestas: la inferior está formada por una sucesión de arcos de medio punto con escudos de Granada en las enjutas mientras que en la superior, decorada con las divisas de los Reyes Católicos, los arcos son escarzanos. Unos y otros descansan sobre robustas columnas salomónicas adornadas con bolas.



Cruzamos la portada principal, de 1.521 y obra de García de Pradas.
Adintelada, con esbeltas columnas abalaustradas y un peculiar remate triangular, sus formas renacentistas dan paso a una sala cubierta por un meritorio artesonado de madera en la que podemos contemplar una copia del óleo encargado por el Senado a Francisco Pradilla en 1.882: "La rendición de Granada".


La obra representa el momento en que el Boabdil 'el Chico' hace entrega de las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos, el 2 de enero de 1.492. En la zona derecha se sitúan Isabel y Fernando presidiendo un amplio cortejo en el que se identifica al Conde de Tendilla, el Gran Capitán, la infanta Isabel y el príncipe Juan, mientras que en la izquierda se sitúa el rey granadino acompañado de un grupo de fieles cortesanos. Las almenas de la ciudadela de la Alhambra y las blancas casas del Albaicín sirven de fondo a una composición dispuesta en torno a una diagonal de derecha a izquierda que deja el espacio central libre para poder contemplar al ejército cristiano desplegado frente a las murallas de la ciudad.


Desde la Lonja accedemos a la Capilla Real en la que descansan los restos de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, cuyo matrimonio, interesado -como casí todos entre las personas de su rango en aquellos tiempos-, creció en una férrea unidad basada en el respeto, la admiración y un amor sincero y duradero.

"Considerando que entre las otras muchas y grandes mercedes, bienes y gracias que de Nuestro Señor, por su infinita bondad y no por nuestros merecimientos, habemos recibido, una muy señalada ha sido el habernos dado por mujer y compañera a la serenísima Señora Reina Doña Isabel, nuestra muy cara y muy amada mujer, que en gloria sea, el fallecimiento de la cual sabe Nuestro Señor cuánto lastimó nuestro corazón y el sentimiento entrañable que de ello hubimos, como es muy justo, que allende de ser tal persona y tan conjunta a nos, merecía tanto por sí en ser dotada de tantas y tan singulares excelencias, que ha sido su vida ejemplar en todos actos de virtud y del temor de Dios, y amaba y celaba tanto nuestra vida, salud y honra que nos obligaba a quererla y amarla sobre todas las cosas de este mundo."

(Testamento de Fernando II de Aragón)

La conquista de Granada supuso para ellos la culminación de un esfuerzo secular colectivo, un paso definitivo hacia la unificación política y religiosa de España y un impulso expansivo hacia Occidente que favoreció la creación de varias instituciones destinadas a convertirse en los instrumentos de gobierno que permitieron controlar los inmensos territorios de ultramar -la Real Chancillería, la Capitanía General...- y que marcaron el inicio de la modernidad.

El 13 de septiembre de 1.504 decidieron que sus restos fuesen acogidos en Granada y para ello crearon una institución con garantías jurídicas suficientes para asegurar su permanencia en el tiempo.



Carta de Privilegio de los Reyes Católicos para la erección de la Capilla Real de Granada
"Porque es cosa razonable a todo católico cristiano y cristiana, y mucho más a los reyes y príncipes -de quien los otros han de tomar ejemplo- que, además de hacer todo el bien que pudieren en sus vidas, provean cómo, después de su fin, se digan por sus almas misas, sacrificios y otras oraciones, especialmente en las capillas donde fueren sepultados, porque Nuestro Señor haya misericordia y piedad de sus almas y les perdone sus pecados.
Por ende, nos, considerando y deseando ésto, acordamos elegir y señalar iglesia y capilla donde, cuando la voluntad de Nuestro Señor Dios fuere de llevarnos de esta presente vida, sean nuestros cuerpos sepultados; en la cual se digan misas, sacrificios, aniversarios y otros oficios divinos y oraciones.
Primeramente mandamos que en la Iglesia Catedral de Nuestra Señora Santa María de la O de la ciudad de Granada se haga una honrada capilla en la cual sean, cuando la voluntad de Nuestro Señor fuere, nuestros cuerpos sepultados.
Y ha de estar en dicha capilla el Sacramento de la Iglesia Mayor ,delante del cual han de arder perpetuamente, para siempre jamás, día y noche, un cirio de cera y dos lámparas de aceite"
(Medina del Campo, 13 de septiembre de 1.504)

Íntimamente ligada a la Catedral, aunque sin fundirse con su arquitectura, la Capilla Real nació en vida de Isabel, se construyó en vida de Fernando y floreció durante el reinado de Carlos I, quien engrandeció una institución a la que Felipe II cortó las alas al trasladar buena parte de los restos reales al Monasterio del Escorial y su biblioteca al Archivo de Simancas.
Dedicada a San Juan Bautista y San Juan Evangelista, es obra de Enrique Egas y fue construida en estilo gótico entre 1.505 y 1.517. Sus muros descansan sobre recios contrafuertes coronados con floridos pináculos y están rematados con antepechos calados y elegantísima crestería. Gárgolas y elegantes ventanales completan la decoración de unos sobrios lienzos de piedra en los que proliferan los escudos y las iniciales de sus promotores.



Comprimida entre la Catedral, el Sagrario y la Lonja, en su única fachada exterior se abre una portada de estilo plateresco con arco semicircular encuadrado entre pilastras decoradas con sendas figuras de maceros y sobre las que se dispone un entablamento coronado por hornacinas que cobijan las estatuas de la Virgen con el Niño y de los Santos Juanes.

Una vez en el interior, resalta la sobriedad de un edificio formado por una sala nave con bóveda nervada, dos capillas laterales a cada lado y coro elevado a sus pies sobre arco carpanel, crucero de escaso desarrollo y presbiterio ochavado precedido de gradas.


Una monumental verja de hierro forjado del siglo XVI obra del maestro Bartolomé restringe el acceso al transepto. Concebida como un gran retablo estructurado en torno a cinco calles y tres pisos destaca el gran escudo de los Reyes Católicos de la zona central y el programa iconográfico del ático en el que se exalta la pasión de Cristo y de los santos Juanes representando escenas correspondientes al Bautismo de Jesús, la decapitación de San Juan Bautista, la oración en el huerto, el prendimiento, la coronación de espinas, la flagelación, el descendimiento, el entierrro, la resurrección y el martirio de San Juan Evangelista. Sobresale por encima la imagen de Cristo en la Cruz acompañado por la Virgen y San Juan.


Cruzamos la verja y nos topamos en el centro del crucero con los monumentos funerarios de los Reyes Católicos, situados junto a los de su hija Juana y su yerno Felipe.


En 1.504, al morir Isabel, sus restos fueron trasladados provisionalmente desde Medina del Campo hasta el Convento de San Francisco, en la Alhambra. Cuando murió el rey Fernando la Capilla Real aún no estaba concluida y sus restos fueron depositados junto a los de su esposa.

"Porque el ayuntamiento que tuvimos viviendo y que nuestras ánimas espero en la misericordia de Dios tendrán en el cielo, lo tengan y representen nuestros cuerpos en el suelo"
(Testamento de Fernando II de Aragón)

Fue su hijo, el emperador Carlos I, el encargado de disponer el 10 de noviembre de 1.521 el solemne traslado de sus restos a la austera cripta situada bajo el crucero de la Capilla. 
Presidida por un pequeño crucifijo de madera de estilo gótico, en ella reposan varios féretros reales, de plomo e identificados por la inicial sobre cubierta de los nombres de los cuerpos que custodian. Los de  Isabel y Fernando, depositados sobre una sencilla plataforma de cantería, ocupan el centro de la cripta. A los lados, sobre el banco corrido que circunda el interior, están depositados los de Doña Juana y su esposo Felipe, y también el del pequeño Miguel de la Paz, hijo del rey Manuel I de Portugal y de su esposa Isabel, y por lo tanto nieto de los Reyes Católicos, Príncipe de Asturias y heredero del trono portugués, cuyo destino hubiese sido unificar las coronas peninsulares si no hubiese fallecido antes de cumplir los dos años de edad.


Junto a ellos estuvieron depositados también los restos de la esposa del emperador Carlos I (Doña Isabel de Portugal) y de sus hijos (la princesa Doña María y los infantes Don Fernando y Don Juan) antes de que en 1.754 el rey Felipe II dispusiese su traslado al Monasterio de El Escorial.

Abandonamos la cripta. Regresamos al crucero y nos detenemos a contemplar los monumentos funerarios.
El mausoleo de Isabel y Fernando, de tipo exento, es obra del escultor florentino Domenico Fancelli.


Sobre lecho troncopiramidal, la figura yacente del rey, con las manos apoyadas sobre su espada, luce armadura completa cubierta parcialmente por un manto. La reina, a su lado, ataviada con sencillez, recoge sus manos superpuestas sobre el cuerpo. Dos pequeños leones echados a sus pies simbolizan la realeza y la vigilancia. En el centro de cada uno de los lados de la cama sepulcral, flanqueados por una sucesión de hornacinas con imágenes sedentes de los doce apósteles, se disponen cuatro tondos en los que se rerpresenta el Bautismo de Cristo, la Resurrección, la lucha de San Jorge con el dragón y la imagen de Santiago. Sobre la cornisa que separa los dos cuerpos que forman el lecho se disponen en las cuatro esquinas estatuas sedentes de los doctores de la iglesia latina, en la cabecera rollizos angelotes desnudos que sostenien las armas de los reyes y a los pies una cartela con el siguiente epitafio:
"Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, marido y esposa unánimes, llamados los Católicos, están enterrados en este túmulo de mármol"

Junto al mausoleo de los Reyes Católicos se dispone el de su hija Doña Juana y el del archiduque Felipe, en cuyo diseño intervinieron Domenico Fancelli, Bartolomé Ordóñez y Pietro de Carona.


Las estatuas yacentes están colocadas en este caso sobre un sarcófago dispuesto sobre la cama sepulcral, de modo que quedan por encima de las figuras de los Reyes Católicos, con un león y una leona descansando a sus pies.
Doña Juana, elegantemente ataviada a la moda borgoñona sostiene con ambas manos un cetro y ostenta un rico collar sobre su pecho mientras que su esposo, empuñando la espada con ambas manos, luce armadura, dalmática bordada con los blasones de Austria, Borgoña, Flandes y los reinos hispánicos, y un manto con ancho cuello de armiño sobre el que destaca el collar del Toisón de Oro.
En las esquinas del túmulo se disponen estatuas de sus santos patrones,  mientras que en los relieves de los tondos situados en los laterales se recogen hechos evangélicos -la Natividad, la Epifanía, la Oración en el huerto y el Descendimiento- con alegorías de las artes liberales y de las virtudes teologales ocupando las hornacinas que los flanquean. Sobre la cama sepulcral, en las cuatro esquinas, figuras de sátiros ayudados por angelotes sostienen divisas e insignias reales. El epitafio situado a sus pies reza así:
"Privados de vida, suprevivientes de la fama, cubre este sepulcro a Felipe, rey de las Españas, el primero tanto en el nombre como en la dinastía austriaca, a quien la muerte armada con su guadaña, al haberlo encontrado maduro en virtudes, segó joven por creerlo un anciano, y a Juana, su esposa, a la que todas las reales estirpes de Castilla, León y Aragón dieron esplendor. De la unión de ambos brilló para el mundo el Serenísimo Emperador Carlos V, el cual erigió a sus padres este monumento"

En el presbiterio, frente a los monumentos funerarios, se alza un gran retablo de estilo plateresco obra de Felipe Vigarny formado por sotobanco, banco, dos pisos y atico.


En la parte inferior, a ambos lados del altar, están representados acontecimientos históricos vinculados a Granada: la llegada de los ejércitos cristianos comandados por los Reyes Católicos y el Cardenal Mendoza, la entrega de las llaves de la ciudad por parte de Boabdil a los Reyes Católicos y el bautismo masivo de moriscos y moriscas.



En el centro del banco aparece representada la Virgen con el Niño adorado por los Reyes Magos y escenas relacionadas con los santos Juanes a ambos lados (San Juan Bautista bautizando al Mesías y San Juan Evangelista -junto al águila que lo identifica- exilidado en la isla de Patmos).



En la calle central del primer cuerpo aparecen representados San Juan Bautista y San Juan Evangelista -santos patronos de los Reyes Católicos y titulares de la advocación de la capilla- y a ambos lados el martirio de cada uno de ellos: la degollación del Bautista a la izquierda y la cocción en aceite hirviendo del Evangelista a la derecha.


En el centro del cuerpo superior la imagen de Cristo crucificado, flanqueado por la Virgen María y San Juan Evangelista, sobresale por encima del remate superior para colarse en el ático mientras en las calles laterales aparecen representados Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario y la Piedad.


Coronando el retablo, aparece representada la Santísima Trinidad: en el lugar más elevado el busto de Dios Padre, situado por encima de la imagen del Hijo de Dios clavado en la cruz, y entre ambos el Espíritu Santo en forma de paloma.
Las calles laterales externas se completan con figuras independientes, cada una en una celda, de San Pedro, San Pablo, los Evangelistas (San Juan, San Lucas, San Mateo y San Marcos) y los cuatro Padres de la Iglesia Occidental (San Gregorio, San Jerónimo, San Ambrosio y San Agustín) y se coronan con sendas imagenes de la Virgen María y el Arcángel San Gabriel representando el episodio de la Anunciación.


A ambos lados del altar, por delante del retablo, sendas figuras orantes de los Reyes Católicos atribuidas a Diego de Siloé completan el conjunto.


En las capillas hornacinas situadas en el crucero, a ambos lados del presbiterio, por delante del altar mayor, destacan sendos retablos-relicarios de estilo barroco obra del granadino Alonso de Mena y en los que se conserva la importante colección de reliquias donadas por los fundadores. En la parte inferior, en los bancos, sobre puertas practicables, destacan los retratos emparejados de los monarcas Fernando e Isabel, Felipe y Juana, Carlos e Isabel y Felipe IV e Isabel de Borbón. Por encima, sobre las grandes puertas del armario, se conforman cuatro espacios rectangulares con imágenes de santos distribuidos en torno a dos grandes escudos de España.


Doña Isabel había muerto un año antes de comenzar las obras de esta capilla; Don Fernando lo hizo un año antes de que éstas concluyesen. Durante ese periodo de tiempo la institución recibió el legado de sus fundadores: pinturas, reliquias, libros, tapices, ornamentos..., y hoy éste se expone en su Sacristía.
En ella podemos contemplar una importante colección de pintura flamenca, italiana y española, un misal de la reina de 1.496 que no fue trasladado a Simancas junto al resto de su biblioteca, varios pendones y enseñas militares y una importante colección de joyas y alhajas de uso personal de los reyes entre las que destacan la corona y el cetro de la reina o la espada del rey.


Regresamos al exterior. Dejamos a atrás la Capilla Real y nos dirigimos a la Plaza de las Pasiegas para visitar la Catedral...

No hay comentarios:

Publicar un comentario