jueves, 14 de mayo de 2015

JAÉN: un alto en el camino

Jaén, 20 de abril de 2.015


Dejamos atrás Torrelones a una hora perfecta. Evitamos los atascos y atravesamos la estepa castellana. Al aproximarnos al desfiladero de Despañaperros el paisaje cambia: se vuelve más verde y sinuoso.
Estamos en Andalucía...


Al otro lado de la sierra nos espera un ordenado batallón de olivos que habrá de acompañarnos hasta Granada, pero viajar en coche nos brinda la posibilidad de detenernos a conocer lugares que dificilmente podrían convertirse en destino de un viaje por si solos.


Es el caso de la muy noble y muy leal ciudad de Jaén, guarda y defendimiento de los reinos de Castilla, reconquistada por Fernando III el Santo en 1.246.

Llegamos justo a tiempo de buscar una terracita en la que saborear sus sabrosos aceites y con el estómago lleno damos un paseo por sus estrechas y empinadas calles antes de visitar la Catedral de la Asunción.

 


Desde la consagración de la antigua Mezquita Mayor de la ciudad musulmana tras la conquista de la misma por el rey Fernando III el Santo, la catedral está dedicada a la Asunción de la Virgen. El templo actual, de estilo renacentista, fue concebido en el siglo XVI para reemplazar a la segunda catedral de estilo gótico construida en la ciudad tras el derrumbamiento del cimborrio de ésta y aunque su construcción se prolongó durante varios siglos presenta una excepcional armonía en sus diferentes estilos.
El proyecto inicial se le encargó en 1.534 a Pedro de Vandelvira. Fueron primero éste y su hijo Andrés de Vandelvira después, los encargados de supervisar la primera fase de unas obras que comenzaron en 1.540 y se prolongaron durante ciento ochenta y cuatro años.

Nos detenemos en la Plaza de Santa María para admirar la fachada principal de la catedral, diseñada por Eufrasio López de Rojas en 1.667 y convertida en una de las principales obras del barroco español, con un interesante muestrario iconográfico esculpido en gran parte por Pedro Roldán.


Dos torres enmarcan una composición central en forma de retablo compuesto por dos cuerpos y cinco calles.
El cuerpo inferior está marcado por las grandes columnas -emparejadas las del centro y aisladas las de los extremos-, que configuran las cinco calles en las que se ubican sendas esculturas exentas de San Pedro y San Pablo y tres relieves situados sobre las puertas: Santa Catalina de Alejandría sobre la Puerta del Clero, la Asunción de la Virgen sobre la Puerta del Perdón (puerta central) y a San Miguel sobre la Puerta de los Fieles, así como una alineación de balcones. Encima del arco correspondiente al ventanal del balcón central se presenta el relieve del Santo Rostro, anunciando de este modo que el lienzo con el que la Santa Verónica limpio el sudor de Nuestro Señor en su camino al calvario y en el cual quedaron grabadas sus facciones forma parte del tesoro de la catedral.


Sobre la balaustrada que separa los dos cuerpos de la fachada se alzan nueve esculturas de grandes dimensiones. El conjunto está presidido por la figura de Fernando III, el Santo; junto a él están representados los cuatro evangelistas y un poco más alejados los cuatro padres de la iglesia occidental (San Agustín, San Gregorio Magno, San Ambrosio y San Jerónimo).


Las dos torres gemelas que enmarcan la fachada se terminaron a principios del siglo XVIII. Son de planta cuadrangular y se organizan en cinco niveles que van aumentando en complejidad arquitectónica y decorativa.

Accedemos al interior del templo. Tiene forma de cruz latina y está formado por tres naves divididas por esbeltos pilares sobre los que descansan los amplios arcos de medio punto que dan lugar a sus características bóvedas vaídas.




Se trata de un elemento estructural introducido en España por Andrés de Vandelvira que resulta al seccionar una semiesfera con cuatro planos verticales cuyas trazas en planta coinciden con los lados del cuadrato inscrito en la circunferencia base de dicha semiesfera.


La cúpula del crucero es obra de Juan de Aranda Salazar. Tiene doce metros y medio de diámetro y cincuenta metros de altura, descansa sobre cuatro pechinas y está coronada por una linterna cilíndrica de cinco metros de altura.


Entre los contrafuertes interiores de las naves laterales se disponen diecisiete capillas, por encima de las cuales se dispone un sistema de balcones que acentúa el aspecto civil del edificio, rematándose el conjunto con una serie de ventanas verticales cerradas con vidrieras.

9.-Capilla Mayor, o del Santo Rostro
10.-Capilla de San Fernando

Recorremos las capillas laterales y al llegar al brazo sur del transepto descendemos al Panteón de los Canónigos. Se trata de la parte más antigua de la catedral: fue diseñado por Pedro de Vandelvira y está formado por tres salas cubiertas por bóvedas rebajadas que permiten salvar el desnivel del terreno y sirven de apoyo a la Sala Capitular y a la Sacristía. En la actualidad se ha habilitado como Museo Catedralicio en el que se muestra una interesante colección de arte sacro.


Regresamos al transepto y accedemos a la sacristía, obra cumbre de Pedro de Vandelvira. Se extiende perpendicularmente al eje de la sala capitular y carece de ornamentos escultóricos. Tiene planta rectangular y está cubierta por una bóveda de cañón decorada con formas geométricas. Los muros están formadas por una elegante sucesión de arcos ciegos que voltean sobre columnas dispuestas en grupos de cuatro que parten de altos pedestales.


Pasamos a la Sala Capitular, también denominada Capilla de San Pedro de Osma, en la que periódicamente se reúnen los canónigos para tratar los asuntos de la catedral.


Es obra de Pedro de Vandelvira y se sitúa en el ángulo sureste de la cabecera del edificio. Tiene planta rectangular y medidas muy proporcionadas. Se accede a ella atravesando un gran arco que subraya la monumentalidad del lugar, caracterizado por su composición clásica y su imponente bóveda de cañón decorada con formas geométricas. A ambo lados de la puerta se encuentran dos grandes armarios que guardan el archivo de actas capitulares y un banco corrido ocupa los laterales de la estancia.
Al fondo hay un retablo del siglo XVI, obra de Pedro Machuca, formado por tres cuerpos y tres calles. En las tablas del primer cuerpo aparecen representados los cuatro padres de la iglesia sentados en sillas moriscas y leyendo o dialagando entre ellos. En la calle central del segundo cuerpo tenemos la imagen de San Pedro de Osma flanqueado en las calles laterales por San Pedro y San Pablo. En el cuerpo superior está representada la Virgen de la Piedad con varios miembros del cabildo arrodillados a sus pies en actitud orante y los evangelistas San Juan y San Lucas a los lados. Una pintura ovalada de la Verónica portando el lienzo con el Santo Rostro corona el conjunto.

Nos acercamos a la capilla mayor, reformada en el siglo XVII, que alberga la cámara en la que se custodia celosamente el relicario en el que se guarda el lienzo con el Santo Rostro.
Sobre esta cámara, presidiendo el retablo mayor, tenemos una talla gótica de la Virgen de la Antigua, patrona del cabildo, donada a la ciudad por Fernando III tras la conquista de la ciudad y la expulsión del infiel.

Recorremos las capillas laterales y nos detenemos en la correspondiente a San Fernando para contemplar el cuadro atribuido a Juan de Valdés Leal y encargado por el cabildo en 1.671 con motivo de la canonización del monarca.


En el lienzo el santo aparece representado con corona, sosteniendo en la mano izquierda el orbe y en la derecha la espada, rodeado de varios ángeles, con las armas del rey moro vencido a sus pies y la silueta de la ciudad liberada y su alcázar al fondo.

Antes de abandonar el templo nos detenemos a contemplar el coro, uno de los más grandes de España. Data del siglo XVIII y se extiende desde el crucero hasta los pies de la catedral ocupando gran parte de la nave central. La sillería, de madera de nogal, es del siglo XVI aunque en 1.736, al concluir la construcción del coro, hubo de ser ampliada.
El trascoro es de finales del siglo XVIII y está construido con mármol blanco decorado con mármoles rojos y negros. Está dedicado a la Sagrada Familia, representada en una pintura de Mariano Salvador Maella situada bajo el gran arco que ocupa el centro del conjunto y flanqueada por esculturas de San Jerónimo y Santo Toribio de Astorga.



Ni la ciudad ni el tiempo del que disponemos dan para mucho más pero antes de ponernos de nuevo en camino hacia Granada subimos en coche hasta lo alto del cerro de Santa Catalina para desplazarnos hasta un mirador desde el que contemplamos unas extraordinarias vistas de una ciudad que se desparrama sobre los laderas de la montaña y entre cuyos tejados se alza majestuosa una catedral que sirvió de modelo e inspiración para otras muchas en España e Iberoamérica.




Estamos en el extremo oriental del cerro, el punto más elevado de la ciudad, junto a una cruz blanca de grandes dimensiones que rememora aquélla que en este mismo lugar mandó levantar Fernando III tras expulsar al infiel Alhamar (Muhammad ibn Nasr), primer rey de Granada y fundador de la dinastía nazarí.

La cima de la montaña está ocupada por el Castillo de Jaén, un conjunto formado en realidad por tres fortalezas que en esta ocasión no tendremos ocasión de visitar por ser lunes y estar cerradas al público.


El denominado Alcázar Viejo data de la época califal (segunda mitad del siglo X), cuando se construyó una alcazaba que fue reformada posteriormente, en época almorávide (siglo XII), hasta ocupar toda la cresta de la montaña dando lugar a un recinto alargado cerrado con muros de arcilla compactada en cuyo interior se distribuían varios edificios de uso castrense.
Esta fortaleza fue tomada por Fernando III el Santo en 1.246 y permaneció en uso durante muchos años pese a que durante la segunda mitad del  siglo XIII los cristianos construyeron un poderoso castillo en el extremo oriental de la cima montañosa. Se trata del Castillo de Santa Catalina y nos podemos referir a él como el Alcázar Nuevo. Está articulado en torno a una gran torre del homenaje que se alza en su extremo occidental para fundirlo con el alcázar primitivo y ha sufrido varias remodelaciones a lo largo de la historia.
Tras la conquista castellana, para fortalecer la cara oeste de la alcazaba, por donde habían atacado los cristianos, se prolongó el Alcázar Viejo mediante un muro de mampostería con cinco torreones y un bastión en su extremo occidental dando lugar al tercer recinto, denominado Abrehui.


En el siglo XIX, durante la ocupación francesa, las tropas de Napoleón se asentaron en el castillo; lo transformaron a su gusto y posteriormente, al ser expulsados, lo volaron en parte para que no pudiese ser ocupado por las tropas enemigas.
La imagen actual del conjunto se debe a la restauración llevada a cabo durante la segunda mitad del siglo XX, momento en el que se arrasó el Alcázar Viejo para construir un Parador Nacional cuyo interior conserva el aspecto monumental del edificio sobre el que se alza.

El rey de Castilla León Fernando III, llamado El Santo, al preparar su campaña para la conquista de Sevilla quiso ocupar los castillos de la zona de Jaén para asegurar el flanco izquierdo de su avance. Comenzó el sitio de este castillo en 1.246 y lo tomó el 25 de noviembre de ese año, el cual le fue rendido por su dueño, el rey moro de Granada Mohamed Ben Nasar, llamado Al Hamar, que quiere decir 'El Rojo', gran príncipe del más puro linaje árabe, y que se declaró vasallo del rey de Castilla y, desde entonces, la dinastía de los Nazaríes fue tributaria de los reyes de Castilla hasta la guerra de Granada. San Fernando mandó levantar este alcázar de Jaén con fábrica de piedra en sustitución de la fortaleza mora que era de tapial y lo puso bajo la advocación de Santa Catalina, nombrando a Jaén cabeza del llamado Santo Reino.
En 1.965 el Ministerio de Información y Turismo cosntruyó este Parador de Turismo dentro del antiguo recinto amurallado, siendo toda su obra de nueva planta y en 1.978 se terminó esta ampliación del Parador siendo el arquitecto José Luis Picardo Castellón.


Nos sentamos en una de sus terrazas a tomar un refresco contemplando la impresionante panorámica de Jaén que se despliega frente a nosotros y saboreando nuestro alto en el camino antes de seguir con el viaje...

No hay comentarios:

Publicar un comentario