jueves, 20 de noviembre de 2014

CLAUDIO PRIETO, ENTRE LUDWING Y GOFFREDO: me quedo con el orden y el concierto

Santander, 17 de noviembre de 2.014


El compositor Claudio Prieto nació en Palencia en 1.934. Cumple ochenta años y la Fundación Botín le ha dedicado uno de los conciertos temáticos de su ciclo 'Conciertos de Otoño'.

Claudio Prieto escuchó por primera vez 'violines' en un concierto de la Orquesta Nacional de España dirigida por Ataulfo Argenta. Le llevó su mentor musical, el padre Samuel Rubio, y tuvo lugar en el madrileño Palacio de la Música. Aquello que escuchó Claudio no tenía nada que ver con bandas y orquestinas que hasta entonces había conocido muy de cerca en tierras castellanas. En el programa se incluyó una sinfonía de Beethoven. La impersión marcó profundamente al joven que, años después, se convirtió en uno de los grandes compositores españoles. Salvando distancias y estilos , podemos apreciar algunos puntos comunes ente la personalidad del maestro alemán y la del maestro palentino: ambos se manifiestan con una humanidad directa y rotunda, buscando la belleza desde la honestidad y la claridad, con un lenguaje personal inconfundible.
Con su característica resolución, no exenta de ingenuidad, pocos años después el joven Prieto se presentó en Roma, en la casa donde vivía Goffredo Petrassi, en Via Germanico. Ni corto ni perezoso fue a pedirle clases de composición sin haber mantenido ningún contacto previo. A su gran autoridad artística, Petrassi unía su enorme y dilatado prestigio como profesor, de cuyas enseñanzas se han beneficiado varias generaciones de compositores. Maestro de maestros, entre sus discípulos se cuentan un buen número de grandes compositores españoles como Bernaola, Alonso, Blanquer, Villa Rojo, Oliver o García Abril. Petrassi atendió con generosidad y calidez al joven que llamó a su puerta y le recomendó que preparara con Boris Porema su ingreso en la Accademia Nazionale de Santa Cecilia, para poder asistir allí a sus clases de prefeccionamiento. Prieto consiguió ingresar en dicho centro pocos meses después presentando su "Canto de Antonio Machado" para mezzosoprano, flauta, clarinete, arpa y viola (1.961). Las clases de Petrassi fueron para Claudio un enorme estímulo, ejemplo de libertad, de respeto, de curiosidad y de humanidad; en ellas aprendió a valorar la coherencia y el resultado sonoro de los demás compañeros.
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Víctor Pliego de Andrés

El programa propuesto para la jornada de hoy arranca con una obra de Goffredo Petrassi, "Tre per sette" (1.964) y un quinteto de viento compuesto por Claudio Prieto, "El juego de la música" (1.971), en el que se aprecian algunos de los valores que éste compartía con su maestro.
Ambas piezas conjugan los sonidos de un modo abstracto, sin orden ni concierto, y el resultado me desagrada sobremanera. No consigo entenderlo y por desgracia no puedo pasar raudo frente a ellas como si de alguno de los lienzos colgados en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se tratase.

El programa se completa con una pieza compuesta por Claudio Prieto en 1.993, "Colores mágicos". Da la impresión de que para entonces el compositor palentino había dejado atrás la abstracción para aproximarse a lo que alguien ha llamado eufonía. Su sonido resulta más agradable y sirve de anticipo para el fabuloso"Quinteto en Mi bemol mayor, op. 16" (1.976) compuesto por Ludwing van Beethoven con el que Juan Jesús Silguero (flauta), Carlos Blanco (oboe), Rafael Climent (clarinete), Javier Forner (trompa), Jorge J. Ripoll (fagot) y Pablo López Callejo (piano) han puesto el punto y final al concierto de hoy.

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