jueves, 14 de mayo de 2015

TORDESILLAS: mecido por la nostalgia

Tordesillas, 18 de abril de 2.015


Al filo del mediodía interrumpo una apasionante reunión de vecinos para ausentarme e iniciar unas bonitas vacaciones...

Camino de Torrelodones, donde pasaremos el fin de semana antes de viajar a Granada, nos detenemos en la muy ilustre, antigua, coronada, leal y nobilísima villa de Tordesillas, municipio vallisoletano situado en lo alto de un otero, junto al río Duero, en un importante cruce de caminos.
Hace ya casi nueve años que dejé Valladolid: aquí perdí mi virginidad profesional y guardo extraordinarios recuerdos de mi primera vez. Sé que la memoria esconde los malos momentos y pule los buenos...; es selectiva pero lo cierto es que, aunque nunca me arrepentí de marcharme, aquí fui feliz.

Aparcamos el coche y nos dirigimos a la Plaza Mayor...
Las calles y bares son los mismos pero con el paso del tiempo han cambiado de ropajes para vestirse de Juanas y Felipes, explotando así el filón televisivo de la serie "Isabel".



Su estructura actual data del siglo XVII. Se trata de una típica plaza castellana, de planta cuadrada, porticada, custodiada por edificios de dos pisos, con locales comerciales en los bajos, cuyas fachadas presentan grandes ventanales y balcones desde los que presenciar todo tipo de festejos.

Comemos algo y nos dirigimos al privilegiado mirador desde el que el pueblo se asoma al sur para sentir la caricia del río Duero y allí nos topamos con la imagen de la reina Juana I de Castilla.


En 1.504, tras la muerte de Isabel, su hija Juana fue proclamada reina de Castilla, y en 1.516, al morir su padre Fernando, heredó las coronas de Navarra y Aragón, convirtiéndose así en la primera soberana de los tres reinos que habrían de conformar la actual España.
Sin embargo, desde 1.506, tras la muerte de su esposo Felipe el Hermoso, su poder sólo fue nominal. El terrible dolor que le produjo la muerte de su marido, le brindó a Fernando el Católico la oportunidad en 1.509 de, alegando una supuesta enfermedad mental, condenarla a un encierro que legitimara su regencia y que su hijo Carlos I mantuvo posteriormente hasta el día de su muerte, acaecida el 12 de abril de 1.555.
Durante cuarenta y seis años Juana la Loca permaneció recluida en el desaparecido palacio real que Enrique III había mando construir en Tordesillas después de que, tras la muerte de Pedro I, el antiguo palacio levantado por su padre Alfonso XI fuese convertido en convento. Al morir la reina el palacio fue abandonado y el rápido deterioro ocasionado por la mala calidad de los materiales utilizados para su construcción hizo que fuese derribado en 1.773, durante el reinado de Carlos III.

Estamos frente a las Casas del Tratado: dos palacios unidos por una pared medianera declarados Bienes de Interés Cultural y que en la actualidad albergan exposiciones relacionadas con el Tratado de Tordesillas. El más antiguo data de principios del siglo XV y su fachada aún conserva el escudo de los Reyes Católicos mientras que el segundo se levantó a mediados del siglo XVII.


Aquí se sitúan las negociaciones llevadas a cabo a finales del siglo XV entre Castilla y Portugal que concluyeron el 7 de junio de 1.494 con la firma del Tratado de Tordesillas, en virtud del cual los dos reinos peninsulares habrían de repartirse las zonas de navegación y conquista del océano Atlántivo y del Nuevo Mundo...
El 12 de octubre de 1.492 Cristobal Colón había descubierto América. Poco después, el papa Alejandro VI, para legitimar la soberanía castellana sobre los territorios recién descubiertos, emitió una serie de bulas en las que se establecía que pertenecerían a la corona de Castilla todas las tierras y mares descubiertos al oeste del meridiano situado cien leguas al oeste de las islas Azores. Juan II, rey de Portugal, se negó a aceptar estas disposiciones y forzó a los Reyes Católicos a entablar con él una negociación bilateral que finalmente habría de fijar la línea imaginaria de demarcación trescientas setenta leguas al oeste de las islas de Cabo Verde.


Continuamos con nuestra visita y paseando junto al río nos dirigimos al Convento de Santa Clara, edificado sobre el antiguo palacio mudéjar que el rey Alfonso XI mandó construir en torno al año 1.340 con el botín de guerra obtenido en la Batalla del Salado, en el sur de la península, y en el que se instaló su amante, doña Leonor de Guzmán.
Fue su hijo, Pedro I, el que terminó las obras de un palacio que habría de servir de residencia a su favorita, María de Padilla, y que tras su muerte, en 1.363, su hija Beatriz, cumpliendo sus últimas voluntades, habría de convertir en convento.
Aunque durante los siglos XVII y XVIII el complejo sufrió importantes modificaciones que eliminaron gran parte de su apariencia mudejar, conserva vestigios del pasado que lo convierten en una singular muestra del arte islámico en el norte de la península. 



1.-Fachada del palacio
2.-Vestíbulo del palacio
3.-Claustro del Vergel
4.-Salón del Algibe
5.-Capilla Dorada
6.-Patio Árabe
7.-Coro Largo
8.- Iglesia
9.-Sacristía
10.-Baños
11.-Sala Capitular
12.-Celdas
13.-Refectorio
14.-Antecoro
15.-Coro

Atravesando dos arcos mudejares apuntados pertenecientes al antiguo recinto amurallado accedemos a un compás en torno al cual se distribuyen varias dependencias del complejo, como la antigua hospedería concebida para alojar a la reina Isabel II.


Frente a nosotros se alza la fachada del palacio, formada por dos cuerpos y concebida como un tapiz de piedra emparentado con el de los Reales Alcázares de Sevilla. En la parte inferior se abre una puerta adintelada con dovelas engatilladas que sirve de acceso a un pequeño vestíbulo no visitable y sobre la que se dispone un friso ornamental con dos llaves de cerámica verde incrustadas en sus extremos y flanqueado por sendas lápidas empotradas en la pared con inscripciones referentes a la Batalla de Salado más antiguas que el resto de la fachada. La decoración se acentúa en el cuerpo superior, el cual está presidido por un ajimez de arcos polilobulados sobre finas columnas y rematado por un paño decorado con rombos a cuyos lados se observan dos fajas salientes en las que debieron de apoyarse las ménsulas que en su día sujetarán el alero del tejado.


Atravesando el pórtico situado en el extremo norte del compás, formado por seis arcos rebajados y presidido por una hornacina con la imagen de Santa Clara, accedemos al convento.


Estamos en el Patio Árabe, un rincón de pequeñas dimensiones y planta cuadrada perteneciente al primitivo palacio mudejar. Las coquetas galerías se distribuyen en torno a sendos pares de arcos de herradura y polilobulados enfrentados dos a dos y sustentados por esbeltas columnas y pilares angulares en las esquinas. Las enjutas están ricamente decoradas con preciosas labores de yesería que se repiten en los frisos del interior de los pórticos, rematados con aleros de madera y preciosos zócalos alicatados procedentes de la intervención llevada a cabo a finales del siglo XVIII.



Desde el patio accedemos a la Capilla Dorada, antigua sala del palacio mudejar. De planta cuadrangular, la parte interior de los muros está formada por una sucesión de arquerías ciegas entrecruzadas en la que se alternan arcos apuntados lobulados y arcos de herradura. La rica ornamentación que dio nombre a la sala desapareció durante un incendio pero aún se puede observar algún resto decorativo dorado en la sencilla lacería que adorna la cúpula semiesférica almohade con planta de dieciséis lados que cubre la sala. En las paredes se conservan restos de pinturas; los mejor conservados corresponden a un fresco que representa la Adoración de los Reyes Magos de finales del siglo XIV y una pintura mural del siglo XVI que representa un Calvario.


Continuamos la visita. Pasamos al salón del antiguo palacio, convertido en refectorio para las monjas y remodelado en el siglo XVI, desde donde accedemos al Patio del Vergel, convertido en un austero claustro de trazado clasicista durante los siglos XVII y XVIII.


Desde aquí llegamos al antecoro: una sencilla sala rectangular acondicionada en el siglo XV con una serie de hornacinas cerradas con vidrio en su perímetro que albergan una interesante colección de tayas y esculturas pertenecientes  las monjas.
El  denominado Coro Largo fue el salón principal del palacio y se convirtió después en capilla privada de la comunidad clarisa. Cubierto por una bóveda de cañón diseñada por Francisco de Praves en el siglo XVII, a lo largo de los muros discurre una sillería de nogal sobre la que cuelga una colección de pinturas de gran formato con obras de calidad.


Destaca la reja del testero, que separa el coro de una pequeña capilla cubierta con bóveda estrellada, con los muros profusamente decorados con pinturas murales del siglo XVI y presidida por un retablo plateresco con pinturas referidas a la pasión de Cristo. Toda ella de madera, está rematada por una hermosísima viga mudejar policromada procedente del antiguo palacio.

Desde el Coro Largo accedemos a la iglesia por una puerta que conserva preciosas yeserías policromadas descubiertas recientemente, durante la última restauración llevada a cabo en el complejo.

El templo, de una sola nave dividida en cinco tramos, es un edificio gótico de la segunda mitad del siglo XIV cubierto con bóvedas de crucería y terceletes.


Las paredes de la cabecera están cubiertas por colgaduras de damasco rojo colocadas en 1.755 que contrastan con un deslumbrante artesonado mudejar procedente del palacio de Pedro I. Sobre el lugar que ocupara una reja que cerraba el paso a la cabecera de la iglesia en el pasado, vuela una viga decorada sobre la que se apoya un Calvario del siglo XV de la escuela castellana.


La cubierta, dorada con motivos policromados, consta de cinco paños decorados con lacerías y piñas de mocárabes, que descansan sobre un friso de madera adornado con cuarenta y tres tablas pintadas en las que aparecen otras tantas figuras de medio cuerpo que representan a Cristo, la Virgen y una variada colección de apóstoles y santos atribuidas al taller de Nicolás Francés.


El retablo mayor, de estilo renacentista y realizado en alabastro, data del segundo tercio del siglo XVI. Está presidido por una figura de madera policromada fechada a mediados del siglo XVIII de la Asunción de la Virgen acompañada por esculturas de los fundadores de la orden -San Francisco y Santa Clara- en el cuerpo inferior y de San Juan Bautista y San Juan Evangelista en el superior y por los bustos de Moisés y el rey David en el remate superior. Bajo la imagen de la Anunciación se conserva una pintura sobre tabla dedicada a Santa Clara procedente del retablo original.


En el lado de la epístola se abre la hermosa capilla funeraria de estilo gótico que en 1.430 madó construir Fernán López de Saldaña, contador mayor del rey Juan II. En dos de sus muros se abren arcosolios facturados en alabastro que contienen los enterramientos de la familia y cuenta con una cripta en la que estuvo depositado el cuerpo de la reina Juana antes de su traslado a la Capilla Real de Granada.


En la actualidad preside el conjunto un hermosísimo retablo portatil realizado durante la segunda mitad del siglo XV formado por varias escenas de la pasión de Cristo que conviven con una serie de pinturas atribuidas a Nicolás Francés en las tapas del mismo.


Salimos de la iglesia y nos topamos con el río Duero antes de dirigirnos a una de las dependencias más singulares del complejo: los baños árabes. Se trata de cuatro espacios con tragaluces con forma de estrella y cubiertos con lacerías pintadas en color almagre sobre fondo blanco rematadas en los tímpanos con los escudos de la familia Guzmán.



Volvemos al coche y ponemos rumbo a Madrid pero antes damos un pequeño rodeo para pasar junto al Punto Limpio y recorrer el barrio más gitano de Tordesillas. Al llegar a la Plaza de la Cruz de Piedra nos detenemos un momento y entonces me dejo mecer por la nostalgia...

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