Santander, 27 de abril de 2.018
Ojeando una entrevista concedida a finales
del año pasado por Juanjo Guarnido, coautor junto a Juan Díaz Canales del
multipremiado comic “Blacksad”, descubrí que el granadino es el autor de las
ilustraciones de “Brujeando”, una colección de tres álbumes con un final
abierto que el propio artista define como “muy
bonito”.
Contaba que, pensando en sus hijos, le
apetecía hacer algo para niños, y que habló con Juan Díaz Canales para ver si
tenía bajo el brazo algún guión destinado al público infantil o juvenil. No fue
él quien le contestó sino su esposa, Teresa Valero, autora de un cuento repleto
de hechizos, disparatados conjuros y mágico encanto.
Los
mortales ya no necesitan a las hadas; pasan de ellas, de las brujas y hasta de
Lucifer… Total, ¿para qué los necesitan? ¡Ya tienen la televisión! En su mundo
no hay ni anuncios, ni nominaciones, ni expulsiones, ni gente contando sus
intimidades… ¡Su futuro pende de un hilo!
Febris,
Brygia y Sortilega son tres brujas cuya vida se está complincando mucho
últimamente. Cuando creció, su sobrina Panacea, a la que ellas habían criado
como una hija, se fue a vivir con los mortales, pero ahora, diez años después,
en el triste naufragio de su vejez, ha regresado para presentarles a su hija
Hécate y a su marido, Rex Spot, un insoportabla y presuntuoso príncipe del
consumo superfluo y del marketing…
“Enamorarse
es una dura prueba
para
la dignidad…”
Mientras
tanto, un pícaro bebé, -inquieto, independiente y poco disciplinado-, se ha
fugado del reino de las hadas y recalado en casa de las brujas. Jamás ninguna
hada se había atrevido a asomar sus alas por aquellas tierras oscuras, aisladas
de todo, ajenas al mundo moderno y sus progresos, pero las tres desquiciadas
solteronas la han recibido con los brazos abiertos, dispuestas a cuidarla como
en su día hicieron con Panacea.
La
pequeña Hazel tiene que estar en alguna parte…
Las
hadas la buscan en el mundo de los hombrecillos de pequeña estatura y mal genio
que desconocen la educación más elemental, en el de los hábiles arqueros de
orejas puntiagudas y largos cabellos -atractivos pero engreídos-, y en el de
los seres de aliento pestilente, estatura desmedida y cerebro mínusculo.
Su reina la busca in-cluso
en el mundo de las brujas y de las co-sas feas, sucias y de-sagradables, que no
deberían existir, pero no consigue dar con ella…
¿Por
qué habría de renunciar una joven hada a pasar la eternidad con su familia,
rimando en buena hermandad, tocando la lira y aburriéndose sin fin, siempre y a
perpetuidad?
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