sábado, 2 de abril de 2016

PICO IBIO: un bonito paseo para 'domingueros'

Alto de San Cipriano, 26 de marzo de 2.016


Estamos en el Alto de San Cipriano (270 m), entre Riocorvo y Villanueva de la Peña, a los pies de la Sierra de Ibio. Ésta es una extensa loma encajada entre las hoces que los ríos Saja y Besaya forman a la altura de Santa Lucía y Las Caldas respectibamente, una más de las formaciones que componen la cordillera prelitoral de Cantabria: conjunto de alineaciones montañosas que se extienden de este a oeste, paralelas a la costa, estableciendo una frontera natural entre las localidades costeras y los valles del interior.


Aparcamos y echamos a andar hacia la ermita de San Cipriano, situada en las faldas del monte. Restarurada recientemente, todos los años, el 16 de septiembre, es escenario de una popular romería con la que se conmemoran los festejos que ganaderos, pastores y vecinos organizaban por estos lares para recibir al ganado que había pasado los meses de verano en los prados de Sejos y Palombera.



Pasamos junto a un manantial muy apreciado por los lugareños y continuamos nuestro paseo por una cómoda pista de pendiente constante y moderada que habrá de conducirnos hasta el Pico Ibio (794 m).
Las primeras líneas de nuestro cuaderno de ruta son como para echarse a llorar: "ésta es una de las cumbres más transitadas de la región debido a su proximidad a Torrelavega y sobre todo a la pista que permite subir en coche hasta una cima presidida por un enorme repetidor de televisión escoltado por varias antenas e instalaciones de menor tamaño". El paseo, sin embargo, resulta agradable: discurre entre una compacta plantación de pinos que sustituye al puñado de eucaliptos de los primeros tramos y cuando salimos a campo abierto, si miramos al infinito, distinguimos el mar.


Alcanzamos el cimero. Estamos en un discreto collado conocido como Peñas del Vidrio y al sur, frente a nosotros se despliega una amplia panorámica del Valle de Buelna. Afrontamos la última rampa y después de algo menos de dos horas de caminata llegamos a la cumbre.



Ignoramos los incómodos repetidores y nos aposentamos junto al vértice geódesico del Instituto Geográfico Nacional. Las vistas son muy amplias: la Sierra del Escudo de Cabuérniga y el Monte Dobra flanquean nuestro pico pero a lo lejos podemos contemplar el mar, o los Picos de Europa.


Reponemos fuerzas, bebemos agua y emprendemos el regreso. La de hoy ha sido una bonita excursión para 'domingueros' con aroma a cocido. No podía ser de otra manera: nos desplazamos hasta Cieza y nos colamos en La Casona de Nori para degustar unas ricas alubias.



Quién quiera al cielo llegar
ha de subir al Collado
y allí, una mujer bonita,
con unas manos benditas,
pone platos consagrados
que hacen divino el yantar.

Es Nori: ¡Dios, que mujer!
Cuanta grandeza y virtud,..

Es activa y diligente,
es simpática y modesta,
y se afana y se molesta
por atender al cliente.

Ella dirige y ordena,
ella pregunta y responde,
y en una sonrisa esconde
todas sus luchas y penas.

Sólo verla ya alucina
por los dones que hay en ella,
y el comer en su cocina...
¡¡¡es estar en las estrellas!!!

Después de tocar el cielo, con los estómagos llenos, nos acercamos a la Braña de Brenes, ya en la Reserva del Saja. Aparcamos el coche y damos un paseín hasta el refugio del Tornillo desempolvando un puñado de entrañables recuerdos que sirvan de colofón a esta bonita jornada...

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