Santurtzi, 1 de marzo de 2.013
La
puñetera crisis golpeó a mi puerta, pero al despertarme esta mañana he abierto la ventana de mi habitación y gritado con ganas: ¡¡¡¡excelsior!!!!
Me gusta buscar el lado bueno de las cosas; me lo enseñaron en casa y estoy seguro de que esta vez también lo voy
a encontrar...
Las cosas hoy no salieron como yo las tenía previstas pero, a veces, es sólo cuestión de insistir; si lo haces un día gris puede convertirse en un día extraordinario.
Mi intención era haber escuchado a Quique González cantar un puñado de canciones en Bilbao. Venía a presentar su último disco al Fnac de Bilbao pero sólo a mí se me ocurre presentarme allí sin invitación y, como es normal, no quedaba ninguna.
Por suerte cuando lo supe eran todavía las tres de la tarde; aún me quedaba tiempo de sobra para tratar de salvar el día.
Di un paseo junto a la ría de Bilbao y me fui a Santurce.
Conversé con mi prima, compartí con ella inquietudes, preocupaciones y proyectos, jugué con mis sobrinos, tomé un cafetín con mi tía y a las ocho y media estaba sentado en una butaca del Serantes Kultur Aretoa.
Las cuatro telas triangulares y blancas que adornaban el fondo del escenario y el fantástico juego de luces propuesto por Unai vistieron de gala las canciones de Marlango, formación que hoy visitaba Santurce por primera vez para presentar su último trabajo de estudio, "Un día extraordinario" (2.012).
El sonido del piano de Alejandro Pelayo es la base sólida sobre la que crecen sus canciones; después, la trompeta de Óscar Ybarra les hace únicas y la voz de Leonor Watling les convierte en exquisitos dulces que hay que saborear poco a poco.
Léntamente, sin prisas, acompañados por Toni Brunet (guitarra) y Ricardo Moreno (batería), han repasado sus canciones, intercalando temas en castellano y en inglés, y nos han regalado dos de sus fabulosas y personales versiones: "Vete", de Los Amaya, y "Semilla Negra", de Radio Futura.
Leonor Watling me ha cautivado.
El ligero movimiento de sus pies, el discreto contoneo de sus caderas y su cálida voz me sedujeron desde el primer momento; después, su frescura, su simpatía, su naturalidad y su expontaneidad terminaron de conquistarme.
Tras casi hora y media de concierto se retiraron recordándonos la obligatoriedad de soñar, sobre todo en estos tiempos...
"Lo que sueñas vuela"
Caminando sin pensar,
despacito,
sin tiempo que ganar.
Paseando sin correr,
voy a soñar despierto.
Lo que sueñas vuela.
Lo que sueñas vuela.
Tiempo al tiempo...
Tiempo al tiempo,
tengo tanto.
Voy a inventar los mapas
y a viajar por el mantel.
Voy a soñar despierto.
Tiempo al tiempo,
pierdo tanto.
Vamos a ver el mundo
desde aviones de papel
Voy a soñar despierto.
Lo que sueñas vuela.
Lo que sueñas vuela.
Lo que sueñas vuela.
Si está seco bebo,
si se desborda rezo.
Quiero lo que tengo.
Lo que sueñas vuela.
Nadar en vasos de agua,
volar en mil pedazos,
saltar en cada charco.
Tiempo al tiempo.
Lo que sueñas vuela.
Lo que sueñas vuela.
Lo que sueñas vuela...
No les costó regresar para regalarnos tres temas más.
Se despidieron con "The long fall" y al final no me quedó mas remedio que darles la razón: éste fue un día extraordinario.
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